Pedro Sánchez y los medios: radiografía de una obsesión
El jefe del Ejecutivo se lanza al combate de bulos, desinformación y «pseudomedios», pese a que su carta fue la que lo puso en el disparadero de la prensa internacional
El presidente del Gobierno ataca en otra carta «la máquina del fango» de «la derecha y la ultraderecha»
![El presidente posó con una gorra en el South Summit del 2022, pero se negó a atender a los medios pese al estallido del conflicto diplomático con Argelia tras su giro con el Sahara](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/04/efespfifteen14968-RbVAypALmMnr5KHIZmHiqON-1200x840@diario_abc.jpg)
Es 10 de junio de 2022. Pedro Sánchez acude a South Summit, el encuentro global sobre emprendimiento que desde hace años se celebra en La Nave de Villaverde, un distrito al sur de Madrid, y que está entre sus citas anuales favoritas. Los titulares ... de toda la prensa están copados esa jornada por el grave conflicto diplomático con Argelia, que ha retirado a su embajador después del giro copernicano del Gobierno hacia Marruecos, tras admitir por primera vez su soberanía sobre el Sahara, antigua colonia española.
Bajo un sol sofocante, los periodistas de todos los medios que siguen día a día al presidente intentan negociar con los responsables de la Secretaría de Estado de Comunicación (SEC) que pueda haber algunas palabras del presidente sobre un asunto de tamaña envergadura. Los informadores dan varias opciones, incluso la de poder tener un discreto aparte para charlar con Sánchez 'off the record'. La respuesta es tajante e invariable: no.
Lo previsto es que el presidente llegue a La Nave, se fotografíe con los organizadores del evento (en cuyo patrocinio participan destacados medios de comunicación, incluido ABC) en un 'photocall' ubicado a la entrada, aún en el exterior, y luego realice un circuito por la feria, deteniéndose en alguno de los puestos, hasta presidir finalmente un acto de entrega de premios a varios emprendedores. Lo hará sonriente y relajado, sin escatimar en tiempo ni gestos, en uno de los 'stands' se colocará, para delicia de los fotógrafos, una gorra, y terminará elogiando en fondo y forma el evento y la entrega de premios. «Me encanta el desorden ordenado de esta ceremonia», bromea. Pero ni una palabra a los medios.
Volvamos al momento anterior a su llegada, y a la conversación entre los periodistas y los responsables de la SEC. Los informadores muestran enfado porque ni siquiera se les quiera permitir intentar preguntar de viva voz al presidente a su llegada, y que luego él mismo decida si contestar o no, como ocurre en muchas ocasiones en el habitual toma y daca entre medios y dirigentes políticos. La tensión crece por momentos. Y una frase de un responsable de la SEC la desata definitivamente. «¿Qué quieres? ¿pegarle un grito al presidente?», le espeta a un veterano corresponsal de una gran cadena de televisión, que no duda en mostrar su indignación. «Nos habían llamado tertulianos, pero que ahora nos digan que gritamos es el colmo», lamenta otro periodista televisivo.
Se refiere a lo que dijo de los periodistas que cubrían la información del Gobierno el ya para entonces exsecretario de Estado de Comunicación, el periodista Miguel Ángel Oliver, hoy presidente de la Agencia Efe, a quien la profesión casi en pleno combatió con un manifiesto de protesta por el reparto y el sesgo de las preguntas en las ruedas de prensa de La Moncloa, aprovechando las restricciones a la presencialidad que se habían hecho por la pandemia. Y quien, como recordaba el citado periodista, en su momento se refirió a la doble condición de periodistas y tertulianos de algunos de los que cubren la información de La Moncloa como manera de desacreditarles.
Finalmente ese día, en Villaverde, los medios tuvieron imágenes del presidente, alguna ataviado con una simpática gorra, pero ninguna declaración sobre una de las crisis bilaterales más graves vividas en su mandato, que acababa de obligar al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a cancelar su asistencia a la Cumbre de las Américas.
El presidente prometió que iba a comparecer ante los medios para explicar su decisión, pero anunció que seguía en el cargo sin prensa
El episodio narrado, que no es el único de esas características, deja entrever la actitud hacia los medios del presidente Sánchez y su equipo, ahora que tras su amago de dimisión ha decidido poner el combate contra los bulos y la desinformación, e incluso contra los «pseudomedios», en el centro de su actuación política. Y se compadece mal con la imagen que durante mucho tiempo han cultivado el propio jefe del Ejecutivo y sus asesores.
Una imagen incluso de distancia y despreocupación hacia lo que se publica en nuestro país. No es inhabitual ver al director de Asuntos Institucionales del Gobierno, Iván García Yustos –el hombre que más próximo físicamente se encuentra al presidente y de cuya logística, desplazamientos incluidos, se encarga– esperarle en el pasillo del Congreso con varios ejemplares bien visibles de la prensa internacional, destacadamente el 'Financial Times' y 'The New York Times', que por su formato grande, habitual en la prensa cualificada anglosajona, no pasan desapercibidos.
El mensaje que se quiere trasladar parece claro: el presidente es un ávido lector de la prensa internacional, está para cosas más elevadas que los asuntos que copan las cabeceras españolas. Aun cuando parecería normal que esos mismos ejemplares le esperasen en el asiento de atrás del coche oficial para su lectura, sin esa ostentación pretendidamente involuntaria.
Las tertulias
Algunos de sus colaboradores se esforzaban hasta hace no mucho por presentar a un líder escasamente afectado por lo que publica la prensa española o lo que se cuece en los ambientes mediáticos. «¿Tú crees que el presidente pierde el tiempo escuchando tertulias?», indican para reforzar su argumento. Puede que el presidente no, pero desde luego quienes preparan sus discursos parecen escrutarlas al milímetro, como ha podido comprobar con asombro algún tertuliano de televisión (y no precisamente de los más asiduos) cuando se ha encontrado en algún discurso presidencial una alusión exacta a sus argumentos expuestos en alguna tertulia y una réplica de los mismos.
Todo ello, naturalmente, encaja con el cultivado perfil de presidente con buen cartel fuera de España, prestigio y ascendente en la Unión Europea (UE), fluido inglés (el primer inquilino de La Moncloa que posee esa cualidad) y dotes para las relaciones internacionales. «En el fondo, es alguien que siempre ha tenido cierta vocación de diplomático», asegura uno de sus colaboradores que le conoce desde hace más tiempo, antes incluso de llegar en 2018 a La Moncloa.
Sin embargo, ha sido lo publicado por medios de comunicación españoles, y en concreto por «digitales», como una y otra vez han reiterado Sánchez y los principales dirigentes de su Gobierno y de su Ejecutiva en el PSOE, lo que ha provocado la mayor crisis de su época en La Moncloa, e incluso de toda su carrera política. Lo que ya empieza a conocerse como los 'hechos de abril', o 'los cinco días de abril'. El amago de dimisión, paradójicamente o no, ha provocado los peores titulares que quepa imaginar para una Presidencia en la prensa internacional.
La Moncloa y Ferraz están alejándose de la apertura mediática que llegó con Zapatero. Se regresa a estándares de González
En esas cabeceras de prestigio con las que los responsables de la logística presidencial le esperan a la salida de un pleno parlamentario cualquiera. Aquellos que, palabra arriba o abajo, han dado cuenta al mundo entero, y a los dirigentes de otros países que también leen los mismos periódicos, de que al jefe del Gobierno de la cuarta economía de la zona euro le ha entrado una pájara, que ha sopesado dimitir, que su partido político ha vivido en estado de 'shock' y que todo ha sido por la presunta implicación de su esposa en un caso aparentemente de tráfico de influencias.
Una crisis, además, de la que se ha salido señalando directamente a medios de comunicación y apuntando a su financiación y a la publicidad institucional que reciben. La primera semana posterior a la crisis, en la que Sánchez planteó en su discurso en La Moncloa un «punto y aparte», ha supuesto más bien un punto y seguido en lo que a su relación con los medios de comunicación se refiere.
El presidente, en su carta a la ciudadanía del pasado 24 de abril que desató la crisis, prometió comparecer «ante los medios de comunicación» el lunes 29 para dar a conocer su decisión definitiva. Lo incumplió. Su discurso del lunes fue en las escalinatas de La Moncloa, sin redactores, y por tanto también sin preguntas, y sin ni siquiera fotógrafos más allá de los oficiales. En las siguientes veinticuatro horas, dejó bien a las claras que su política de entrevistas no había cambiado. Una primera en Radio Televisión Española (RTVE) y una segunda el martes por la mañana a la Cadena Ser, la única emisora privada a la que concede regularmente entrevistas fuera de las campañas electorales.
![Sánchez compareció el lunes sin convocar ni a redactores ni a fotógrafos. No hubo opción de preguntar por su no dimisión](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/04/sanchez_20240504173802-U08512045818Xzi-760x427@diario_abc.jpg)
La marginación de medios como la Cadena Cope u Onda Cero, que congregan a grandes audiencias, sobre todo en las horas matutinas, el 'primer time' radiofónico, corre pareja a otras marginaciones o vetos. Este periódico lo sufrió durante más de un año cuando fue excluido de los viajes presidenciales, alguno tan importante como el realizado el pasado otoño a Israel. En este año ABC sí ha podido acudir a algunos de esos viajes, aunque no a todos.
Las comparecencias de todo tipo ante los medios también evidencian una actitud poco amiga de fomentar el libre ejercicio de la profesión periodística. Las ruedas de prensa semanales de los martes tras el Consejo de Ministros son sometidas a un estricto control por parte de la Secretaría de Estado de Comunicación. Durante la etapa como portavoz de Isabel Rodríguez, hoy ministra de Vivienda, dos periodistas de 'El País' y de 'El Español', en representación del resto de profesionales que asisten cada semana a la sala de prensa de La Moncloa, protestaron por la restricción cada vez mayor del número de turnos de preguntas. Se conceden invariablemente seis, mucho menos que con otros Gobiernos (incluidos otros del PSOE), pero incluso ese día se redujeron aún más.
La reacción de la entonces portavoz fue de enfado mayúsculo. Con Pilar Alegría como sucesora la cosa no ha mejorado. Seis turnos de palabra de manera invariable, sea cual sea el voltaje informativo del día. Y claros sesgos en la concesión de esas preguntas. Baste decir que este diario y 'El Mundo', por ejemplo, preguntan en total mucho menos al Gobierno que uno solo de sus competidores en la prensa editada en Madrid, ya citado anteriormente. Cada vez que ha habido protestas de este tipo, la reacción ha sido de todo menos comprensiva. E incluso altos representantes gubernamentales han reprochado que en un mismo turno se acumulen varias preguntas o que éstas sean en ocasiones reiterativas.
El ministro Bolaños
Mención aparte merecen, desde hace tiempo, las declaraciones que ofrece en los actos públicos a los que acude uno de los pesos pesados del Gobierno, el ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. Su departamento de prensa requiere a los informadores, a los que de nuevo limita a tres los turnos de preguntas, y ni uno más, incluso el nombre de quienes van a preguntar. Desde noviembre, los periodistas que cubren la información de tribunales, y que ahora tienen a Bolaños en su negociado, han comprobado atónitos esta práctica.
En varios momentos los profesionales han mostrado su queja por este proceder. Lo más parecido a una respuesta que han recibido es cuando se les ha advertido que o se aceptan esas directrices o se acaban las comparecencias. La última vez que ocurrió esto fue el pasado viernes 26, en plena crisis por la reflexión abierta por Sánchez, cuando Bolaños compareció con la descrita brevedad en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, donde asistía a un acto. Ni siquiera la evidente excepcionalidad del momento permitió un relajo de esas normas.
Paradójicamente, o no tanto, la conducta de Sánchez hacia los medios parece inspirarse más en Felipe González, el antecesor en Ferraz y La Moncloa del que más claramente aparece ahora distanciado, que de José Luis Rodríguez Zapatero, con el que vive una innegable luna de miel política desde hace un año. Así lo piensa, por ejemplo, el veterano periodista Manuel Sánchez, uno de los profesionales que durante más tiempo ha cubierto la información del PSOE y que acaba de publicar en Ediciones B 'Zapatero, el legado progresista', una obra sobre el expresidente. En ella, describe la apertura que supuso la llegada de Zapatero al liderazgo del PSOE en el año 2000 con respecto a lo que se estilaba hasta entonces en la Ejecutiva socialista.
Unas viejas prácticas que ahora, describe el exredactor de 'El Mundo' o 'Público', ha recuperado la dirección sanchista. «Veinte años después puede decirse que el PSOE y el Gobierno han regresado a la relación político-mediática anterior a la llegada de Zapatero a la Secretaría General del PSOE, con muy ligeros avances en cuanto a pluralidad y transparencia», relata Manuel Sánchez, quien concluye que «en el fondo, se ha regresado a las esencias de la etapa de Felipe González».
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