Page muestra su rebeldía en el cara a cara de dos horas con Sánchez en Moncloa
Pide al presidente del Gobierno que desdeñe el cupo pactado con ERC y asegura que la riqueza de Cataluña es de todos los españoles
Page le dice a Sánchez que su acuerdo con ERC no puede ser la base del nuevo modelo de financiación
El tercer viernes consecutivo de reuniones bilaterales del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con los líderes autonómicos, tenía una estrella a la que nadie podía eclipsar, Emiliano García-Page. Y eso que quienes le precedieron en orden de llegada a La Moncloa (idéntico ... protocolo siempre, foto en las escalinatas y en el sofá, comparecencia del presidente de turno en la sala de prensa pequeña del complejo presidencial y luego en la grande del ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres) eran dos barones del Partido Popular que casi se estrenaban en una entrevista con Sánchez: el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, que no acudía a una cita similar desde 2018, y el de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, para el que era la primera vez.
Ambos celebraron, no sin cierto reproche irónico, ser recibidos en la sede de la Presidencia, en el caso del murciano, como él mismo expresó, «seis años y veinte cartas después», y en el caso del segundo desde su elección el año pasado, tras las elecciones autonómicas de 2023. Y dejaron clara, muy clara, su rotunda oposición a un concierto económico o cupo para Cataluña comprometido por el PSOE con ERC a cambio de la investidura como presidente de la Generalitat del socialista Salvador Illa.
Pero sus palabras no pudieron competir en expectación con la llegada del presidente de la Junta de Castilla-La Mancha a Madrid, sobre todo por saber si el 'vis a vis' con Sánchez podría rebajar en alguna medida sus críticas de los últimos meses a lo pactado con los independentistas, incluidas las que pronunció en el Comité Federal del PSOE el pasado 7 de septiembre. No hubo tal, como el mismo líder de los socialistas castellanomanchegos blasonó en su comparecencia de una hora, después de haber estado otras dos con Sánchez mano a mano, hasta el momento la reunión más larga entre un presidente autonómico y el jefe del Ejecutivo, que el próximo viernes recibirá a los presidentes de Aragón, Navarra y Canarias.
«Seguramente no se van a sorprender», comenzó diciendo García-Page, antes de mantener en fondo y forma su enmienda al acuerdo de su propio partido con ERC para, eventualmente, cederle el cien por cien de los impuestos a Cataluña, incluido el IRPF. Sin dejar de subrayar la cordialidad del encuentro, un extremo que confirman fuentes de su equipo -«ambos se conocen muy bien y saben dónde discrepan», explican- el presidente de Castilla-La Mancha dejó claro que el texto firmado con los independentistas no puede servir de punto de partida. «En la negociación, ninguna comunidad autónoma, desde luego no Castilla-La Mancha, va a tener como base de negociación el documento firmado entre el PSC y ERC.
Está bien como documento, si quieren, en la gobernabilidad de Cataluña, pero no va a ser, bajo ningún concepto, el documento a partir del cuál discutamos», sentenció. Al contrario, explicó, «me gustaría, y me he ofrecido al presidente del Gobierno, que la propuesta ni siquiera sea una propuesta cerrada del Gobierno, sino que sea después de haber mantenido un debate multilateral con todas las comunidades para intentar llegar a algo que ya sé que es difícil, como es cuadrar un círculo», afirmó en referencia a la reforma del sistema de financiación autonómica, sin renovar desde el año 2009, cuando José Luis Rodríguez Zapatero estaba en La Moncloa y otro socialista, José María Barreda, presidía la Junta de Castilla-La Mancha.
A partir de ahí, y después de enunciar una serie de principios de filosofía política, siempre poniendo por delante una cosmovisión de «izquierdas» o «socialdemócrata», García-Page aseveró que «cualquier sistema o modelo futuro pasa porque no se pueda discutir y replantear un concepto básico que deja claro la Constitución y que es lo más parecido a la soberanía nacional: la riqueza de España es de todos, es nacional. Y esto no es una frase hecha o un protocolo, es algo, créanme, que tiene mucha miga», espetó.
En otro momento precisó que «una inmensa mayoría se opondrá a que la riqueza, en vez de distribuirla entre todos, se empiece a dividir o a computar por territorios. Hablando de manera clara: he tenido ocasión de decírselo [a Sánchez] y creo que es bastante difícil de desmentir: la riqueza de Castilla-La Mancha no es de los castellanomanchegos; la riqueza de Cataluña no es de los catalanes, es de todos». Y, casi como 'cloenda', aseguró que si fuera «la comunidad más rica, Madrid», quien hiciera planteamientos como los de los independentistas, «yo hubiera dicho lo mismo y toda la izquierda hubiera salido en tromba».
Conferencia de presidentes
Sobre la manera o el lugar de debatir acerca del nuevo modelo de financiación, García-Page planteó su propio modelo. Pidió elaborar una ley de armonización para evitar, dijo, el «dumping fiscal» o que «se pida por un lado y se regale por el otro». Y advirtió contra el funcionamiento del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), que reúne a todos los consejeros autonómicos de Hacienda, del que dijo que no puede ser «el órgano definitivo» para adoptar decisión alguna, ya que el Gobierno central tiene el 50% de la decisión y podría imponer cualquier acuerdo con el concurso únicamente de una comunidad autónoma. «Y ya se les ocurre a ustedes cuál podría ser», afirmó socarronamente en referencia velada a Cataluña.
Antes de él, los barones del PP, en este caso López Miras y Mazón, insistieron en la negociación multilateral de la financiación, si bien el primero puso más el acento en el CPFF que en la Conferencia de Presidentes, como desde el primer día de la ronda en Moncloa hicieron otros de sus compañeros de partido como el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y el de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda. Algo que sirvió al ministro Ángel Víctor Torres (PSOE) para celebrar que un presidente popular dijese que ése era el órgano para abordar la financiación, si bien el Gobierno no concreta si se convocará próximamente, mientras que la Conferencia de Presidentes -que no se celebró en 2023 pese al compromiso gubernamental de convertirla en una cita anual- tendrá lugar en Cantabria antes del final de este año.
El Gobierno argumenta, y en ello insistió Torres, que en la Conferencia de Presidentes, que Sánchez pretende que aborde principalmente la problemática de la vivienda, hay muy poco tiempo para discutir, mientras que cada mandatario autonómico se puede explayar cara a cara en Moncloa.
Page replicó con rotundidad esa línea argumental. «Una conversación como ésta es aproximativa, es genérica», señaló, y añadió que «pedir que en una reunión de este tipo pueda haber muchas concreciones quizás es pedirle demasiado». Además, afirmó que «tampoco se puede convocar la Conferencia de Presidentes simplemente para cubrir ningún expediente. Ojalá pudiésemos tener tiempo, si quieren una conferencia de dos días [hasta ahora siempre han sido de una sola jornada, como la celebrada en 2022 en La Palma] podemos perfectamente. Constreñirnos por cuestiones que están en nuestras manos corregir no tendría que ser el problema. Eso son estrecheces», sentenció el único barón socialista con mayoría absoluta.
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