Pablo Vázquez, en el tren del CEO Feijóo

Expresidente de Renfe y antiguo asesor en el gabinete de Aznar, el líder del PP se fijó en este economista para poner en marcha su fundación

Pablo Vázquez saluda a Tony Blair en 1998, cuando formaba parte del Gabinete de la presidencia del Gobierno

Alberto Núñez Feijóo y Pablo Vázquez se conocieron por un hecho luctuoso, como fue el accidente del tren Vigo-Oporto en el que murieron cuatro personas en 2016, al descarrilar en la entrada de la estación de O Porriño (Pontevedra). El primero era presidente de ... la Xunta de Galicia y el segundo, presidente de Renfe. No volvieron a hablar hasta la pandemia, cuando Vázquez, ya en la consultora McKinsey, dirigió trabajos de asesoramiento para las comunidades autónomas en plena crisis sanitaria, y entre ellas estaba Galicia.

A Feijóo le debió de causar muy buena impresión el trabajo meticuloso y extremadamente riguroso de este economista y abogado, porque se quedó con su cara y su perfil, y cuando necesitó a alguien para poner en marcha la nueva fundación del PP pensó en él. El líder del PP le llamó por teléfono en diciembre y le ofreció ponerse manos a la obra para configurar un laboratorio de ideas que sirviera para alimentar el proyecto que debía llevarle a La Moncloa. Y Vázquez no se lo pensó demasiado. Perdía bastante dinero, pero a sus 57 años este ejecutivo con larga experiencia empresarial tiene otras motivaciones más sugerentes. La respuesta fue un 'sí, quiero'. Y así se subió al tren en marcha de Feijóo.

Las instrucciones que recibió Pablo Vázquez fueron un tanto imprecisas. Feijóo quiere resultados, no debates ideológicos, con propuestas y datos, muchos datos. El líder del PP, amigo de la gestión y el pragmatismo, pretende tener un organismo al servicio de Génova que rearme al partido con propuestas que vayan dirigidas no al centro-derecha, sino al conjunto de la población. «Feijóo quiere gobernar para todos, y pide propuestas para todos», subrayan en su entorno.

Por eso la tarea de Vázquez no será diseñar una fundación de centro-derecha que sobrecargue de ideología al partido, sino abrir un canal de comunicación con la sociedad civil y elaborar informes bien documentados sobre problemas concretos y posibles soluciones. Un ejemplo: en el caso del aborto, la fundación no entrará en si es un derecho o no. Su trabajo será analizar cuántos abortos hay en España, las causas, los motivos, las consecuencias para las mujeres y las medidas que pueden aplicarse para reducir su número, pero sin entrar en cuestiones morales ni ideológicas.

Pablo Vázquez, que a lo largo de su carrera ha pasado por universidades, el gabinete del presidente del Gobierno, la Fundación Fedea, Ineco, Renfe, McKinsey y Madrid Futuro, entre otros trabajos, valora de forma especial, a la hora de elegir un nuevo destino, quién es el jefe. Y en esta nueva etapa que empieza ahora no ha sido diferente. El economista ve a Feijóo como un CEO –director ejecutivo, por sus siglas en inglés–, que responde con resultados y pide lo mismo a sus subalternos. Quiere y exige gestión, logros, objetivos, y para ello valora algo de lo que Vázquez anda bastante sobrado, como es la experiencia.

Gabinete del presidente

Uno de sus primeros trabajos estuvo en La Moncloa, con José María Aznar como presidente del Gobierno. España debía entrar en el euro sí o sí, pese a partir de una situación en la que no se cumplía ningún objetivo, y el gabinete del presidente trabajó a toda máquina con informes y más informes sobre el camino que había que recorrer. Vázquez hizo ahí lo que mejor sabía como economista: analizar y relacionar números, datos y hechos. Tuvo poca relación con Aznar, con varios jefes entre medias hasta llegar al líder, pero le veía como una persona seria y un hombre de acción, al que no le gustaba dejar morir los problemas sobre la mesa o en un cajón, sino que era más de afrontarlos cuanto antes.

En la segunda legislatura de Aznar volvió a hacer trabajos de gabinete, esta vez más centrados en asuntos sociales y lo que se llamaba «bienestar», incluidas la educación, la sanidad y las pensiones. Vivió de primera mano una crisis que le marcó y se convirtió en una auténtica pesadilla para el Gobierno y sus asesores: la crisis de las vacas locas. Su etapa política se completó entre 2002 y marzo de 2004, en el cargo de subsecretario del Ministerio de Sanidad.

Cómo sería la experiencia política que optó por dedicarse a otros menesteres más gratificantes y no regresar hasta dos décadas después. Aunque, en realidad, su puesto en la fundación del PP, con la misión de ponerla en marcha y diseñar los equipos y los grupos de trabajo, no es política para él, sino un reto casi empresarial con un objetivo claro: ayudar con propuestas al proyecto que debe impulsar a Feijóo a La Moncloa.

Vázquez ocupa por ahora un despacho desangelado y pequeño en la tercera planta de Génova. Nada que ver con el despacho de honor que Pablo Casado cedió a Adolfo Suárez Illana, en la planta séptima, cuando le nombró presidente de la Fundación Concordia y Libertad, un órgano que se quedó a medio hacer, prácticamente sin arrancar, y que ahora afronta su reforma desde los cimientos. Porque se pretende cambiar hasta el nombre.

El plazo que se han dado en Génova para que la fundación tenga una presentación en condiciones, con el nuevo patronato constituido, es hasta principios del próximo mes como mucho. Habrá un presidente, del que aún se desconoce el nombre, pero vista la antelación con la que trabaja Feijóo, y la máxima discreción, lo más probable es que ya está decidido.

Pablo Vázquez ya está haciendo llamadas y, sobre todo, viendo papeles, muchos papeles, procedentes de distintas personas de la sociedad civil. Su principal misión es esa, leer, escuchar, valorar y crear equipos, con un horizonte claro, las elecciones generales de final de año. Pero su cometido no acaba ahí. Es un trabajo a medio plazo, que sirva como herramienta de trabajo al partido una vez pasadas las elecciones, sobre todo si gana y puede gobernar.

De momento, Vázquez no mira mucho más allá. Renuncia a la empresa privada, aunque por ahora mantiene el pluriempleo, por una misión que le llena más.

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