«¿Operación Atalanta? Un mercante ha sido secuestrado por piratas»
España lidera la misión que combate la piratería en el Índico. Los asaltantes han aprovechado la inestabilidad en Oriente Próximo para retomar la actividad, paralizada la última década, con 46 casos en 2024
Fragata española Numancia junto a un barco pesquero en aguas del océano Índico
Cuando el teléfono suena, todos se ponen alerta en el 'cerebro' de la misión que combate la piratería en el océano Índico. «¿Operación Atalanta?», responde un joven oficial serbio a miles de kilómetros de distancia, en el cuartel general de la misión ubicado en ... la base de Rota, en Cádiz. A continuación pregunta sin pausa toda una serie de detalles que pueden resultar cruciales en las siguientes horas: ¿nombre del barco?, ¿color?, ¿posición?... Y otra pregunta clave, ¿tiene el barco ciudadela? Ese es el nombre de las coloquialmente conocidas como 'habitaciones del pánico', las salas donde puede refugiarse la tripulación si el buque es tomado por piratas. Si se ha contado con todas las precauciones, ese habitáculo debe estar provisto de subsistencias para varios días, un sistema de mando del buque y comunicaciones. Pero no siempre es así y eso dificulta la labor de los rescatadores.
La última vez que tuvo lugar esta secuencia fue el pasado 5 de diciembre. La alerta la dio la Fuerza de Policía Marítima de Puntlandia porque un pesquero chino había sido secuestrado frente a la costa de Somalia. En la zona estaba la fragata española Santa María, que inmediatamente puso rumbo a la posición para monitorizar el buque y controlar la actividad de los piratas. Diez días después el pesquero sigue en manos de sus asaltantes, que retienen a bordo a una tripulación de 18 personas.
En total, durante el año 2024 se han producido 46 casos de piratería en la «extensísima» zona de operaciones de Atalanta, que incluye el golfo de Adén, la cuenca somalí, el mar Rojo, el golfo de Suez y el golfo de Aqaba. La misión fue puesta en marcha por la Unión Europea en el año 2008 para proporcionar seguridad marítima en la zona, lugar crucial para la economía mundial por el paso de buques mercantes y habitual zona de trabajo de barcos pesqueros. Los más de quince años de esta operación se pueden resumir «en una historia de éxito»: de más de 200 ataques anuales hace más de una década a su práctica desaparición en 2023.
De hecho, los asaltos piratas se habían convertido en algo residual hasta hace un año, cuando los asaltantes aprovecharon la inestabilidad de la región de Oriente Medio para retomar su actividad delictiva y volver a hacerse a la mar. Y aunque en ocasiones tienen éxito y logran hacerse con el control de algún buque hasta que cobran un rescate o son repelidos, son varias las misiones que vigilan de cerca su actividad hasta haber conseguido «parar en seco ese incremento de asaltos», según relata el comandante de la misión, el vicealmirante español Ignacio Villanueva. Este año, hasta 62 piratas han sido puestos a disposición de las autoridades judiciales: 35 por la Marina de India, otros 21 por Puntland y seis más por los medios de Atalanta.
En la mente de todos está el secuestro del atunero vasco Alakrana a varias millas de la costa de Somalia en el año 2009. Los 36 miembros de su tripulación –16 de ellos españoles– permanecieron 47 días retenidos antes de su liberación. Aquel suceso lo vivió de cerca el capitán de fragata Salvador Moreno, entonces jefe de operaciones de la fragata Canarias, que estaba desplegada en el Índico en el momento del secuestro y pudo detener a dos de los piratas, que más tarde fueron juzgados por la Audiencia Nacional y condenados a 439 años de prisión.
Cinco meses de misión
Moreno es ahora comandante de la fragata Reina Sofía, que en febrero del próximo año navegará una vez más hacia aguas del Índico tras unos intensos meses de preparación. Amarrado en la base de Rota, el buque se somete a los últimos preparativos antes de emprender una misión en la que su dotación, de 180 efectivos, estará inmersa durante los siguientes cinco meses. A ellos se sumarán otras 50 personas encargadas del manejo de los medios específicos que deben embarcar para estar preparados para la misión: un helicóptero SH60, unidades de Guerra Naval Especial y un equipo de drones Scan Eagle. También un equipo anti-drones, vital en el actual escenario de ataques de grupos hutíes desde Yemen. En la cámara de oficiales luce colgado un fusil de asalto soviético AK-47 incautado en un asalto pirata en el año 2012.
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ContinuarCualquier caso de piratería es seguido desde el Joint Operations Center (JOC), en la primera planta del cuartel general en la base roteña. Desde él se monitorizan todos los barcos de la zona, clasificados según un índice de riesgo que permite controlar cualquier actividad anómala que haga saltar las alarmas. Cuando hay un secuestro con rehenes se pone en marcha un complejo proceso diplomático y militar hasta la liberación del buque, que en ocasiones requiere del abordaje desde los barcos de Atalanta. Para esta decisión se tienen en cuenta muchas variables, como la opinión del país del barco, la de la nación a la que pertenecen las fuerzas de abordaje, las capacidades con las que se cuenta, si los rehenes están seguros,...
El vicealmirante Villanueva logró coordinar todo este sudoku de condiciones en menos de 24 horas el pasado mes de mayo para abordar el Basilisk, de bandera liberiana, aunque cuando tomaron el buque los piratas habían logrado huir solo media hora antes. Lo que sí pudieron hacer fue rescatar a la tripulación, que había quedado encerrada en una habitación sin víveres. «La piratería puede ser suprimida pero no erradicada», reconoce el jefe de la operación, que explica que los piratas suelen estar liderados por dos delincuentes profesionales a quienes siguen otros jóvenes engañados por la falta de oportunidades. «Eso sí, siempre van bien armados», añade el vicealmirante Villanueva desde su sala de operaciones.