PERFIL
El 'no marqués' De Aldama
Especializado en hacer agenda y abrir puertas de reuniones, escaló hasta la órbita de un ministro, pero hay quienes dicen que lo suyo era «todo humo»
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Víctor Gonzalo de Aldama (Madrid, 1978) ha salido del anonimato señalado por un rosario de delitos contra la hacienda pública, organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y blanqueo de capitales por presuntos negocios turbios junto a la mano de Koldo García, el exasesor de José ... Luis Ábalos en el Ministerio de Transportes. Pero su figura es un misterio.
Distintas personas que se han cruzado en su camino durante la última década dibujan el perfil de un vendedor de enciclopedias. Encantador, «simpatiquísimo», hábil en la distancia corta, astuto en la elección de compañero de pasillo, de fila, de asiento, de copa. Con el nudo de la corbata ancho, se dejaba ver en eventos del sector inmobiliario ya por 2012 y 2013, donde ya sonaba como experto captador de inversores y muy bien relacionado en el extranjero. Aquella fue su tarjeta de visita para saltar a otra empresa, de la que a los dos años salió dejando mal sabor de boca en el consejo de administración, sin haber aportado los fondos que decía tener ya casi a punto y que podrían haber contribuido a que la compañía esquivase un iceberg. Nunca llegaron, pese a sus viajes a México en busca de fortunas que trasladar al ladrillo español. Allí cultivaría una agenda propia de contactos. Era, dicen, «su especialidad».
Y el caso es que venía de hacer algo similar en el Córdoba Club de Fútbol, en 2011. Compromiso de compra con foto y apretón de manos y un dinero que por una cosa o por otra, no acababa de cruzar el charco. Daba declaraciones a los medios hablando ya de un plan deportivo, pero seguía faltando «el pequeño detalle», que diría un miembro de la directiva del club. El dinero, que se suponía salía del bolsillo de un político y empresario ecuatoriano de la élite de Guayaquil, nunca llegó a las cuentas del equipo y la operación se fue al traste.
De esa época cuentan que en el ladrillo fue acogido con cierta extrañeza. Un chaval de treinta y pocos, que recitaba nombres de inversores del tirón. Dejó creer -o hizo creer- que era nieto del Marqués de Aldama, familia en tiempos propietaria de terrenos que hoy ocupa en parte la exclusiva urbanización de La Moraleja, en Madrid. Lo cierto es que una consulta rápida cuestiona la posibilidad: en esa genealogía no hay apellido De Aldama desde el siglo XIX, pero nadie tenía por qué desconfiar. Al fin y al cabo, era una explicación plausible a la agenda que parecía tener. En su entorno laboral pensaban que le venía de cuna.
Peor se llevaba que se definiera como abogado porque recuerda un exsocio, «no hay más que leerle dos frases en WhatsApp». Las faltas de ortografía, considera, le contradicen.
La inauguración de sus dos restaurantes en los bajos de las Cuatro Torres de Madrid, en 2014, fue un «eventazo» que aún tiene rastro en las redes sociales, con concejal incluido. También allí enganchó un nuevo salto empresarial.
Inmobiliaria
Conoció al que sería su socio, Cristóbal Corredera, administrador único de la sociedad tras la marca comercial Grupo Vivir, una promotora de cooperativas. Se le ofrecería como solución al atasco que tenía en una urbanización en San Sebastián de los Reyes. Y funcionó. Montaron juntos Pilot Real State y durante un tiempo el constructor se instaló en la oficina de De Aldama en la calle Alfonso XII de Madrid, por donde cuentan que Koldo desfilaba ya desde 2018.
La relación mercantil se fue a pique por desconfianza: poco conocimiento del sector, mucho viaje a Latinoamérica, reuniones con gente «extraña» en aquella oficina, explican desde el entorno de Corredera. Sin embargo, el vínculo mercantil está vigente a día de hoy pese a los requerimientos del constructor al 'marqués' para disolver Pilot. También se le han dirigido peticiones, cuentan en ese mismo entorno, para que deje de utilizar la marca Grupo Vivir porque según subrayan, nunca fue suya.
MÁS INFORMACIÓN
«Era todo así, humo», dice otra fuente sobre Aldama, que subraya su querencia por los coches de lujo -le han sido intervenidos dos Ferrari, un Porche y un Range Rover-. Un tercero le define como «Antoñita la fantástica» para, a renglón seguido, reconocer que la impresión que transmitía, colaba: «Me lo tragué como un gilipollas».
No es el único consultado que se ha definido así. «Nunca me gustó nada», dice a ABC un muy importante empresario al que Aldama se acercó para que invirtiera en sus propuestas de negocio. «Actuaba con chulería y en cinco minutos de conversación te había dado siete nombres de supuestos contactos», añade.
Demasiadas muestras de ostentación por parte del comisionista hicieron que algunos hombres de negocios viraran en sentido contrario al verlo, por ejemplo cuando llegaba a un lujoso hotel madrileño «dando acelerones con un Porsche o un Ferrari y paseándose por la cafetería con dos mujeres con enormes plataformas y mínimas faldas».
«Abría puertas»
En aquellos años ya conocía, dice una persona que trabajó con él, a Javier Hidalgo. El primer contacto de Aldama con la aerolínea fue cuando el intermediario se presentó a la dirección de Globalia en 2018 en un hotel que el grupo posee en México. En los albores de la pandemia, surgió una oportunidad de negocio, una inversión en una 'start up' que ofrecía una aplicación para llevar medicamentos a domicilio.
Según explican fuentes conocedoras a ABC, Hidalgo, que conocía a sus fundadores, llevó a Aldama a la ronda de negociación. Aportaron 100.000 euros cada uno, aunque Aldama lo hizo a través de un fondo. El porcentaje sería importante, pero hoy el proyecto sigue paralizado en los tribunales. Aldama se implicó y, dicen, «otra cosa no, pero puertas de reuniones abría».
Le atribuyen en ese entorno un acuerdo con el presidente de Correos para poner en marcha un proyecto piloto que se estrenaría en la ciudad de León: la sociedad pública asumiría el reparto de los medicamentos adquiridos por Telefarmacia App. Fue anunciado con nota de prensa y fue, según los consultados, una gestión «100% de Aldama».
También abrió reuniones en el Ministerio de Sanidad y llegó a sentar a los promotores de la start up con la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, para hablarle del negocio. De poco serviría cuando los colegios farmacéuticos se pusieron en pie de guerra. Aún litigan. Es de esa época también su desembarco en el Zamora Club de Fútbol junto al empresario Alfredo Ruiz Plaza, de Compass Group, y que figuraba con él en sociedades de aquellos años. Dice la Guardia Civil que un millón y medio de euros de las mascarillas acabó en acciones del equipo. Sigue siendo el presidente y es de los polémicos. En mayo de 2023 el acta de un encuentro recogió que bajó del palco e increpó al árbitro al grito de «estaréis orgullosos de lo que habéis hecho, que aquí come mucha gente». Fue sancionado.
Hay otra ficha de partido que llama la atención. Es del pasado 4 de febrero, a dos semanas de ser detenido. La Real Federación Española de Fútbol recoge que al término, en el túnel de vestuarios, una persona increpó a un jugador adversario: «¡Habéis perdido, joderos!». Cuando le pidieron identificarse, vociferó «tú no sabes quién soy yo, puedo estar donde quiera porque soy el dueño de todo esto». El 'dueño' es Victor. En el acta consta Javier de Aldama, el nombre de uno de sus hermanos. El otro, Rubén, es Policía y también tenía relación con Koldo, como acreditó la UCO. Y con Koldo, llegaron en 2020 las mascarillas.
Según contó De Aldama a los inspectores de Hacienda que en 2022 le pusieron contra las cuerdas, como consultor externo de Air Europa tenía la misión de conseguir que Venezuela restituyese el dinero que adeuda a Globalia -le iban a pagar cinco millones de dólares pero no lo logró- y después, contribuir a que el Gobierno fuese favorable a rescatar la aerolínea.
En este contexto, llegó la pandemia, supo de primera mano de la urgencia de conseguir mascarillas y se puso en contacto con quien podía conseguirlas: Juan Carlos Cueto, conocido de la Audiencia Nacional por tramas de corrupción en Angola y pendiente de juicio, pero con un entramado de empresas. Revitalizaron la mercantil Soluciones de Gestión, con sede en un pequeño despacho en Zaragoza, y la utilizaron para los contratos.
Aldama aportó los que firmó con esta sociedad ante Hacienda. Por escrito se compromete a asesorar para la consecución de la adjudicación de Puertos del Estado pero lo firma el mismo día que el organismo público ya les ha dado el contrato. Después, a 29 de abril, añadiría una adenda para la consecución de otras adjudicaciones en «negociación»: Interior, Canarias y Baleares.
Fueron al final, 53 millones de dinero público. «La gente reniega de él y de sus sociedades porque lo conocen, conocen su fama de mal pagador, de 'marrullero' y porque es un tío que ha tenido unas relaciones que no se saben...», diría Cueto sobre Aldama en un audio transcrito por la Guardia Civil. Y se ajusta bastante a la visión que trasladan los consultados por ABC sobre el no marqués que llegó a la órbita del ministro.
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