Jesús, el escolta de la presidenta de Eulen curtido contra el terrorismo y el crimen organizado: «Hice lo que tenía que hacer»
Tiene 53 años y empezó en el mundo de la seguridad como gerente de una división regional de la empresa, luego protegió al fundador y ahora a su hija
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«Ha sido un buen susto, pero estoy bien. Yo soy un hombre de pueblo, tranquilo. Ya pasó y no hay más. No hay que darle importancia. Hice lo que tenía que hacer». Así habla Jesús, el escolta de la presidenta de Eulen, María José ... Álvarez, a la gente de su entorno que se interesa por su estado después del violento asalto del que fueron víctimas la madrugada del pasado lunes y consiguió abortar con dos tiros. Jesús tiene un excelente predicamento entre quienes le conocen.
«Es un gran profesional y tuvo una actuación brillante. Porque es muy complicado lo que ha hecho. Solo hay un 3 por ciento de éxito en evitar este tipo de actuaciones», relata a ABC una persona que conoce bien a este manchego de 53 años, casado y con hijos. Los distintos consultados coinciden en que Jesús es un tipo «sencillo, súper normal y muy discreto». Lleva en el mundo de la seguridad privada más de tres décadas. Tiene una dilatadísima trayectoria, siempre vinculada al sector y al entramado empresarial de Eulen.
De hecho, comenzó como gerente de la delegación en Castilla-La Mancha de la división de seguridad, Prosesa. Luego, pasó a las labores de escolta, propiamente dichas. Para ello, se entrenó en el centro de formación que el Grupo Eulen tenía en Can Padró, en la provincia de Barcelona, «que estaba entonces considerado el mejor de España». De él salieron varias generaciones de grandes protectores de personalidades. Contaban con un campo de tiro, uno de incendios, otro de conducción, una masía...
La selección de escoltas para Eulen, entonces, se hizo sobre todo entre personal que ya trabajaba en el emporio empresarial, a los que se entrenó específicamente. Entre esas personas estaba él. Al principio de su carrera trabajó para otros directivos, hasta que, por petición expresa de David Álvarez, el fundador de Eulen, comenzó a ser su escolta personal. También le encargó en determinadas ocasiones proteger a personalidades invitadas por «el señor Álvarez», como todos los consultados recuerdan al gran empresario.
Crimen organizado
«María José era la niña de los ojos de don David, de ahí el enfrentamiento familiar que existe, porque sus hermanos no asumen que la dejara al frente del grupo, que fuera su heredera. Y ella, que es una enorme trabajadora, también heredó la escolta de Jesús al morir el padre en 2015, por su gran profesionalidad y discreción», añade una persona que conoce a ambos. Los más de 15 años que estuvo con David Álvarez se especializó, sobre todo, en posibles amenazas del terrorismo etarra y en la del crimen organizado, que es, en la actualidad, el mayor reto para los escoltas de grandes empresarios.
Jesús se formó, y es un experto, en conducción y tiro, y también cuenta con conocimientos en la protección contra un ataque yihadista. Una versión, en el sentido de la seguridad personal, distinta a la de ETA y donde se puso el foco tras la desaparición de la actividad terrorista de la banda vasca, en 2012. Sin embargo, debido al carácter mucho menos selectivo y más en masa de los atentados islamistas, las especializaciones se han centrado más en el crimen organizado. De hecho, Jesús (como manda le ley al respecto) realiza al menos un curso de reciclaje de 20 horas cada año.
María José Álvarez, presidenta de Eulen
El punto exacto para que el engranaje funcione es que se mantenga en una relación profesional con el cliente, porque pueden generarse conflictos. El que manda, al final, es el protegido. La de María José y Jesús es una relación cordial y de confianza. Un ejemplo es que cuando ella acudía al Oyster y otros restaurantes de la zona, al que van personalidades y exfutbolistas como Iker Casillas o Fernando Hierro, no se sentaba a la mesa con su jefa. Es la práctica habitual tanto de veteranos como de los que acaban de incorporarse a un trabajo de estas características.
«Es una persona muy sencilla, con el típico perfil muy profesional, porque llevar tantos años con una misma persona es algo muy complejo en cuanto a las relaciones humanas. Eso solo lo consiguen quienes logran el equilibrio entre una relación laboral pero a la vez de cordialidad, en este caso, con María José. Ella le tiene mucho cariño y más ahora, pues debe de estarle muy agradecida por su actuación del otro día», abunda otra persona que les ha tratado. «Con el señor Álvarez, ocurría igual. Donde le veías a él, veías a Jesús. El señor Álvarez era intachable, con cero conflictos, y Jesús tenía un entrenamiento perfecto, pero la propia personalidad del protegido le facilitaba mucho el trabajo», remachan. Par alguien tan leal, su sueldo debe de rondar los 3.000 o 3.500 euros mensuales, y más con la antigüedad de Jesús. El salario habitual es de unos 2.500-2.000, aunque cuando se protege a un grupo de personas durante una serie de días se puede cobrar hasta 200 euros a la hora.
En formación continua
Los escoltas, a diferencia de los vigilantes, van siempre de paisano, utilizan una pistola del calibre 9 milímetros parabelum (en vez de un revólver del 38 o simplemente ir desarmados), portan una identificación y requieren una formación continua. Jesús usa una de la marca Glock. Si el título lo sacan en una academia homologada por el Ministerio del Interior, deben cubrir 180 horas básicas de formación (como los vigilantes) y 60 más específicas de escoltas, tanto en pruebas teóricas como físicas. Son 330 horas si se hace por medio de un certificado de profesionalidad.
En el terreno de la protección empresarial, se está recibiendo formación, por ejemplo, en ecoterrorismo (dueños de farmacéuticas o de industrias que contaminan, que pueden ser objeto de atentados, secuestros o incluso que les quemen sus casas), pero también, como ocurre con Jesús, se especializan en conocer las técnicas de vigilancias y seguimientos de las bandas de crimen organizado como la que emboscó en La Florida al coche de María José Álvarez.
Otros casos son los de socios que acaban fatal por un mal negocio y que sufren amenazas. «El delincuente busca el momento y lugar idóneos y nuestro trabajo es prevenir, prevenir, prevenir. Detectar seguimientos, vigilancias, comportamientos anómalos y trabajar en rutas alternativas y cambios de horario«, precisa otra fuente.
En cuanto al cuidado de los políticos, el riesgo es mucho más alto. «Siempre hay gente que cree que, si no son de tu ideología, es legítimo agredirles. Puede ser un insulto, un bofetón o aparecer un desequilibrado y clavar una navaja», explica un veterano del sector.
«Se trata de un sector hiperregularizado«, detalla el presidente de la Asociación Española de Escoltas y Profesionales de la Seguridad (ASES), Vicente de la Cruz. »En España, obligatoriamente los escoltas se contratan a través de una empresa, por ley. El escolta libre no existe, es un delito. Los hay pirata, que están muy penados (desde 30.000 euros de sanción)«, añade, aunque reconoce que siguen existiendo, sobre todo expolicías, gente habitual de los gimnasios y porteros de discoteca. Por cierto, no todo el mundo puede contratar a un guardaespaldas: »Hay que solicitar una autorización expresa al Ministerio del Interior, que gestionan las empresas de seguridad, pues es el organismo que evalúa el riesgo potencial y decide. Pero hay casos, como los de constructores que se mueven en ambientes turbios, o quienes tienen antecedentes, a los que no se les autoriza, porque el problema que tienen es su propio comportamiento. Y esta gente recurre al 'mercado B'. Esos 'protectores' no te dan ninguna garantía, no están homologados e incluso pueden extorsionar a sus clientes«, precisa.
Exceso de temporalidad
En 2012, cuando ETA anunció su disolución, había 5.000 escoltas en activo, y se fueron a la calle 4.000 (los hubo que se reengancharon en empresas de seguridad, pero otros montaron bares, se hicieron taxistas o se vieron obligados a trabajar en países en vías de desarrollo). En la actualidad, hay muchos, unos 20.000, «aunque gente que tenga posibilidad de ser contratada son muchos menos». En Madrid existen unos 800, pero el problema es que, aunque tienen que ser contratados mediante una de las 27 empresas existentes, se trata de trabajos temporales, con servicios de 15 días o en giras de verano de artistas de renombre. Y no se permite la figura del trabajador autónomo. La División de Formación y Perfeccionamiento de la Policía Nacional establece la formación y la Central de Seguridad Privada, con sus delegaciones provinciales, inspecciona y sanciona.