De tú a tú con la muerte: la lucha de los bomberos por salvar a quien no quiere vivir
La Unidad de Intervención en Tentativa Suicida de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, fundada en 2017, interviene cada año en 350 rescates; los ejecutados con éxito han crecido un 107% en cuatro años
El día a día de los bomberos de Madrid: «En el Parque somos como una familia»

Era una madrugada de 2013 cuando las señales luminosas del parque de Bomberos 02 (Manuel Becerra) se encendieron y el ruido de las sirenas alertó a todos los que permanecían de guardia. Sergio Tubío, corriendo, se preparó para la intervención sin saber que esa noche ... su vida cambiaría. El código lo dejaba claro: no era un incendio o un accidente de tráfico, sino el intento de suicidio de un joven de 16 años que amenazaba con precipitarse desde su vivienda. Cuando llegaron, nada pudieron hacer por salvarlo, tan solo trabajar en recuperar el cadáver de una zona inaccesible para el resto de servicios de emergencias.
En ese momento, una pregunta invadió los pensamientos de Tubío: ¿cómo un chico de 16 años podía poner fin así a sus problemas? «Si no lo entiendo, ¿cómo voy a llegar a tiempo antes de que salte? ¿Cómo sabré cómo tratarlo?». Las cuestiones se repetían una y otra vez en la mente del bombero, pese a que no era la primera vez que intervenía en una situación similar.
El Cuerpo, por aquel entonces, carecía de un protocolo para hacer frente a las intervenciones en las que hay que tratar de salvar a quienes no quieren vivir. «Desde que tenemos escalera, una cuerda o una autoescala, los bomberos atendemos los suicidios. Lo que ocurría es que solo podíamos tirar de instinto o de experiencias personales para actuar», recuerda diez años después este bilbaíno, afincado en Madrid desde hace dos décadas. La situación, en cuanto a información era tan precaria que tan solo tenían unos documentos que hablaban de qué vehículos llevar y que les instaban, aunque parezca una obviedad, a evitar que el suicida consumase su intención.
Tubío se propuso cambiarlo, crear una metodología. Habló con una vecina psicóloga que le proporcionó una guía en inglés de salud mental; en sus ratos libres se dedicaba a buscar documentos en internet... Todo hasta que esa guía fue cobrando forma. Pasaron cuatro años, pero el trabajo dio sus frutos y configuró un borrador que podía ser útil para todos los compañeros del Cuerpo. Sin saberlo, Tubío se acababa de convertir en el fundador de la Unidad de Capacitación Profesional en Intervención en Tentativa Suicida de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid (hasta hace unos meses llamada Intervención en Tentativa de Suicidio, ITS).
Treinta personas
«Un compañero me animó a presentarlo a la Jefatura y a la Escuela de Bomberos. Mandé la carta y al día siguiente me citaron; un día más tarde ya tenía el encargo de fundar la unidad», recuerda Tubío, que contactó con compañeros que tenían las mismas preocupaciones, psicólogos, expertos en defensa personal y especialistas en altura... Seis años después, la unidad la conforman treinta bomberos de Madrid, psicólogos y un médico forense que se va a incorporar en las próximas semanas.



«El eje de nuestra metodología de trabajo está desarrollado desde la comprensión de lo que es la conducta suicida«, explica Tubío: »Es multicausal, existe un elemento detonador, pero detrás hay mucho más«. Hasta que confeccionaron los documentos, hacían los rescates »sin ser conscientes de cómo y de qué había funcionado«. Entonces empezaron a darle importancia a las conductas: despedidas en redes sociales, llamadas a sus allegados, entregas de objetos personales a terceros... Y, ya en el suceso, planificar la intervención, acordonar el área, poner colchones antes de acercarse lentamente a la persona...
La Unidad ITS de los Bomberos de Madrid es única en el mundo por su labor de divulgación, capacitación y creación de documentos dentro de los cuerpos de emergencias. Dar respuesta a la conducta suicida es lo que les diferencia. Tanto que han logrado que la formación en actuaciones de tentativa suicida sea obligatoria para todos los bomberos de Madrid, donde en los últimos años Tubío y su equipo han formado a más de 1.500 compañeros. «Igual que nos preparamos y entrenamos para subir a la planta número 30 de un edificio tenemos que prepararnos para tratar la conducta suicida», dice.
Cifras en ascenso
Ahora, han dado el salto al otro lado del Atlántico y acaban de volver de México. «El objetivo es extender la metodología de trabajo a nivel internacional y que ciudadanos de todo el mundo reciban la mejor atención posible», confiesa este bombero, tratando de restarle importancia a lo cosechado y poniendo siempre el foco en el equipo y en la importancia de la coordinación entre todos los servicios de emergencia.
En la ciudad de Madrid, participan en 350 actuaciones de tentativa suicida al año. Pero hay muchas más en las que su presencia no es necesaria. Desde 2018 a 2022, el número de fallecidos por suicidio en España ha aumentado un 13% y el número de rescates con éxito realizados por los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid se ha incrementado un 107%. «Vemos más fallecidos por suicidios que por incendios o accidentes de tráfico», revela el coordinador de la unidad. La metodología les permite evaluar los riesgos en una crisis y minimizarlos o eliminarlos para ejecutar el salvamento de la persona con el material adecuado.
Pero, sobre todo, «humanizar las intervenciones». «Es lo más efectivo para que la persona dé el paso que favorezca su recuperación. Trabajamos con personas que sufren desesperanza, que ven que la muerte es la única solución porque nada de su entorno puede cambiar. Piensan que todo está perdido, pero no es así, hay factores externos que pueden modificarse pero el cerebro no les deja ver las alternativas en esos momentos de desesperanza», afirma Tubío, que cada día lucha contra la muerte. Y subraya: «Cualquiera se puede ver en la situación en la que todo se hunda y aflore el suicidio. Hay que perder el miedo a sentirse vulnerables. Todos podemos serlo y nosotros, como bomberos, también. No nos han educado para detectar conductas suicidas, pero todos podemos hacer algo«.
Por eso, Tubío y sus compañeros trabajan desde la perspectiva de que los que piensan quitarse la vida no los vean como una amenaza. «En el primer momento, no quieren ser ayudados porque la crisis suicida es de agitación temporal y desorganización, no tienen esa capacidad de autoayuda, solo sufrimiento y el sentimiento de soledad. Lo primero es realizar una conexión, presentarnos, que entienda que solo queremos ayudarlo a desarticular esa crisis», explica. Escuchan el llanto, dejan que descarguen las emociones, no interrumpen la conversación... Todo para intentar que desista voluntariamente de las intenciones. «Quitárselo de la cabeza no es buena estrategia, porque contrarrestaría sus sentimientos. Solo les instamos a que valoren una alternativa para darse otra oportunidad», expone.
En Madrid existen recursos relacionados con la conducta suicida y la prevención, como los teléfonos de atención a la conducta suicida (024), el de la esperanza (717 00 37 17 / 915 49 00 55) y el de prevención del suicidio (900 92 55 55).
La labor social que realizan les ha llevado este año a recibir el Premio al Mejor Proyecto por su Impacto Social que concede la Fundación Mapfre y que el martes les entregará la reina Doña Sofía. Dotado con 30.000 euros, los donarán íntegramente a asociaciones de víctimas y familiares. «Es un reconocimiento motivador para seguir trabajando y ofrecer una mejor respuesta a la ciudadanía», valora este bombero, que en su jornada trata de tú a tú las muertes voluntarias, pero también, a aquellos que deciden aferrarse a la vida.
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