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Turismo criminal: la delincuencia itinerante copa los robos en pisos y los hurtos del amor

Georgianos, croatas, colombianos y chilenos están detrás de la mayoría de asaltos a viviendas de Madrid

Los soldados yonquis de la mafia georgiana

Un capo de la mafia georgiana, captado por la Policía Nacional en Madrid abc
Carlos Hidalgo

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«Aunque el Ministerio del Interior no querrá nunca reconocerlo, prácticamente el cien por cien de los robos en viviendas en Madrid son cometidos por grupos u organizaciones criminales extranjeras. Y buena parte se trata de sujetos que llegan a España expresamente a delinquir. Pasan aquí unos meses y luego vuelven a sus países de origen o se marchan a Francia, Italia, Alemania o cualquier otra nación de la Unión Europea».

Así resume a este periódico un experto investigador de delitos patrimoniales el panorama actual de la llamada delincuencia itinerante. El último ejemplo lo hemos tenido en la llamada operación Hábitat Rondón, explotada hace unos días por la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid. El dispositivo se saldó con cinco colombianos detenidos (hay un sexto encartado que se libró de la prisión provisional al encontrarse de juerga cuando los funcionarios irrumpieron en las viviendas, situadas en la capital y en Parla); de ellos, solo uno, el cabecilla, residía en España desde 2018. El resto del clan había llegado recientemente al país para delinquir.

Culminaron un total de 15 asaltos a chalés de clase media-alta, principalmente en zonas rurales de la región, con especial hincapié en Galapagar. «Si han entrado en prisión es porque tenían antecedentes previos de haber venido de 'turismo', en ocasiones anteriores, también a pegar palos en viviendas», añaden fuentes del caso.

Durante 2022, último con datos completos, se denunciaron 26 robos con fuerza en domicilios al día en la región. Alrededor del 60% fueron a manos de bandas georgianas, las más potentes en estas lides en todo el territorio europeo. Se calcula que unas 200 personas de este país del este se mueven, por épocas, en Madrid, para perpetrar estos delitos. Son, además, los más sofisticados: utilizan el ganzuado, el 'bumping' (extracción de bombines) e 'impresioning' (la copia de moldes de llaves), tres de las técnicas más complicadas.

«Además, a diferencia del resto de nacionalidades, no están realmente asentados aquí; pero sí llegan continuamente a Madrid. Se quedan en hostales, pero cada vez es más frecuente el uso de pisos. Asimismo, son rapidísimos colocando los botines, generalmente joyas, porque cuentan con una red estable de receptadores. Si a un clan georgiano no lo pillas a las veinticuatro horas de haber dado un golpe, es muy complicado recuperar lo sustraído», añade otro experto.

Croatas: mujeres muy jóvenes

En segundo término tenemos a los croatas («cada nacionalidad opera de una manera distinta, con su propio patrón»). La diferencia principal es que las autoras son mujeres muy jóvenes, de 18 o 20 años. «Pasan muy desapercibidas, porque van bien vestidas. Y trabajan más la técnica del resbalón», que consiste en insertar una fina lámina entre el pestillo y el frontal de la puerta aprovechando que los moradores se han ido sin echar la llave). Otro rasgo común, a diferencia de los georgianos, es que suelen sacar a su país lo que roban: «Cuando se les detienen tienen las joyas encima».

El jefe de un grupo georgiano, Darsadze, pide explicaciones a dos lugartenientes abc

Las bandas europeas «vienen a España por carretera o por avión». Y, en el caso de los vuelos, suelen ser internos, ya en territorio continental, desde Francia o Italia. Así consiguen eludir cualquier vigilancia, al entrar por territorio Schengen. «El problema es que en esas rutas prácticamente no hay controles. A no ser que tengan, por ejemplo, una requisitoria o una orden de detención ilegal vigente. Solo se hacen controles de identidad, no de antecedentes, por lo que llegan constantemente.

Temporadas 'calientes'

Eso sí, hay temporadas y temporadas. Las más fuertes son el verano (cuando más vacaciones pasan fuera de sus casas las víctimas), los puentes largos (como el de principios de diciembre) o la Semana Santa. Algo que se ha visto en otra operación, bautizada Amarante, que salpicó recientemente a casi toda la geografía española. Los detenidos eran de una mafia croata.

En cuanto a los grupos latinoamericanos, los colombianos y los chilenos son los principales con mayor movilidad geográfica. Su manera de actuar es muy similar entre ambos: suelen estar más asentados en España que el resto de bandas extranjeras. Se mueven mucho por toda Europa, en territorio Schengen. Vienen con el visado de turistas, se quedan los tres meses y se van. En cuanto al 'modus operandi', son más de romper las cerraduras y también cuentan con receptadores en España.

Hace años, sobre todo a raíz de la apertura de las fronteras para Rumanía hacia el resto de Europa, eran personas de este país del este las que venían a perpetrar robos en viviendas. «Pero ahora se están dedicando mucho más a los llamados hurtos amorosos. Cuando más se dan son en verano, porque los principales objetivos, además de los ancianos, son los turistas. Se les acercan y les dan abrazos o besos, mientras aprovechan para quitarles relojes o colgantes de oro», explican las fuentes consultadas.

Leyes muy benévolas

En la operación Bellator, la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional le echó el guante a 42 personas (38 en España, tres en Rumanía y uno en Portugal) y recuperó 66 relojes de lujo, más de 200 piezas de joyería, dinero, móviles y coches de alta gama. Los patriarcas, desde Tanderei, impartían las órdenes e instruían a sus hijos y sobrinos que actuaban en España (tres arrestados eran menores de edad). Tenían su base en Getafe.

La razón por la que España es uno de los países más castigados por este turismo criminal es, básicamente, por la laxitud de nuestras leyes en delitos patrimoniales como los hurtos o los cometidos con fuerza. Por eso eligen viviendas sin moradores, para evitar enfrentamientos y que se cataloguen como robos con violencia e intimidación, que sí están más perseguidos jurídicamente. «No en vano, cuando los detenemos, muchos de ellos reconocen: 'En España es fácil que, aunque me detengan, me pongan en libertad. Me sale rentable lo que hago'».

En la última gran operación contra una mafia georgiana de este tipo se produjeron 20 detenciones. Todos quedaron en libertad, a la espera de un juicio al que, muy probablemente, ni siquiera se presenten.

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