El triple asesino de Morata mató a su compañero de celda tras jugar al ajedrez

Dilawar Fazal, en preventiva desde el 24 de enero en Estremera, utilizó una pesa de su víctima para machacarlo

El preso búlgaro muerto entraba y salía de la cárcel desde 2012, la última vez por cortar los pezones a su pareja

El preso asesinado por el criminal de Morata de Tajuña es Angel, búlgaro de 40 años detenido por violencia de género

Dilawar Hussain, asesino confeso de los tres ancianos de Morata de Tajuña, en el registro de su casa en Arganda del Rey, el 22 de enero pasado guillermo navarro

La voz sonó fría, metálica, a través del interfono de la celda: «Funcionario, he matado a mi compañero». Era el anuncio de su cuarto asesinato en dos meses. Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, paquistaní de 42 años, que en diciembre acabó con la vida de los tres hermanos Gutiérrez Ayuso, de Morata de Tajuña, por una supuesta deuda, no tiene más que perder. Probablemente conocedor de que le espera una sentencia de prisión permanente revisable, machacó la noche de ayer la cabeza del que era su compañero de celda, en Estremera (Madrid VII). Un rato antes habían estado jugando al ajedrez, como si no pasara nada.

El Negro, que es como se conoce a este asesino en serie, ingresó en el penal el 24 de enero pasado, por las muertes de los que habían sido sus caseros. También les dio golpes, esta vez con una barra de hierro, hasta que dejaron de respirar. Entonces, acabó reconociendo la autoría de los hechos ante el juzgado de guardia de Arganda del Rey. Ayer, volvió a delatarse, después de utilizar una mancuerna fabricada 'artesanalmente' y que, en principio, era de su víctima, ya que llevaba más meses entre rejas y tuvo tiempo para confeccionarla.

Fuentes penitenciarias explican a ABC que suelen elaborarlas con un palo de escoba o similar y dos botellas grandes de agua, en las que a veces meten incluso piedras, para hacer ejercicio. Lo cierto es que ese tipo de material está totalmente prohibido en el interior de los calabozos; solo pueden usarse en las instalaciones del gimnasio de la prisión.

Cuando el funcionario acudió al aviso del homicida confeso, le preguntó qué había pasado: «Hace un rato que lo he matado», repitió, pero añadiendo el matiz temporal. Por eso, una de las hipótesis que surgen es si le golpeó en la cabeza durante una discusión pero pensó que lo había dejado inconsciente, pero no fallecido. Y esa fue la razón por la que tardó tanto tiempo en llamar al empleado.

Lo cierto es que en la prisión ha causado una gran sorpresa lo sucedido. Dilawar, pese a su historial (a una de las hermanas de Morata también la había agredido con un martillo hace una año, motivo de su primer ingreso en Estremera), no había protagonizado ningún suceso grave. «Es un reo malencarado, con una actitud altiva, pero poco más», explican trabajadores de prisiones.

En cuanto a la relación con el búlgaro, Angel Asenov Velikov, nacido en Bulgaria el 23 de julio de 1983, era buena, según quienes los trataban. Es más, se distraían por las tardes jugando al ajedrez, cosa que hacían también por las noches, ya con las celdas cerradas. Una de las tantas especulaciones que se hacían ayer era si durante esa última partida se produjo algún enfrentamiento que desencadenara este final tan sangriento. Tras dar parte el empleado a la Guardia Civil de lo que había hecho Dilawar, fue trasladado a una celda de aislamiento.

Al cierre de esta edición, pasaba por el mismo proceso que hace menos de un mes: tras confesar este nuevo crimen, permanecía callado, circunspecto. A la espera de que su abogada se haga cargo de él, es probable que le aconseje que no declare ante la autoridad policial y espere a pasar a disposición judicial.

Sin enfermedad mental diagnosticada

El paquistaní llegó a una celda de ingreso, individual, el 24 de enero. Pasó por las revisiones médicas, psicológicas y del trabajador social. No se detectaron enfermedades mentales, lo que no significa que no sufra algún tipo de alteración, como una psicopatía, que le haga insensible al dolor ajeno causado. Hablamos de cuatro muertes violentas de su mano.

Luego, fue llevado al módulo 12, que está considerado uno de los más peligrosos, donde se 'alojan' los presos preventivos especialmente conflictivos. Y fue cuando le pusieron a Angel como acompañante (que no preso sombra, al no estar Dilawar en el protocolo de prevención de suicidios ni haber recibido el búlgaro la formación para ello), durmiendo en la misma litera.

Es habitual que convivan dos reos de esta índole juntos, pues ponerlos con otros con buenas aptitudes sociales podría poner en riesgo su proceso de reinserción, explican fuentes penitenciarias. Al paquistaní, hasta cierto punto y en el poco tiempo que llevaba allí, se le consideraba casi un «preso modélico», aunque no estaba categorizado por ser preventivo. Ayer, los sindicatos de prisiones se quejaban de que, si se le hubiese catalogado con anterioridad, quizá habrían evitado esta situación luctuosa.

El cierre de celdas se realiza entre las 21.30 y las 21.45 horas, y que en ese turno nocturno había un funcionario en esa zona del módulo 12, explican fuentes sindicales, mientras que en el de tarde son dos o tres. Desde ese momento, se inspeccionan las galerías cada dos horas. Eso no significa que una sola persona vaya cubil por cubil, lo cual es materialmente imposible. Tampoco puede abrir las mirillas y hacer ruido: «Hay sentencias judiciales que obligan a que respetemos el descanso de los internos, no se les puede despertar por cualquier cosa», explican funcionarios. De ahí que solo se eche un ojo, y sin hacerlo en todas las celdas, por las mirillas medio abiertas. Con ese campo de visión, es imposible alcanzar todo el espacio de las habitaciones.

Investigación interna

Otro aspecto es aclarar cómo es posible que alguien meta o fabrique una mancuerna y la tenga escondida en la celda. La respuesta, siempre según las mismas fuentes, es que no se realizan requisas diarias a todos los calabozos; sino que, principalmente, se hace en aquellos donde duermen presos conflictivos en su día a día. Aun así, se va a abrir una información reservada por Instituciones Penitenciarias, para esclarecer todos estos extremos. Esta medida no es nada extraordinaria.

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Dilawar conocía bien la cárcel de Estremera. Allí estuvo siete meses, entre marzo y septiembre de 2023, también en régimen preventivo. Los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil, encargados de investigar el homicidio, acudieron ayer al módulo 12 para recabar pruebas y conocer si el triple asesino de Morata tejió lazos o enemistades con otros presos durante aquella estancia. Al igual que ahora (hasta la noche del crimen), su historial carcelario era inmaculado, alejado de peleas y otros hechos delictivos que los funcionarios al menos pudieran detectar.

Gracias a una sentencia de conformidad y al hecho de las partes no se opusiera a su puesta en libertad, el Negro pudo poner fin entonces a su primer paso por la cárcel. Algo que ahora, cuatro meses después, tantos como crímenes a la espalda, no volverá a suceder.

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