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El asesino confeso de los tres hermanos de Morata de Tajuña mata a golpes a su compañero de celda

Dilawar Hussain, paquistaní de 42 años, se entregó a la Guardia Civil y reconoció su implicación en el crimen hace ya casi un mes

La víctima es un búlgaro de 40 años que estaba en prisión por violencia de género. Se investiga si lo ha asesinado con una mancuerna de fabricación casera

La anterior vida de 'El Negro', el asesino confeso de los hermanos de Morata de Tajuña: un locutorio en Arganda y siete meses en la cárcel

El preso asesinado por el criminal de Morata de Tajuña es Angel, búlgaro de 40 años detenido por violencia de género

Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, autor confeso del triple crimen de Morata ABC | vídeo: ep

Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, el individuo paquistaní de 42 años enviado a prisión provisional por el crimen de los tres hermanos de Morata de Tajuña, ha matado presuntamente a su compañero de celda esta madrugada en Estremera. Según han confirmado fuentes del Instituto Armado, el asesino confeso de los Gutiérrez Ayuso habría cometido el crimen después del cierre de celdas, que es sobre las 21.30 horas.

Fuentes penitenciarias han informado a este diario que sobre las 2.30 de la madrugada el propio Dilawar ha avisado a un funcionario a través del interfono del cubil: «He matado a mi compañero». La víctima es un búlgaro de 40 años, que llevaba un tiempo en el módulo de presos conflictivos por una causa abierta por violencia de género. Los hechos se han puesto de inmediato en conocimiento del juzgado de guardia, por lo que los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil se han desplazado hasta el penal y ahora mismo se encuentran realizando una inspección ocular y entrevistándose con posibles testigos.

Los primeros datos apuntan a que el crimen se habría cometido a golpes y analizan si una mancuerna de elaboración casera ha sido el arma homicida. Ese tipo de objetos está prohibido en las celdas. ABC ha podido saber que el acusado ingresó en el módulo 12 de Estremera, uno de los más conflictivos, y oficialmente no ha trascendido si era un preso sombra o de confianza, sino que el búlgaro compartía celda con él al tener que ser sometido Dilawar a cierta vigilancia. «No había protagonizado ningún altercado, pero el paquistaní mantenía una actitud altiva y no era la primera vez que estaba en esa cárcel», señalan fuentes penitenciarias. Ahora, ha sido conducido al módulo de aislamiento, a la espera de que el caso avance.

El asesinato debió de producirse no mucho después del cierre de celdas, así que si este dato se confirma, el presunto autor pasó horas con su compañero muerto en la celda, antes de dar el aviso de lo que había hecho.

Dilawar estaba entre rejas desde el 24 de enero, cuando el magistrado titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 5 de Arganda del Rey lo envió a prisión provisional comunicada y sin fianza, dado «el riesgo de fuga y la posible alteración y/o destrucción de pruebas». Previamente, la Fiscalía había solicitado esta medida e imputaba al acusado tres delitos de homicidio por matar a golpes a Amelia, Ángeles y Pepe, a los que reclamaba una deuda cercana a los 50.000 euros.

Cabe recordar que el sospechoso se había entregado tres días antes, la medianoche del domingo 21 de enero, en el cuartel de la Guardia Civil de Arganda del Rey, consciente de que los agentes le habían colocado en el centro de la investigación tras el descubrimiento de los cadáveres, el jueves 18. «Buenas, soy el asesino de los hermanos de Morata», confesó allí. Y ya en el acuartelamiento de Rivas Vaciamadrid, argumentó que lo había perdido todo, la casa y el locutorio; y mantuvo la teoría de los 50.000 euros, una cantidad que la Guardia Civil trabajaba entonces en comprobar.

Pero una vez trasladado a los calabozos de la Comandancia de Madrid, Dilawar decidió guardar silencio y no colaborar con los investigadores por consejo de su abogada. Una decisión que no le sirvió de nada a la hora de esquivar el ingresó en Estremera, donde ya estuvo internado meses antes por agredir con un martillo y patear a una de las hermanas asesinadas.

Una cárcel en la que estuvo recluido hasta el mes de septiembre, cuando fue juzgado y condenado por un delito de lesiones con instrumento peligroso a dos años de prisión. La sentencia, al ser dictada de conformidad, permitió a su defensa solicitar el beneficio de la suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad, sin que ninguna de las partes se opusiera.

Así, toda vez que el acusado reunía los presupuestos legalmente exigidos para la concesión del beneficio (habida cuenta de que carecía de antecedentes penales y había asumido el compromiso del pago de 2.900 euros de indemnización), el juzgado otorgó la suspensión, condicionada al cumplimiento de no delinquir en dos años y seis meses y satisfacer la citada compensación económica. El Negro, como se le conocía en Morata de Tajuña, salió a la calle. El resto de la historia, a partir de ahí, es de sobra conocida.

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