El primer partido de fútbol televisado, un derbi madrileño en el Stadium Metropolitano en 1958
Historias capitales
Anuncios en la prensa avisaban del acontecimiento y aconsejaban sintonizar los televisores «quince minutos antes» del inicio de la emisión
La lucha del Club Recreativo Guindalera, cuarto club más antiguo de Madrid, por tener un campo
Imagen del primer partido televisado en directo, desde el Stadium Metropolitano, en 1958
A día de hoy, ver un partido de fútbol por la televisión es lo más normal del mundo: así siguen millones de personas en todo el mundo el deporte rey. Lo curioso es saber cuál fue el primer encuentro retransmitido en directo. Y esto ... es algo que, en el caso de España, sucedió en Madrid. Fue un estreno hace más de 50 años, y con un derbi en el antiguo Stadium Metropolitano.
Este era un campo construido en los años 20 y que estuvo en funcionamiento hasta que, en 1966, se estrenó el Vicente Calderón. Estaba situado cerca de la avenida de la Reina Victoria, y el Atlético de Madrid era su arrendatario, y lo compartía con otros clubes madrileños que también jugaban allí, como la Gimnástica, el Unión Sporting o el Racing Club de Madrid. En su interior, además de jugar al fútbol, tenían lugar encuentros de otros deportes, como el rugby; y también se utilizaba para pruebas de atletismo y para carreras de galgos. Su mayor particularidad física era su diseño: se entraba a él por arriba, a unos 16 metros sobre el nivel del césped, y las gradas descendían.
El caso es que aquel 27 de abril de 1958, las cámaras de televisión se desplegaron en el Metropolitano, dispuestos a transmitir en directo el que se iba a convertir en poco tiempo -en cuanto los televisores comenzaron a entrar masivamente en las casas- en uno de los mayores espectáculos de masas.
Previamente, se habían hecho algunas pruebas: concretamente, el 24 de octubre de 1954 se había televisado un partido de Liga entre el Real Madrid y el Santander. Pero volvamos a abril del 58 y a ese encuentro que al cronista de ABC no le gustó mucho: aseguraba en su información que no había sido un once contra once, sino un acto en el que «jugaron sus buenos seis futbolistas con camiseta blanca y nueve con camisola blanquirroja. Los restantes, aunque deambulaban sobre el césped, jugar, no jugaron».
El estadio estaba lleno, y los eternos rivales se enfrentaron ante la mirada del árbitro, señor Rey. Los atléticos, con una defensa cerrada -que al parecer, es marca de la casa todavía- pelearon contra un Real Madrid que «dominó más, pero estuvo remiso en el tiro a puerta». El primero en marcar, de hecho, fue el rojiblanco Fritz Hollaus, un defensa austriaco que acabó lesionado. El Real Madrid terminó igualando el partido, gracias a la pierna de Héctor Rial, y con ello logró matemáticamente su sexto título de Liga.
Seguir el partido por la televisión era una buena solución para aquellos que no podían acudir a los estadios. Y eso que los precios de las entradas no eran entonces ni parecidos a los de ahora. En los años 50, para un partido internacional del Real Madrid, en el estadio de Chamartín una entrada podía costar desde las 70 pesetas de la tribuna de preferencia, a las 10 pesetas del segundo anfiteatro, de pie. O, aún más bajo, las 5 pesetas para niños o militares sin graduación uniformados. También los socios de los clubes principales tenían una entrada especial a los paseos del fondo norte y sur, que costaba 5 pesetas.
Los periódicos de la época insertaban una publicidad en sus páginas deportivas, en la que informaban que el partido entre los eternos rivales sería «televisado bajo el patrocinio de Movierecords» en colaboración con Estudios Moro, y añadía que la retransmisión «por las antenas de TVE se efectuará en directo y comprenderá íntegros los dos tiempos». Una buena advertencia, dado que era el primero y los posibles televidentes no sabían cuál era la mecánica a seguir en estos casos.
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El partido, continuaba el anuncio, «será comentada por Matías Prats» y se retransmitiría a partir de «las 5 en punto de la tarde», aunque «aconsejamos a los teleespectadores (sic) sintonicen sus receptores quince minutos antes de la hora fijada». Por si las interferencias.