El preso asesinado por el criminal de Morata de Tajuña es Angel, búlgaro de 40 años detenido por violencia de género
La Guardia Civil investiga si Dilawar Hussain, 'el Negro', ha utilizado una mancuerna para matar a su compañero de celda esta pasada noche
El asesino confeso de los tres hermanos de Morata de Tajuña mata a golpes a su compañero de celda
La anterior vida de 'El Negro', el asesino confeso: un locutorio en Arganda y siete meses en la cárcel
«He matado a mi compañero de celda». Así anunció Dilawar Hussein, 'el Negro', autor confeso del triple crimen de Morata de Tajuña, que acababa de asesinar a su compañero de calabozo en la cárcel de Estremera (Madrid VII).
Fuentes penitenciarias han explicado a ABC que el funcionario de prisiones que estaba de guardia en el módulo 12 sobre las 2.30 de la madrugada recibió el aviso del paquistaní, y se puso en marcha todo el protocolo propio de situaciones así.
La víctima es un ciudadano de 40 años, Angel V. A., nacido en Bulgaria en julio de 1983, y que cumplía prisión preventiva por una acusación de malos tratos a su pareja o expareja. La relación entre ellos no debía de ser buena, pero tampoco han trascendido partes sobre conductas agresivas de ambos.
Eso sí, el módulo 12 es para preventivos conflictivos. Dilawar mantenía una actitud altiva desde que volvió a Estremera hace menos de un mes, acusado de matar a los tres hermanos Gutiérrez Ayuso por una deuda.
El búlgaro sí llevaba más tiempo en la cárcel, a la espera de juicio. Ha tenido ingresos intermitentes, desde 2012, cuando entró por lesiones, entre otros delitos. Hace meses volvió a Estremera por la violencia de género. Ahora se investiga si la mancuerna que había en la celda, algo que prohíbe el protocolo, era de la víctima o del Negro. Y si, en caso de lo segundo, la había fabricado o introducido en el cubil con la clara intención de cometer el asesinato.
La Guardia Civil está investigando todos estos datos, comenzando por la toma de declaración del paquistaní. El servicio de Criminalística analiza también la escena del crimen.
Los funcionarios de prisiones, tras el cierre de celdas nocturno, hacen rondas cada dos horas y, por la mirilla de la puerta, observan si sucede algo fuera de lo normal dentro. En este caso, al estar ambos presos en las camas o en el suelo, no es fácil discernir por ese pequeño foco de visión si hay alguna anomalía en esas dos partes de la celda. Por ello, se sospecha que entre el asesinato y la confesión al trabajador de Estremera pudieron pasar algunas horas, algo que determinará la autopsia.
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