Pablo Puyol: «Soy un 'malagadrileño', porque esta ciudad me lo ha dado todo»
COLONOS
Adora, por motivos sentimentales, la calidez de pueblo que transmite la céntrica plaza de la Villa
Ramón Freixa: «Madrid no tiene nada que envidiar a ninguna capital. Estamos en el 'top' 5»

Pablo Puyol (Málaga, 1975) es otro ejemplo del triunfo de la constancia. La demostración en vivo de que el éxito en la profesión soñada se consigue en Madrid, siempre en Madrid, pero con una dosis estajanovista de esfuerzo y voluntad. Pablo Puyol, ... antes de que saltara al estrellato en la serie 'UPA Dance', conoció y estudió en ese vivero de la interpretación que es la Escuela de Arte Dramático de Málaga; una ciudad que le queda 'cerca', por eso la entrevista es en Atocha, donde casi ya pueden olerse los espetos de sardinas.
Ha trabajado con Antonio Banderas, y ambos hicieron los 'madriles'; uno con quince mil pesetas de su época, otro con seiscientas mil de la suya. Uno llegó a la citada Atocha; otro, Pablo Puyol, a Méndez Álvaro con dos maletas en el 97. Queda ya muy lejos ese día, pero Puyol parece que lo está viendo. Rememora ese rosario de castings, el trabajo como reponedor en un supermercado dentro de unas jornadas maratonianas que acababan en el reciclaje eterno del actor recibiendo clases en La Cuarta Pared. El «'málagadrileño'»no reniega de sus orígenes, pero sabe que su tierra natal lo llama, e intenta no pasar más de un mes y medio sin que le llegue la brisa del Mediterráneo.
Adora un espacio muy concreto de Madrid, la plaza de la Villa, tan castellana y recoleta. Allí, lejos de las apreturas y de los agobios del Madrid inabarcable, sentía que tenía el abrazo de un pueblo, de un «pueblo grande». Entiende que el 'pero' de los musicales de este 'tercer Broadway' que es la Gran Vía, cuyos teatros ha pisado todos, es el idioma. Que el inglés, como' koiné' de los musicales, atrapa a más turistas.
—Queda en la leyenda cómo vino Antonio Banderas, paisano suyo, desde Málaga. En tren, con quince mil pesetas y un paquete de tabaco. ¿Cómo dejó usted Málaga y se vino a la conquista de la capital? Lo confesable...
—Bueno, yo vine en autobús. Llegué con dos maletas a Méndez Álvaro. Había conseguido ahorrar 600.000 pesetas de entonces que había ido ahorrando con los trabajitos, y con eso llegué a la capital.
—Viene de la Escuela de Arte Dramático de Málaga. Un vivero...
—Somos muchos, y Málaga, en España en general, hay grandes artistas en cualquier sitio. Pero en Málaga no sé qué pasa, ha salido muchísima gente. Antonio de la Torre.. Allí se vive muy bien y eso hace que los niños salgan muy buenos, je, je, je.
—Volvemos si le parece a los comienzos. Duros, imagino, que el éxito tiene su trastienda de esfuerzo.
—Empecé trabajando en un Pryca, me levantaba a las cinco de la mañana, entraba a las seis. Y era reponedor de cartones de leche. Portaba cartones como si no hubiera mañana, y por las tardes iba a clases de teatro en La Cuarta Pared. Así pasó el primer año. Tuve bastante suerte, hice varios castings. Y llegó el musical 'Grease', que fue lo primero que hice aquí en Madrid. Después de muchas pruebas conseguí uno de los papeles protagonistas.
—Con todo lo que me ha contado, ¿qué es Madrid para usted?
—Siempre he dicho que soy 'malagadrileño', Madrid me lo ha dado todo. Me siento muy a gusto Pero es que como se vive en Málaga... Intento ir de hecho cada mes y medio.
—Usted es como un rey de los musicales matritenses. ¿Cómo es la experiencia de subirse a las tablas de un teatro de la Gran Vía?
—No diría tanto... 'Grease' lo interpreté en el teatro Lope de Vega, y la verdad es que fue espectacular. Es uno de los musicales del comienzo de la era dorada. Cuando los musicales no eran lo que son ahora. Porque Madrid es hoy una de las capitales del mundo del musical. Y fue grandioso. Además era lo primero que hacía. Verte en uno de los teatros más grandes de Madrid y un musical tan conocido... Además, todos los que estábamos en 'Grase' fuimos los precursores, de alguna manera, del musical en España.
—¿Qué más hay que pedirle al mundo de los musicales en la capital?
—Está muy bien que crezcan porque por una parte parece que generas mucho trabajo, aunque, por otra, no hay público para tantísima oferta. Y no es por calidad, que la hay de sobra. El problema es que los hacemos en castellano, lógico, y normal estando en España. La cantidad de espectadores de Londres y Nueva York es porque cuenta con muchísimo turista con nociones de inglés.
—Un recorrido teatral por Madrid...
—Empezando en el Lope de Vega, que fue mi primera función, el Alfil, el Reina Victoria, el Luchana, el Amaya.... Al final, el otro día, me dije «ostras, es que he estado en prácticamente todos». Y eso me hace muy feliz. He tenido la suerte de trabajar muchísimo, y sobre todo encima de los escenarios, que es donde rindo más y donde me siento más feliz.
—¿Qué personaje le ha influido más de los que ha interpretado en la capital?
—En esta última etapa de mi vida he tenido la suerte de hacer de Juan Bautista, en 'Salomé', con Belén Rueda, Luisa Martín, y dirigido por Magüi Mira. Darme cuenta que estaba a la altura ha sido un chute de confianza brutal.
—Antes le he pedido un recorrido teatral. Ahora uno vital. Por Madrid, que es nuestro negociado.
—Te diría que obviamente empezaría por La Latina. Viví mucho tiempo en ese barrio al que tengo mucho cariño. Aunque acabé saturado, un poco, porque hay miles de personas en la calle sea el día que sea, sea la hora que sea. Luego te llevaría por la zona centro, donde pasa lo mismo; miles de personas.
—Para acabar, pongámonos sentimentales. ¿Quién le ha cambiado la vida desde que está en esta ciudad?
—Mi mujer, a la que conocí en el casting de 'A chorus line', codirigido por Antonio Banderas para su Teatro del Soho de Málaga.
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