El Madrid 'brutal' y oculto: ruta por una arquitectura de amor y odio
La capital cuenta con más de dos decenas de edificios de un estilo surgido en el norte de Europa y adaptado dos décadas después a la idiosincrasia española
Viaje por las construcciones desconocidas del XIX madrileño
![La 'Corona de Espinas', sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/Brutalismo1-RpPRgdp5ZLuJ9yULPQPyDjI-1200x840@abc.jpg)
Hay un Madrid que va más allá de la trinidad constructiva tradicional de la urbe: la del granito, del zócalo y del ladrillo. Hay un Madrid donde el hormigón visto, con las vetas de la madera de encofrar fosilizadas en la robustez del ... material, conforma una nueva forma de ver las cuatro esquinas cotidianas.
Es el Madrid del brutalismo arquitectónico, que va de Torres Blancas a la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas, de ahí a la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense con parada en la llamada 'Corona de Espinas', la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España.
El brutalismo, por contextualizar, tiene su génesis más lejana, recuerda el arquitecto y teórico Miguel Lasso de la Vega, «en el término 'hormigón en bruto' que utilizaba Le Corbusier». Se trata de un estilo que juega con dejar «el hormigón al desnudo», pero también con mostrar «los elementos estructurales» al público. Y es que esa «desnudez» es la que le «otorga plasticidad», su atractivo. Cierto es que si su origen está en los 50 en el norte de Europa, a España llega a finales de los 60 con las aportaciones propias del clima y de la sociología hispana.
En esta ruta por el brutalismo de la capital, como en todo, hay que consignar la recepción pública de este estilo, que causa tanto férreas adhesiones como feroces críticas. Alejandro García es autor de 'Madrid brutal', todo un tratado sobre esta forma de construir en la ciudad. Él comanda dos cuentas de Instagram al respecto, y descubrió y se enamoró de estas construcciones cuando «trabajaba como repartidor» por la zona de la parada de metro de Colombia, entrenando la mirada. En su sensibilidad y en su querencia influyeron su afición por el hip hop, por el 'parkour' y el mentado hormigón al raso, descarnado, de los vídeos de la Red.
![Imagen principal - Arriba, fachada del centro docente. Sobre estas líneas, detalles de la techumbre y alzado lateral](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/brutalismo7-U07778738351SSo-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, fachada del centro docente. Sobre estas líneas, detalles de la techumbre y alzado lateral](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/Brutalismo6-U76867015762psI-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, fachada del centro docente. Sobre estas líneas, detalles de la techumbre y alzado lateral](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/brutalismo8-U60551211243FBE-278x329@abc.jpg)
Para García, Madrid cuenta en este sentido con «un patrimonio muy importante», hasta el punto de ser una de las ciudades «con más obras» de este género con «más de dos docenas» de creaciones. Él si ve «intencionalidad artística», por ejemplo, en el edificio de Ciencias de la Información de la Complutense (José María Laguna, Juan Castañón Fariña), donde hay una verdadera «pureza en el estilo». Una pureza, además, que fue erigida en dos fases, entre 1975 y 1979, con la complejidad añadida de salvar el desnivel entre la calle y la vaguada del arroyo Cantarranas.
![Vista desde el coro de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/Brutalismo2-U75720646630rmJ-624x350@abc.jpg)
Esa misma pureza, esa frialdad del hormigón, ya la inmortalizó en fotogramas Alejandro Amenábar con su 'Tesis'. Al sol de agosto, sin el bullicio de los estudiantes, la luz cruda de verano y el silencio permiten contemplar el edificio casi como una maqueta, su uniformidad gris que está hasta en los techos. Economía expresiva en estado puro.
No muy lejos de allí, casi en la puerta del Palacio de la Moncloa, irrumpe otra joya canónica del brutalismo madrileño, la 'Corona de Espinas' que, ya se ha dicho, es el apodo amable que se le da a la sede del Instituto del Patrimonio Cultural. El nombre no es baladí, y la obra, que se inauguró en 1990, casi tres décadas después de su encargo, exhibe el cristal como cristal. Y el hormigón, protagonista de este recorrido, como hormigón: sin martingalas ni aditamentos.
La puesta en valor
En puridad, los especialistas añaden que contiene elementos más organicistas, pero en la planicie al noroeste de Madrid, y según se cruza el puente de los Franceses en el tren, los trazos de Fernando Higueras y Antonio Miró quedan en las pupilas: entre el verde del piedemonte y una zona más despejada de la ciudad.
También impactan de cerca, en la calle Pintor El Greco, las aristas de esta mole e incluso una caseta de perro, de estilo tradicional, aquí sí, junto a la garita de seguridad. Resulta curioso o simbólico que el 'cretense de Toledo', aquel que tanto innovó en las formas humanas, dé nombre a la calle, quizá la más vigilada de España.
![Imagen reciente de las Torres Blancas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/04/torresblancas-U45554632432bRi-624x350@abc.jpg)
Que el brutalismo sea un estilo controvertido no implica, asevera Alejandro García, que no «se estén dando buenos pasos para ponerlo en valor». Sus cuentas de Instagram dan fe de ello. Sucede que tras las creaciones hay una firma, una personalidad, un nombre en suma. Como el del barcelonés Javier Carvajal, responsable de la controvertida Torre de Valencia (1973), que si en un principio fue rupturista con el cielo por encima de la Puerta de Alcalá, ya forma parte de la memoria visual de la ciudad.
Carvajal, además, levantó su propia vivienda en Somosaguas, y allí la naturaleza ha hecho coyunda con el hormigón, que es otra de las perspectivas de esta arquitectura: el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas y la huella que dejan en el propio sentido de solidez. Ese laconismo, la ninguna concesión al oropel, hizo que C. Tangana rodara allí el videoclip de 'Comerte entera'. Y que le otorgaran el Fritz Schumacher en el 69 y se le considerara Bien de Interés Cultural (BIC) en 2022.
Audacia, iconoclastia
Como todo arte, la arquitectura ha de tener su audacia, su iconoclastia. Sáenz de Oiza erigió sus 'Torres Blancas' para «alterar el paisaje», y a fe que lo consiguió. Si bien, la denominación de «blancas» fue una artimaña del autor para que los planos previos de su ya de por sí provocativa propuesta obtuviera las licencias preceptivas hasta el fin de los trabajos, en 1969. En estas torres estuvo el célebre restaurante Ruperto de Nola, entre las plantas 22 y 23, cuyo nombre la leyenda atribuye a Camilo José Cela y que serán viviendas de lujo, tal y como adelantó este periódico. Verdad es que dar al restaurante la denominación del cocinero de cámara de Carlos V tiene, cuando menos, numerosos tintes 'celianos'.
Hoy la avenida de América no se entiende sin el bloque, con sus 23 pisos en los que los jardines en altura responden a la teoría de Le Corbusier de que la construcción ayudara a mejorar la vida del ciudadano. Algo que lo diferencia de la economía artística de las construcciones soviéticas, donde la preeminencia del régimen había de sentirse en el hogar y en la calle. Sea como fuere es interesante contrastar dos brutalismos en la misma avenida: el de la sede de la UGT (Santiago de la Fuente, Antonio Vallejo Acevedo, 1976) y el de las 'Torres Blancas'.
En este recorrido arquitectónico por nombres y edificios no puede obviarse que el brutalismo también puede tender a lo divino. Ocurre con la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas, en Conde de Peñalver, 40. Allí atiende el Padre Teodoro, dominico, antes de la misa. Recomienda subir al coro, «entre las doce y la una», que es cuando el sol entra, quizá, como en el Milagro de Fátima.
El sacerdote, antes de preparar su misa de ocho, alumbra el templo, que se erigió en parroquia en 1966, aunque la edificación culminó en 1970 con diseño de dos uruguayos, Alberto Bogliachini y José Oreggioni, y el español Cecilio Sánchez Robles Tarín.
Le Corbusier
El historiador del arte Jaime Moreno, destaca «el crismón en vacío de la fachada», su juego de luces y sombras, y cómo el agua en la gravedad ha ido horadando la fachada prolongando hacia el infinito el símbolo cristiano. Porque, concluye, es un edificio «puro, rotundo, sincero y honesto», de los que quizás «más influyan» en la ciudad de esta corriente para el criterio del arquitecto Diego Gronda.
El Padre Teodoro cuenta que junto al templo se levantó a la vez un complejo de oficinas cuyos bajos albergan, hoy, un concesionario de coches. El Padre Teodoro, en la previa del Oficio de la tarde, entrega una sinopsis fotocopiada del templo donde se pondera la influencia de Le Corbusier.
MÁS INFORMACIÓN
En realidad, con más o menos fortuna, Madrid, si se fija la mirada, está plagada de edificios de esta escuela que según el autor de 'Madrid Brutal', «ha venido asociándose a lo feo, y no es así». En este 'tour' por la capital se pueden olvidar ni el Centro de Estudios Hidrográficos ni el nombre de Miguel Fisac, autor no sólo de este edificio, hoy catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), sino la antigua 'Pagoda', una bella extrañeza y un símbolo de modernidad a diez números de esta Casa, en Josefa Valcárcel, 30.
En el primer caso, la construcción del año 1963 alberga vida; en el segundo, ya sólo es un recuerdo en las hemerotecas. Como la propia piel de la ciudad: la que existe hoy, la que se conserva y la que se deja caer en el olvido.
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