La línea 1 de Metro como kilómetro cero del sueño de una ciudad mejor
El libro 'Propuestas para una mejora ultrarracional de Madrid' ofrece un originalísimo recorrido por la capital
Qué estación de Metro de Madrid es la más antigua
![Miembros del colectivo Homo Velamine](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/15/fin-linea-1-RetIXbuLJUn2f2OJGywPcpJ-1200x840@abc.jpg)
En 2017, un grupo de personas inquietas con mucho sentido crítico decidió emprender un proyecto de lo más singular: darse cita cada semana en una estación de Metro distinta, siguiendo un riguroso orden de líneas y, desde ellas, recorrer a pie la ciudad de ... manera aleatoria en lo que llamaron «garbeos ultrarracionales», una serie de paseos en los que, dejándose llevar por el azar, iban descubriendo las virtudes y los defectos de cada calle, de cada plaza, de cada barrio.
La escritora Ainhoa Rebolledo tomó acta de las particulares caminatas de este colectivo autodenominado Homo Velamine, y la editorial Aguas Mayores publica ahora sus crónicas bajo el título 'Propuestas para una mejora ultrarracional de Madrid', un libro con prólogo del escritor y paseador oficial de la villa de Madrid Sergio C. Fanjul que recoge las incursiones del grupo por la línea 1 y que, con la verborrea socarrona e ironía puntiaguda de Rebolledo, atraviesa semana a semana las capas de cebolla de la ciudad: barrios de toldo verde, cinturones industriales y PAU, con referencias literarias y anécdotas que permiten conocer curiosísimos retales de historia que dan forma a la capital.
«Todos los martes a la hora de la merienda quedábamos en una parada de metro de la línea 1 para recorrer sus calles y analizar posibilidades de mejora urbanística y ultrarracional», nos cuenta la autora, que define el ultrarracionalismo como «un método de interpretación de la realidad que estudia los comportamientos y actitudes del Pueblo (en este caso, el pueblo madrileño según sus paradas de metro) con el objetivo de comprender sus creencias, pasiones y anhelos».
El primer garbeo tuvo lugar en la cabecera norte (Pinar de Chamartín) y, el último, en Valdecarros, «justo antes de llegar a la verja metálica que cierra Madrid», explica Rebolledo. «Omitimos las paradas situadas en el interior de la M-30 porque ya no existen posibilidades de mejora en la almendra central: el centro de Madrid ya no es Madrid. Los garbeos consistían en conocer las aceras y sus gentes. Donde mejor conocíamos a las personas era en los bares de barrio, donde degustamos las tapas locales. Es cierto que mientras que en el tramo norte se degusta más tapa carnívora como jamón serrano, en el sur el plato estrella de la gastronomía consiste en patatas fritas y aceitunas veganas. Otro factor que detectamos es que, en el norte, en los bares, el pueblo ve más 'Pasapalabra' y, en los del sur, '¡Boom!'».
Las curiosas y siempre reveladoras observaciones del colectivo se alternaban con la visita de «lugares clave», dice Rebolledo, «como la joyería que atracó El Lute en 1965, la escuela de boxeo de Poli Díaz, la parroquia de Carlos Borromeo o el bloque de viviendas donde sucedió el 'poltergeist' del caso Vallecas de 1992».
Y el resultado de la experiencia no sólo sirvió para escribir un libro, sino también para «recuperar la esperanza de que Madrid puede seguir siendo una ciudad agradable», asegura. «Conocimos muchísima gente amable: todas las personas que conocimos durante los garbeos tenían generosidad, simpatía y amabilidad para nosotros. Como explicamos en el libro, los habitantes de Madrid viven limitándose a su propia realidad y, aun la propia, la conocen mal».
Ainhoa Rebolledo (Santiago de Compostela, 1987) ha publicado varias novelas alrededor de la movilidad, el desempleo y el feminismo ('Mari Klinski', 'Tricot', 'Gornú', 'Atractiva Jugada Perdedora'), y además ha sido vocal vecina en la Junta de Distrito de Villaverde. Una experiencia política que le permite aseverar que «nadie se preocupa por la periferia» y enunciar tres mejoras «necesarias y urgentes» en Madrid: «peatonalizaciones masivas que reduzcan el número de autopistas urbanas, eliminación radical de las terrazas de los bares y recuperación de las plazas para las gentes».
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