LAPISABIEN
El rodríguez, tristón
Sabe que agosto en Madrid no es vida
Malasaña, tan suya
![La calle Mayor al anochecer](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/07/1423329845_20240807143038-RfU5j1LneNt3MIBGecnDtzH-1200x840@diario_abc.jpg)
El rodríguez se acuna con el sueño químico como ya hiciera Ruano en su chalecito de Torrelodones, el aire acondicionado le hace chiribitas, y la casa se le ha quedado sola, vacía. 15 largos días que se ha impuesto como penitencia.
Preparó ... el equipaje de su esposa con el deleite, ya, de pareja bien avenida, también con algo de pesar en el fondo. Se dijeron adiós, y vio el coche perderse por el desierto de Madrid.
Bajó a por tabaco, y la ciudad, la ciudad entera, era un relicario de ausencias. Le sorprendió el estanco de vacaciones, las más recónditas calles con los carteles de adioses.
Sabe el rodríguez que agosto no es vida en Madrid. Que el no dormir y la soledad le están afectando. Se le ve a la amanecida apurando el fresco, paseando sin rumbo. Sabe que el calor en Madrid es el que es, que en dos semanas bajará a la costa, y sin embargo hay algo de nostalgia de otros años. De un recuerdo doloroso de quién fue otros veranos en la capital.
Cuando, por ejemplo, salía hasta las tantas por Costa Fleming con Arturito Torremocha, su par de juerga. Recuerda hasta las farolas mezcladas con el bochorno en esas noches en que el agua sube, y Madrid parece Cuba sin malecón.
El rodríguez se ha hecho mayor, de un verano a otro, con las canas que le pueblan desde el pecho hasta la barba. Se ve en el espejo y se pregunta que dónde ha ido el paraíso de Madrid. Ve los Juegos Olímpicos en televisión, se imagina en el equipo de sincronizada, y se le ha grabado la Torre Eiffel en el magín.
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Nunca ha sentido el rodríguez está soledad tan poco deseada. El piso de ladrillo visto se le hace enorme y asfixiante a la vez. Sólo tiene un momento de paz, cuando se asoma al pequeño balcón y vuelve a ver la ciudad y un trozo de cielo que se imagina mar.
Causa una tristeza infinita sentirlo. Saber que como él hay miles en el damero de calles de Madrid. Algún homenaje está claro que merecen
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