LAPISABIEN
Leganitos y alrededores
Cortadura urbana bajando de Princesa, refugio de la Gran Vía
Montero cupo
![Perspectiva de la calle de Leganitos](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/12/1200503443-R1DMTVxsi6BxLKJvVdL185O-1200x840@diario_abc.jpg)
La calle de Leganitos, antiguo arroyo, lleva en sí el peso de ser la hermana pobre de la Gran Vía. Calle con sus encantos, asiáticos, que al paseante le mezclan la sensación del viejo Madrid y de un lupanar de Singapur.
En ... mis temores agorafóbicos de la Gran Vía, incluso de madrugada, paseo por este trozo de urbe en la que uno puede imaginarse ceremonias del té, venganzas de la yakuza, aunque lo que se ve son las carteristas que llegan con tedio a una comisaría que huele a café y a 'horror vacui'. Leganitos es la calle gamberra que le quita a la Gran Vía su prestigio, o quizá la complementa.
Igual lo que sucede es que ambas calles se aman involuntariamente, si es que el amor anda en la nomenclatura del callejero. De día no tiene ni más ni menos encanto que otra; de noche guarda aún el misterio de la acera estrecha, y aún así da el calor que no da a esas horas la Gran Vía, cuando el viento se arremolina y pega largas cambiadas de aire a los locos enamorados de los neones.
Alguna noche, como ciudadano denunciante, hemos estado en la comisaría de por allí buscándole parecido al etarra más buscado que estaba en los carteles en la larga espera. Se ve que estábamos denunciando un robo, que allí resulta la burocracia del número y el bostezo.
Leganitos se ve como una cortadura urbana bajando desde Princesa. Parece, sin quererlo, una calle de Cuenca en la que uno se imagina penitentes. Los penitentes, felices, están más arriba, cuando se ha llegado a la mesetilla de la plaza de santo Domingo.
En ese dédalo de calles, ya decimos que antiguos arroyos cegados, había, cuando entonces, una serie de bares que eran observatorios de la realidad: recuerdo El Boni, grasiento de todos los colesteroles, donde padre e hijo (no Espíritu Santo) llevaban una dialéctica ideológica de cuchillos que era todo amor.
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Ya creo que no siguen, porque el desayuno, el aperitivo, la 'precena' eran un teatro improvisado que acabaría mal. Las dos Españas con una misma sangre.
Los extranjeros no pasan de santo Domingo, que andan en esa plaza aplazados y felices con la sangría, y tampoco, a un chisgarabís de Liverpool, vamos a pedirle que sea un hispanista. Quizá la sangría le haya costado la mitad del viaje. Pobre.
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