Francisco Javier García-Sáenz: «Hoy por hoy, Madrid es la ciudad que me lo ha dado todo»
COLONOS
Llegó a una ciudad «gris», pero ahora no hay quien lo saque de la Gran Vía, una de sus fuentes de inspiración
Diego Revuelta: «Nunca he estado en una ciudad donde haya menos razones para irme a dormir»
![El entrevistado, en uno de sus cafés habituales](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/05/apuopti-RrTjVkbWdInUc8RxNS9MB5K-1200x840@abc.jpg)
Francisco Javier García le ha tomado las medidas a Madrid. Y esta realidad, al sol de Conde Duque, no es gratuita. Actor, actor de doblaje, guionista. Viene de aquella radio que sonaba a radio (sic) y que andaba por la plaza de Cataluña, donde ... se inventó eso que ahora parece el Mediterráneo: la propia radio con público y en directo. Francisco Javier García sabe que en aquella Barcelona, como en el Madrid de hoy, y a eso vamos, cualquier joven inquieto podría llegar a lo más alto con garbo, buena voz y desparpajo. Se le tiene que preguntar por Apu, el comerciante hindú de 'Los Simpsons' cuya voz lleva haciendo desde 1994: o de la cerdita Peggy, a quien también presta hoy sus cuerdas vocales.
Resulta que García, apellido de radio, de televisión, ha estado en los mejores momentos de la radio, que fueron no tan lejanos. Su Eulalia Teixidó fue una precursora, y lo dice con toda la humildad, del Señor Casamayor, de Javier Sardà. Y estuvo con Terelu Campos, también, preconizando, con el rol y el maquillaje de mujer (la Feli), una portavoz del público que se abría en 'prime time'. Ha guionizado y puesto voz a todo lo 'doblable', y su timbre suena hasta en 'Bob´s Burgers'.
El entrevistado, del que se ha dicho que le tiene cogidas las medidas a Madrid, es festejado por el vecindario; bebe agua con gas en una cafetería donde lo más granado del cine aparece en grandes fotos en blanco y negro y se cruza con un compañero de profesión al que saluda y al que no sabe, de momento, poner nombre.
Luego, ya, cuenta su llegada a Madrid, que él recuerda «gris»; venía de esa Barcelona donde aún no se sabía la factura de los Juegos Olímpicos y de ese 1992 cuando España se sintió el centro del mundo. Y quizá lo fue. Francisco Javier quería Madrid centro, y, aunque no revela la edad, por eso dejamos en blanco la fecha de nacimiento en la ficha, es cierto, como en las folclóricas, que no aparenta la edad que tiene. Después se despide, no sin antes revelar las diferencias semánticas entre actor de doblaje y doblador, que parece lo mismo y no lo es tanto. Y los consejos actorales que diferencian la parodia de la interpretación.
— Y si soltamos a Apu, ¿le haría de cicerone?
Por supuesto, pero te recuerdo que cuando vine a Madrid, en el 89, Apu aún no había nacido.
—Apu nace, abre el Badulaque, y entonces empezamos la ruta.
— Igual me lo llevaba a un restaurante indio que hay aquí al lado. Y eso que en el centro hay muchos. Pero ya que viaja, pues a un restaurante vietnamita, argentino. Es que esta misma calle es Chinatown, mira qué cosmopolitismo de locales. Eso sí, la visita al Templo de Debod, inapelable.
— Apu ( y ya lo dejamos, al pobre) nació para los televidentes en el 94; usted le prestó su voz más tarde. Pero es que su presencia en Madrid se data desde, ya lo ha dicho, el 89. Y viene de aquella Barcelona de Radio Miramar, de los Luis del Olmo, de los José Manuel Parada. No pionero, pero usted sí es un veterano de eso que llaman el 'puente aéreo'. Cuente.
Yo aterrizo en Madrid un 13 de septiembre de ese año. Y el 13 es un número bueno que me ha acompañado en mi vida. Era un Madrid más gris, y que no se me entienda de forma peyorativa; veía aquí como más 'casposidad' en general. Claro, que yo vengo de Barcelona y de todo lo que habían significado las Olimpiadas en la transformación de la ciudad. Pero sí, veía gris; en los trajes, en la gente. Era eso que se decía de la cercanía de Cataluña a Francia.
—Francia es un estado moral. No hay que negarlo. También usted dobló a la cerdita Peggy. Le ruego que me explique por qué estamos aquí, junto a Conde Duque.
—Desde el 99 vivo en el centro; pero en el centro, centro. Es más, cuando llegué me sorprendió lo cómodo que era conocer Madrid, las provincias limítrofes. Yo venía con todo el cosmopolitismo de Barcelona, y por eso el centro que te digo respondía a mis expectativas.
—Y sin embargo, algo extrañará de Barcelona...
Lo que sí me pregunto es qué hubiera sido de mí de no hacerle caso a José Manuel Parada y no venirme a Madrid. Qué actor hubiera sido. Luego, claro, yo no soy persona de apego al terruño, pero es que en Barcelona tengo más de 3.000 vinilos.
—Por morbo, ¿dónde se llevaría de picos pardos, de compra, de paseo a la cerdita Peggy?
—A la Milla de Oro.
— Usted, aparte de actor, se ha guisado y se ha comido sus propias creaciones. La musa del acto, esa que llaman Melpóneme, ¿por dónde se la cruza en Madrid?
—La Gran Vía. La Gran Vía arriba y abajo. Es una continua fuente para nutrirte de todo tipo de ideas creativas. Ves esa diversidad de todo, de 'personajes'.
—¿Se considera madrileño?
—Aunque suene a topicazo, yo me considero ciudadano del mundo. Y es cierto, Nueva York es mi ciudad. Pero claro que puedo decir que, hoy, por hoy, Madrid es la ciudad que me lo ha dado todo.
— Un requiebro retrechero, como Agustín Lara en su chotis.
—Lo integradora que es la gente de esta ciudad. Y la libertad real que se respira, no la que venden los políticos. Me gusta de Madrid eso, que es de todos y que, a la vez, no es de nadie.
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—¿Qué es lo más gracioso que le ha pasado en Madrid?
—Pues que el otro día vi a un perro con tres cabezas. Qué sé yo...
— O sea, que NS/NC. Como en la fecha de nacimiento. Para finalizar, hágame una reflexión breve sobre Madrid, la risa, y si Madrid toma en serio a sí misma.
— Hubo un tiempo en que decías «ostras, Madrid, la capital. Ojo, que es el centro».
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