La doble vida del mayor agresor sexual de niños por internet: el vecino perfecto y joven empleado de Correos en Madrid
La Policía Nacional lleva tres años investigando a un 'groomer' de Fuenlabrada que en unos meses engañó a 109 menores de 10 a 17 años haciéndose pasar por una chica a través de Instagram
Detenido un estudiante en Madrid por conseguir vídeos sexuales de una menor de edad de Palma

La maldad en esta década puede estar al otro lado de la pantalla del móvil. Hasta truncar la niñez, esa época tan importante en el desarrollo de una persona, y dejar secuelas de por vida. Por eso, en la actualidad, el 'childgrooming' (hacerse pasar por otra persona para contactar con menores con fines sexuales) está considerado un modo de agresión sexual en nuestro Código Penal. De ahí que el horizonte para el protagonista de esta vomitiva historia se dibuje negro, como su conciencia. Así lo explican fuentes policiales a ABC, que detallan el perfil y la ardua investigación que han seguido durante tres años largos contra el que está considerado uno de los mayores pedófilos por internet de la Comunidad de Madrid.
Lo único irreal en este relato es su nombre, pongámosle Iván. Tenía 31 años cuando, durante la pandemia, los agentes del Grupo III de Protección del Menor de la Brigada Central de Ciberdelincuencia percibieron, en marzo de 2020, cómo desde ese inicio del confinamiento crecía extraordinariamente la actividad de los pedófilos en las redes, al estar tanto tiempo en casa. «Ascendían tanto el número de los objetivos como de los archivos sexuales con menores que se estaban distribuyendo, así que redoblamos esfuerzos», explica un inspector al mando.
Operación Olimpus
Así fue como comenzó la operación Olimpus: «Al relajarse las restricciones y volver cierta normalidad a los juzgados, nos encontramos la sorpresa. Porque lo que teníamos como intercambio de de archivos pedófilos iba más alla». Esa sorpresa consistía en que este sujeto, sin antecedentes policiales, que vivía solo en un piso de su propiedad en Fuenlabrada, era joven, tenía un empleo como cartero de Correos, llevaba una vida aparentemente normal y parecía el vecino perfecto, tenía una cara diabólica: embaucaba a menores de 16 años, pero con preferencia sobre los niños de 10 a 12, los preadolescentes, para que se mostrasen a través de Instagram y de manera privada masturbándose o en otras situaciones sexuales y de desnudos. Pensaban que estaban ligando con una joven.
Iván tenía su propia cuenta en la red social, una verdadera, que mantenía abierta, con sus datos reales y con fotos en las que aparecía con amplitud de amigos, de viaje, en la playa, con chicas e incluso haciendo botellón. En definitiva, nada fuera de lo normal. «Llevaba una vida social muy activa, pero en realidad tenía dos personalidades», coinciden los investigadores. La otra cara era la de la máscara de los canales de Telegram, P2P y otros perfiles falsos. Son los lugares oscuros donde se lleva a cabo este tráfico de material pedófilo. Compilaba los vídeos y demás archivos por tipos, en distintas carpetas (de desnudos, vestidos, en ropa interior, posturas sexuales, de estudiantes...). Por un lado, contactaba con adultos; por otro, y echando mano de fotografías muy sugerentes captadas en la 'deep web', se hacía pasar por una chica de 17 años.
«Manda fotos en calzoncillos»
Con esa última identidad salía a cazar por internet. Buscaba cuentas de niños y contactaba con ellos por privado: «Me gustan tus fotos. ¿De dónde eres? ¿Eres atrevido?», les escribía. «Primero trataba de hacerse amigo de ellos, dándoles confianza, preguntándoles si tenían alguna experiencia sexual o habían besado a alguna chica. Incluso si se habían masturbado alguna vez. Si le contestaban negativamente, les animaba a ello: 'Pues ya vas teniendo edad...». Charlas mucho más obscenas que no son reproducibles.
Simulando que era una mujer con una trayectoria dilatada en terrenos de ese tipo, intentaba asesorar a sus víctimas. «Hay conversaciones que duran seis meses. En ellas, por ejemplo, ya una vez que había ganado su confianza, les proponía: »Atrévete a mandarme una foto en calzoncillos. Te mando una mía en ropa interior«.
Cuando se registraron sus dispositivos móviles, Iván guardaba alrededor de cuarenta archivos de niños masturbándose: «Lo que le gustaba es que se tocaran ante la cámara, mientras hacían llamadas de vídeo por Instagram, de manera de que en esas conversaciones 'online' él no activaba su cámara, solo la de los menores. Y, con un aplicación que se había bajado, grababa esos directos».
España, Italia, Guatemala, Colombia, México
Luego, guardaba el material y lo categorizaba en carpetas, cada una con el nomobre de cada víctima. Hubo niños que le llegaron a enviar centenares de archivos. Los investigadores localizaron un total de 384 personas con las que había mantenido conversaciones. De ellas, 109 con cuentas de eran menores de edad. La duración media de cada 'relación' era de uno o dos meses; la que más, de medio año. En su mayoría, no estaban terminadas cuando la cuenta fue intervenida judicialmente.
Todos los chicos son de prácticamente la totalidad de las provincias españolas. Solo cuatro eran de residentes en el extranjero: Italia, Guatemala, México y Colombia. «Sabía perfilar muy bien, era listo para encontrar lo que buscaba», añade el encargado de la operación. No se han hallado indicios de que se citara personalmente con ninguno. Es más, cuando eran ellos los que lo proponían, les soltaba: «No estoy aquí para quedar, solo para divertirme».
Llegaba a tener hasta 30 chats a la vez, hasta el punto de que en capturas que hacía de los vídeos se veía el aviso de varias conversaciones en línea. Era un no parar.
Tenía más de 30.000 archivos
Lo más trabajoso para la Policía ha sido identificar y ponerse en contacto con los padres de los menores, que desconocían que tenían perfiles 'fantasma'. Las sorpresa daba paso a la incredulidad y ésta, al terror. Ha habido que realizar numerosos oficios e incluso se han tomado declaraciones telemáticamente.
Iván escondía más de 30.000 archivos pedófilos, muchos inéditos y que, por actuar contra él, se ha evitado que vendiera a otros depravados. Se le acusa de tenencia, producción y distribución de archivos de sexuales infantiles. Y, por cada uno de los 109 niños, agresión sexual. Está en libertad a la espera de juicio.
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