Rayo Vallecano
Cien años del club de la franja, el rayo que atraviesa al barrio
El equipo de fútbol celebra estos días su centenario al calor de un estadio, levantado en plena avenida de la Albufera, y una historia, indisolublemente ligada a la vida de su entorno y su gente
El Rayo Vallecano encara su primer centenario con la vista puesta en la mudanza de su campo
![Los accesos al estadio del Rayo Vallecano, el sábado por la tarde](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/25/rayo1-RJvXZboTs6JJ76UqnBIR8IN-1200x840@diario_abc.jpg)
Imagine usted vivir en Moratalaz, por decir un distrito, y que hubiera un equipo que se llamara el Trueno de Moratalaz. Siga imaginando y considere que el humilde Trueno, convertido en orgullo del barrio desde hace cien años, jugase en Primera División y por su ... campo pasaran cada año las estrellas del Barcelona, Real Madrid o Atlético. «Imposible, ¿eh? Pues eso es el Rayo Vallecano». Quien habla es Fernando Sebastián, vecino de Vallecas, socio 164 del club de la franja y pequeño accionista del club. Pero mejor vayamos al origen.
Y el origen está solo a diez minutos a pie del estadio de Vallecas. «La nueva Sociedad Agrupación Deportiva El Rayo saluda a todas las Sociedades y desea jugar con las que lo deseen en el campo y hora que ellas crean conveniente, a partir del próximo domingo. Primavera de 1924. Antigua calle Nuestra Señora del Carmen, 28», reza la placa colocada en el lugar, número 8 de la hoy calle del Puerto del Monasterio. El anuncio, perpetuado en la que fuera casa de Doña Prudencia Priego ('la madre de todos los rayistas'), reproduce un fragmento del mensaje publicado en un periódico de la época. Había nacido, con mayúsculas, el equipo del barrio.
Cien años después, pasear por el campo del Rayo Vallecano es un viaje al fútbol de antes, al de los bares a las puertas del estadio y al de las colas para adquirir entradas en taquilla. Aquí, en este pedazo de la avenida de la Albufera, la plaga de 'pegatas' en cada cierre o señal y los grandes murales terminan por decorar un enclave casi detenido en el tiempo. «Cuando yo iba de pequeño, el estadio estaba igual. El Rayo siempre ha estado muy unido a Puente de Vallecas, todo el barrio se vertebraba en torno a la avenida de la Albufera», recuerda Sebastián, hijo del también socio Fernando y padre de dos pequeños, poseedores (adivinen el equipo) del carné de abonado.
Ángel Domínguez, 'Gelo', es el socio 256 de la Agrupación Deportiva Rayo Vallecano (ADRV), el nombre histórico del club hasta que los Ruiz-Mateos lo cambiaron a Rayo Vallecano de Madrid (hecho que toda la masa social rechaza, a excepción de su actual propietario, Raúl Martín Presa). También es el presidente de la peña Planeta Rayista, pequeño accionista y miembro destacado de la federación de peñas del conjunto vallecano. Pero, a diferencia de su amigo Sebastián, Gelo no es de Vallecas: «Yo soy de Coslada, pero me aboné al Rayo en el año 89».
Lo hizo después de que sus padres vivieran una temporada en el barrio madrileño y le transmitieran los valores de «una época importante en su vida». Aquello le marcó y a los 17, cuando económicamente pudo, se sacó el carné. Y así hasta hoy. «Los alrededores no han cambiado físicamente, lo que sí ha cambiado es la gente que regenta la zona; antes había comercios que llevaban toda la vida en el barrio y ahora han entrado más multinacionales», argumenta.
![El cuadro homenaje en el lugar donde se fundó el Rayo Vallecano](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/25/rayo2-U82202363643gjY-760x427@diario_abc.jpg)
Dentro del campo, sin embargo, la película es diferente: «Te voy a contar una anécdota. Cuando hemos estado en la Asamblea para tratar los problemas del Rayo, una vez nos contó un diputado que había estado residiendo fuera y que al volver había vivido un 'déjà vu'». O, en otras palabras, que los asientos, las vallas y los baños (salvo los de la tribuna de la Albufera) seguían «igual de insalubres que siempre».
Un recinto que sus dirigentes han dejado morir (sin ir más lejos, la última ITE resultó desfavorable) a imagen y semejanza de lo que pasó con el ya desaparecido Vicente Calderón. «Primero, ignoras cualquier tipo de reforma durante años, para después decir que el estadio ha quedado obsoleto y justificar así la mudanza», advierte un abonado colchonero. En febrero saltó a la luz pública que los dirigentes del Rayo y la propiedad del campo (la Comunidad de Madrid) llevaban semanas negociando un posible traslado, después de que Isabel Díaz Ayuso manifestara en una entrevista que su actual ubicación era «insostenible».
Ello ha llevado a la última gran movilización rayista para proteger la que consideran la casa de todos los vallecanos. Se han unido peñas, asociaciones sociales y deportivas, comercios, grupos de música, artistas, colegios y todas las asociaciones vecinales de Puente de Vallecas. «El Rayo es de Vallecas, pero es que Vallecas es del Rayo», remarca Sebastián, consciente del gran tejido asociativo y vecinal que ostenta la zona.
![Rafael Garrido, abonado número 1 del Rayo Vallecano](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/25/rayo3-U32021725527cqL-760x427@diario_abc.jpg)
Las previas en la Albufera y otras calles aledañas forman parte del paisaje urbano cada día de partido. «Es tremendo lo que se monta. Mi padre y yo siempre vamos con bastante tiempo de antelación para poder vivir el ambiente», subraya Santos Garrido, al que todos llaman Santi, socio 54 e hijo de Rafa, el carné número 1 del Rayo Vallecano. Tras sellar la semana pasada su cuarta temporada seguida en Primera, el equipo franjirrojo registró ayer un lleno total en el último partido de Liga ante el Athletic Club: un partido para conmemorar los cien años (los cumplirá el próximo miércoles), en el que la afición desplegó un tifo que dio la vuelta a todo el graderío.
El júbilo se trasladó al exterior y las calles volvieron a lucir sus mejores galas. «Las previas de antes eran muy similares a las de ahora, el ambiente de barrio, el tener el estadio al lado del Metro y del mercado», añade a su vez el propio Sebastián. Antiguamente, el Rayo siempre jugaba los domingos a las 12 para no coincidir con Madrid y Atlético, hora propicia para sacar el bocata de tortilla y la bota de vino, «cuando la dejaban pasar». El feudo del Rayo era un punto de encuentro familiar, ya saben, el fútbol era más bien la excusa. «Entrabas y una peña sorteaba un jamón. Y al ser todo de hormigón, la gente hacía pequeñas hogueras para calentarse», rememora.
Antes, entre 1972 y 1976, el Rayo tuvo que trasladarse al Vallehermoso por la demolición del viejo campo y posterior construcción del actual. Un exilio forzoso que no tardó en hacer mella en la masa de un club ligado para siempre a Vallecas. Una institución que aún posee el encanto del fútbol inglés, donde lo normal es ser del equipo de tu pueblo, aunque este juegue en quinta división, y pasar del Manchester City de turno. «Nosotros sabemos que, cuando vamos a Vallecas, estadísticamente lo normal es perder, por eso es tan bonito ser del Rayo». Y que así sea otros cien años más.
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