La Cañada Real, el barrio de Madrid que (casi) no vota: «A los políticos no les importamos nada»
La abstención en el barrio más pobre de la capital, alcanza el 95,4%. Solo hubo 62 votos en 2019
El abandono institucional que sienten desde hace décadas los 8.700 vecinos del asentamiento les aleja de las urnas
Los vecinos de la Cañada Real, a la espera de su realojo: «Vivimos entre ratas, sin luz ni agua. Es inhumano»

La mañana es gris. Pero el cielo se vuelve ocre conforme el humo de la incineradora de Valdemingómez baja sobre las parcelas de «la zona sin asfaltar» del sector VI de la Cañada Real Galiana, el peor de este enorme asentamiento. «Han tirado ya ... casas y están rodeando las nuestras, los que aún quedamos, con montañas de arena de los escombros. Y están trayendo techos de uralita inservibles al lado de nuestras viviendas, como si fuera un vertedero». Quien habla es Said, 56 años, originario de Marruecos y con más de dos décadas residiendo en este trozo del tercer mundo madrileño.
Said viene con una bolsa llena de barras de pan. «Voy y vengo todos los días a Perales del Río, en Getafe, a comprar. No me queda otra. Aquí no tenemos nada», se queja. Entre otras cosas, luz y agua natural. Desde hace diez años, asegura, aunque el problema más acuciante comenzó hace casi tres años con la eclosión de las plantaciones de marihuana en la zona de los narcotraficantes, que han dejado sin fluido eléctrico a los vecinos de toda la vida.
«Nací en la calle de Serrano»
Las coordenadas electorales del sector VI son: sección 18-045; colegio electoral, Agustín Rodríguez Sahagún (Villa de Vallecas); abstención, en 2019 (última convocatoria conjunta de municipales y autonómicas), del 95,4%; total de papeletas emitidas: 62; partido más votado: PSOE (30, 44,1%), Más Madrid (12, 17,6%), Vox (11, 16,2%), PP (5, 7,4%) y Pacma (4, 5,9%). Si esta barrio fuera 'el Ohio madrileño' (así se considera al distrito de Latina), la izquierda obtendría la mayoría de los pocos votos de un barrio en el que reina la abstención.
Rafael Diosdado, con 70 años estupendamente llevados (43 de ellos en la Cañada), algo conoce de política. Nació en Serrano, 141, en plena Milla de Oro. Vive en un solar destartalado. «He sido ordenanza en el Ayuntamiento de Madrid durante 35 años. He conocido y tratado a todos los alcaldes, desde Enrique Tierno Galván a Manuela Carmena, que me entregó una carta de agradecimiento cuando me jubilé. El mejor alcalde del mundo, Tierno, sin duda. Ni 'Carolo III' fue mejor que él», recita.
En todos sus sectores, del primero al sexto, residen unas 8.700 personas (la mitad, en esta parte), de las que alrededor de 2.600 son niños; se viene trabajando en un plan integral, con medidas sociales, de seguridad y, sobre todo, habitacionales: el realojo se ha comenzado (solo de decenas de familias), pero no llegará a todos, porque muchos aparecen en los documentos como ilegales. El plan actual es de ocho años, desde 2023 hasta 2030. Los presupuestos generales del Estado hablan de una primera partida de 8,3 millones de euros, que en el futuro pueden llegar a los 100.
«Yo entré como okupa, veinteañero, pero desde el primer día podrían haber regularizado el asunto. Y han pasado 45 años», señala Rafael Diosdado. Habla mientras riega (sacando agua de su pozo, pues carece de suministro corriente) sus plantaciones de girasoles y hortalizas en su terreno, donde el traqueteo del generador que tiene que utilizar (no tiene luz eléctrica). «Soy socialdemócrata. Mi mujer también. Pero mis hijos, de 30 años, tienen otras ideas. Mi hijo dice que le gusta Vox. Ellos ya no viven aquí», revela, entre la sonrisa burlona y la pequeña decepción.

Candidatos desconocidos
«¿A que al pasar por delante de mi parcela habéis pensado que soy un 'facha' porque tengo colgada la bandera de España. Y porque el collar de mi perra también es la rojigualda? ¡Pues no! ¡Porque esta es la bandera de todos!», sentencia. Eso sí, su vecino de al lado, «es del PP», aunque confiesa que no se habla con él desde hace por lo menos treinta años.
Tiene claro que va a votar «al PSOE», aunque cuando se le pregunta por la candidata a la Alcaldía de Madrid de ese partido, aclara que no lo conoce. Tampoco el del aspirante a la Comunidad, Juan Lobato. «Yo la muerte de Franco la viví haciendo el servicio militar en Mellilla, por lo que me tocó participar en la 'marcha verde', el mes antes, en 1975. Pero también te digo una cosa: había un alcalde que era muy de derechas, José María Álvarez del Manzano, con el que me llevaba estupendamente; jugábamos juntos al dominó y al mus en los campeonatos del ayuntamiento, y es una bellísima persona».
Rafael es uno de los veteranos de la Cañada. Y Karim de los más jóvenes con derecho a voto: «Nací en España y soy de origen marroquí, pero llevo más de 20 años en esta parcela. Tengo 28. Ahora vivo solo aquí, porque mis madres se fueron a Vallecas. Y no pienso votar este domingo.No creo en el voto».

Es la tercera casuística de la Cañada: los que no pueden votar, como Said, porque no tienen DNI; los que pueden votar y lo hacen (los que menos); y los que, siendo electores, prefieren quedarse en casa, una inmensa mayoría en esta barriada. «No sé ni a dónde pertenece mi casa, si a Getafe o a Madrid [es en terrenos de la capital donde se asienta el enorme solar donde reside]. A los políticos no les importamos nada. Mira cómo está todo. Sin asfaltar... No les importamos nada. Sin asfaltar... Que al menos nos pongan agua o luz eléctrica. Me he gastado muchos miles de euros en poner las placas solares, me podría haber comprado un chalé con ese dinero, más el mantenimiento», asegura este fontanero armador. De todos modos, si recibe un piso donde realojarse, no lo va a aceptar.
«Me niego a irme de aquí». ¿No te acostumbrarías a vivir en un piso y con vecinos? «No. Aquí me siento libre». Ideológicamente, ni izquierda ni derecha. «Me defino de mi casa. Mi vida no depende de los políticos. Soy un descreído total. Al futuro alcalde o alcaldesa le diría que mirara por la gente de aquí, porque llevamos décadas tirados. Si hay que pagar 200 o 300 euros de agua y luz, los pago. Pero yo de aquí no me muevo».
Sin derecho a voto
Amir está empadronado ahora en el sector VI de la Cañada. Hasta hace poco figuraba en el censo de El Escorial. A sus 62 años, este albañil en paro y nacido en Marruecos, lleva viviendo en el poblado «desde 2011». «No puedo votar porque aún no tengo DNI. Si pudiera votar, me lo querría reservar».

Su vecino y tocayo Said, que lleva 26 años en Madrid, aún no ha tramitado la petición de nacionalidad española: «Estoy de juicio con el ayuntamiento, así que, ¿cómo voy a votarlos? Querían tirar mi casa sin darnos soluciones. Pago impuestos como todo el mundo: el IBI, 1.500 euros a Hacienda por la casa... Lo tengo grabado. Nos quieren echar y no nos quieren dar nada. Estoy con mi mujer y el niño. Nos hicieron una promesa verbal, pero ahora nos amenazan con dejarnos en la calle y quitarnos al hijo. Tengo dos hernias discales y camino porque el médico me lo ha recomendado».
Said está enfadado. Muchísimo: «Vinieron los de Urbanismo y enterraron todo el alrededor de mi casa con 5 metros de tierra. Han cortado el camino y han encharcado la zona con agua llena de mierda, y no puedo ni abrir la ventana. Nos están presionando para que nos vayamos».
Pasa una furgoneta con un español, Ángel, que afirma desde la ventanilla, sin parar el motor, que el domingo sí votará. Es chatarrero y tiene cinco hijos. Se conoce los nombres del alcalde y de la líder de la Comunidad. Y el de Markel Gorbea, el último comisionado especial para la Cañada Real, que cesó hace justo un mes: «Él dijo que se marchaba por voluntad propia, pero lo cierto es que hemos presionado para que lo echaran», se jacta Said (como antes lo ha hecho Rafael).
A diferencia de la mayoría de sus vecinos, Rafael Diosdado ejercerá su derecho al voto: «Ya tengo preparadas las papeletas». Y se despide de ABC con una confesión y una certeza: «Lo que pasa es que vamos a perder, otra vez. Eso está claro».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete