Una calle de Madrid
BAJO CIELO
Y que para volver a tu origen, a tu suelo de la infancia, solo necesites darte un buen paseo y encontrarte con todo lo que te ha hecho de esta manera
Madrid, ciudad pícara, lúcida, nocturna y eterna
![Sucesión de pequeños comercios en la avenida Pablo Neruda de Vallecas](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/14/vallecas-RgiRRVEhCZSulmkjLxAnM8K-1200x840@diario_abc.jpg)
Hablaba Jesús Nieto de la calle Leganitos, «que se ve como una cortadura urbana bajando desde Princesa. Parece, sin quererlo, una calle de Cuenca en la que uno se imagina penitentes». Y es que Madrid tiene esas cosas, Jesús. A ti, ... que te duele la ciudad, te hace penitente por quererla de otro modo, casi como si fuera un contrincante que te reta. Pero mira qué bien la escribes. Al final de eso se trata, Nieto. En muchas calles de Madrid te puedes quedar a vivir en ellas.
No hace falta irse a Soria ni a Cuenca porque están las dos aquí, como Sevilla, Barcelona o cualquiera de Norteña. Tiene eso que se han traído todos, como Eugenio, el portero, que resulta ser de Cáceres y a cada poco me cuenta la berrea en su sierra este otoño prematuro. Justo al lado está Pablo, que abrió su bar hace veinte años y prepara un menú que se come medio barrio.
Allí conocí a Teresa, que regenta una mercería que su padre compró a Mercedes cuando se volvió a Segovia, tras media vida en Madrid. Teresa es de Córdoba. Ha intentado que Pablo prepare flamenquines en el bar y me han asegurado que el día que los hagan me guardarán una ración. También se llama Pablo el peluquero, que tiene una hija opositando a guardia civil y que agradece que ETA ya no utilice el amonal.
Su hermano, Vicente, sí que estuvo en primera línea cuando mataban y me contó que a Inchaurrondo los carteros no llegaban, que eran ellos quienes tenían que ir a la oficina de Correos para poder leer a los suyos.
Pablo también le corta el pelo a Carmen, una señora elegantísima que no sale de su casa si no está perfecta, ya sea para ir al estanco de Ernesto o al mercado de Chamberí, donde compra los viernes para tener el sábado todo listo en la visita de sus hijos y nietos. Su puesto predilecto es el de Ángel, que se levanta a las cinco de la mañana para pescar en Mercamadrid las lubinas que Carmen borda a la sal.
Ángel es de Tordesillas, y siempre me dice que allí y en Madrid se come mejor pescado que en el puerto de La Coruña, pues los camiones que hacen ruta a la meseta paran con el pescado fresco en su pueblo. También le compra a Ángel, Marta, una chica de un pueblo de Vigo que termina en Madrid sus estudios de arquitectura. Su padre tiene una conservera y le paga el piso mientras que ella trabaja en el bar de Antonio para sacarse la viruta que necesita para vivir. Antonio, o «Tornado», como le dicen los viejos del barrio, es un superviviente de la noche porque en Madrid también se puede vivir a oscuras.
A veces le visito a la hora de la cena y siempre cuenta la historia de cuando cerraron el Rockola por la pelea aquella de rockers y mots, en la que a poco se llevó un navajazo. A muchos amigos perdió cuando las chutas. Dice Tornado que las farmacias eran el mejor sitio para dar el palo en la época mala del caballo, y que por eso la farmacia de Julia sigue teniendo esos barrotes en el mostrador.
Ella es de Gerona pero se casó con otro que estudiaba también Farmacia y al final se quedó aquí en Madrid con la licencia y todo eso. Un hijo suyo acaba de terminar Periodismo. Dice que las tres salidas para un periodista en España son por tierra, mar y aire, y le veo de vez en cuando en el bar de Pablo tomándose el café. Siempre dice que tiene alguna entrevista pero que nada, que no hay manera. Que está mirando si volverse al pueblo de su padre, en Logroño, ahora que los viñedos necesitan estar más altos para seguir regando la tierra. Un primo suyo dice que hay trabajo para los dos pero claro, volver al pueblo para muchos es una derrota y no un regalo.
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En 'El Paseo', Robert Walser desgrana con la precisión de un artesano de palabras el costumbrismo con el que se topa saliendo a caminar. El mundo entero cabe a veces en una sola calle, en un barrio de tu ciudad. Y Madrid las tiene de sobra.
Una calle cualquiera es el escenario en el que muchas vidas se cruzan o se hacen la misma, la de todos. Es probable que todos los rincones de España quepan en una calle como esta. Y que para volver a tu origen, a tu suelo de la infancia, sólo necesites darte un buen paseo, y encontrarte con todo lo que te ha hecho de esta manera.
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