Basura, vertidos y grafitis a las puertas de la iglesia más antigua de Madrid
La ermita de Santa María La Antigua, en Carabanchel, es víctima del vandalismo por su aislamiento. El templo fue declarado Bien de Interés Cultural en 1981 y en 2020 se delimitó su entorno de protección
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Alguien decidió aprovechar la mañana del domingo y hacer limpieza en casa. Cargó su vehículo de todo tipo de enseres personales y, ni corto ni perezoso, los tiró sin ser visto en un camino de tierra junto a la ermita de Santa María La Antigua, ... en Carabanchel, tal vez sin saber, o quizás sí, que ese templo es la edificación más antigua de Madrid y está protegido desde 1981 como Bien de Interés Cultural (BIC).
A 500 metros de la estación de Eugenia de Montijo, la ermita de Santa María La Antigua contempla un descomunal solar que, en otros años, albergaba la cárcel de Carabanchel. El enclave, pese a su cercanía al Metro, está retirado de las zonas residenciales y rodeado por parques y una vía pecuaria de 21 metros que se conoce como la 'vereda de Aluche'. Un aislamiento que en ocasiones se aprovecha para llenar el camino de basura y escombros y cubrir de grafitis las paredes del cementerio parroquial de San Sebastián Mártir, adosado a la ermita.
Ni siquiera los muros de mampostería y ladrillos del templo románico-mudéjar, el más antiguo de este estilo en la Comunidad de Madrid, se libran de los actos vandálicos. Bajo un cartel que reza «Aquí estuvo la iglesia de Santa María Magdalena a la que venía a orar San Isidro», aparece difuminada una 'A' anarquista pintada con spray negro y, a un lado de la portada, también se conserva la firma de los grafiteros. Una situación de deterioro que desde hace años denuncian asociaciones de vecinos e historiadores.
A un margen del camino, Juan García Vicente, miembro de la asociación Carabanchel, Historia y Patrimonio, se pone los guantes y se sirve de un rastrillo para limpiar la maleza que crece a un lado de la ermita. El colectivo publica en sus redes sociales los actos vandálicos que se producen en el entorno; el último, el domingo 3 de septiembre a pocos metros del templo: ropa, calzado, lámparas, sartenes, maletas, apuntes del colegio, una estufa de butano e, incluso, una cama que se han esparcido a lo largo de la vereda. «A las ocho de la tarde hemos quedado varios vecinos para recoger con una carretilla», cuenta el voluntario.
Esta mañana nos hemos encontrado con esto en la Vereda de Aluche, junto a la ermita de Nuestra Señora de la Antigua (Carabanchel): alguien ha depositado allí lo que le sobraba de su casa, hasta una cama 😡 pic.twitter.com/fQJYSxMR2h
— Carabanchel Historia y Patrimonio (@carabanchelhyp) September 3, 2023
Este último vertido incontrolado de residuos en el entorno de la edificación más antigua de la actual Madrid (Carabanchel no formaba parte de la ciudad) no es una excepción, más bien una constante, pese a que en 2020 la Comunidad de Madrid reforzó su conservación mediante la delimitación de un entorno de protección. «No es la primera vez que ocurre», comenta García Vicente: «Hace unos meses, aparecieron frente a la ermita unos 50 neumáticos». En los 21 metros de camino también se acumulan montones de escombros, restos de la antigua cárcel e, incluso, lápidas cercenadas que, por motivos que se desconocen, han aparecido fuera de los muros del cementerio. «La vereda es una caja de sorpresas, nunca sabes qué te vas a encontrar», resume el residente.
El trabajo desinteresado de un grupo de vecinos, pese a las dificultades, pone orden donde la anarquía ha plantado su bandera y la limpieza no cubre tanto espacio como demandan. «Somos los propios vecinos los que nos encargamos del mantenimiento de la zona», asegura García Vicente, mientras sostiene entre sus manos los guantes de trabajo: «Esto es territorio comanche, el camión de la basura no entra más allá del camino».
Fuentes de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid concretan que, cuando se han producido actos vandálicos de este tipo, el área de Conservación «ha enviado cartas al ayuntamiento de la capital para que limpie el entorno, algo que ya ha hecho en reiteradas ocasiones, así como a la Iglesia para que se encarguen del mantenimiento». No obstante, desde el consistorio consideran que es el propietario quien debe conservar el bien.
Junto a las quejas por la limpieza, la asociación vecinal demanda una barrera disuasoria que «sería un primer paso» para impedir que los responsables aparquen su vehículo en la vereda y viertan ahí sus desperdicios. Mientras, han tomado cartas en el asunto y, desde 2017, las plantaciones colectivas han sembrado cerca de 300 árboles. El grupo, congregado en torno al nuevo colectivo Salvemos Eugenia de Montijo, aprovecha los sábados (el día de la semana cuando la capilla se puede visitar) para organizar sus actividades y dar a conocer sus reivindicaciones.
Interesantes sorpresas
La ermita de Santa María La Antigua tiene un extraordinario valor histórico y patrimonial. Fue declarada BIC en 1981 con categoría de Monumento, el máximo nivel de protección del patrimonio histórico. Responde al prototipo de iglesia mudéjar rural y cuenta en su interior con interesantes «sorpresas» que se han ido descubriendo con las sucesivas restauraciones. Así lo destaca Alberto Tellería, vocal técnico de Madrid Ciudadanía y Patrimonio: «El edificio tiene un inmenso valor como pieza arquitectónica, con un ábside mudéjar magnífico, un interior en el que han ido apareciendo pequeñas pinturas... Incluso podemos hablar de un valor patrimonial social por el cementerio».
La última restauración se llevó a cabo el pasado año, en la que se descubrió, bajo una obra que simulaba una vidriera con jarrones, una pintura mural de Santa María Magdalena. Varios años antes, en otros trabajos de restauración, se sacaron a la luz restos arqueológicos de origen carpetano y romano, como cerámicas, losas y ánforas. Visto su interior, su subsuelo y su aspecto, además del propio valor histórico del templo, los residentes piden una conservación global del enclave, «no solo con parches», cuestiona García Vicente.
Futuro ligado a la cárcel
La solución, en cualquier caso, se antoja difícil. «Está cerca de los terrenos de la antigua cárcel, en una zona que no está urbanizada del todo, aislada, con lo cual el vandalismo y las pintadas son inevitables», explica Tellería, al tiempo que critica la «falta de sensibilidad» de los responsables de los grafitis. «Es un tema muy conflictivo porque afecta a toda la ciudad y es muy complicado luchar contra esta lacra si no hay una sensibilidad por parte de quien hace las pintadas», insiste el experto.
La conservación de la ermita y su entorno y el futuro de los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel, demolida en 2008, van de la mano. La urbanización del descampado acabaría con el aislamiento del templo. Para Tellería, sin embargo, es difícil saber si esto pondría fin al vandalismo, «porque depende de como sea la urbanización y la comunidad que vaya a vivir».
Las claves
Lugar remoto
La ermita de Santa María La Antigua se encuentra rodeada de parques, una vía pecuaria y en frente de un enorme solar, el lugar propicio para las gamberradas. Desde que se derribó la cárcel de Carabanchel en 2008, el enclave está pendiente del plan urbanístico.
Actos vandálicos
Los vertidos incontrolados de residuos son una constante en el lugar. El pasado domingo apareció una montaña de enseres personales y, en junio, unos 50 neumáticos.
300 árboles
Los vecinos han plantado en el entorno de la ermita cerca de 300 árboles para revitalizar la zona.
Barrera disuasoria
Vecinos como Juan García Vicente, de Carabanchel, Historia y Patrimonio, piden una barrera disuasoria para evitar que los responsables aparquen su vehículo en el camino y viertan allí sus desperdicios.
Lo que parece seguro es que, tarde o temprano, el plan urbanístico (el APR 11.01 Cárcel de Carabanchel) será una realidad. Con los proyectos actuales, sobre el área se erigiría un nuevo desarrollo urbanístico de 170.000 metros cuadrados con 600 viviendas, de las cuales el 30 por ciento (180) serían protegidas. En torno a 128.000 metros cuadrados estarían reservados para zonas verdes y equipamientos.
En cualquier caso, los expertos piden «hacer una excavación arqueológica importante en la zona para saber qué valores más tiene el entorno antes de intervenir», tal y como subraya el vocal técnico de Madrid Ciudadanía y Patrimonio, y las asociaciones vecinales ponen tres condiciones a la urbanización del terreno: que se alejen las viviendas de la ermita, que se construya un hospital (una vieja reivindicación) y que se estudie la posibilidad de levantar un centro universitario.
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