CARTAS AL ALCALDE
Donde latinear
La plaza de la Paja vive en una cuesta enfática, casi para atletas, y es un gozo para la movida del barrio
Marta Chávarri, la foto capitular de la democracia
![Detalle de la plaza de la Paja](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/07/25/plazapaja-RFEdWVYBWQwq3jfNcCsV9aL-1200x840@abc.jpg)
La plaza de la Paja vive en una cuesta enfática, casi para atletas, y es un gozo para el Madrid de la movida del barrio de Latina, que no se acaba. Es puntero el sitio, alcalde. Es suyo el verano.
Donde el peatonaje ... de la zona, ahí en el siglo XVI, en Madrid, entregaba paja a los capellanes de la capilla del Obispo, para sus mulas numerosas, hoy se desperezan algunas terrazas de farde de Madrid, muy pululadas de valquirias de móvil, japonesas de relámpago, algún joven actor vecino, y la 'golfemia' diurna o nocturna de la ciudad, que viene aquí a «latinear».
Han pasado cinco siglos por estas piedras, entre una cosa, y la otra, y hoy te ponen un cubata las camareras de piercing mientras miras la fachada del Palacio de los Vargas, que tiene en vigor, aún, las piedras de su 'esqueletura' seria, cuando esta plaza de la Paja era un jaleo de mercancías, un zoco principal de la villa.
Porque hablamos de la plaza de la Paja, médula de Madrid, durante la Edad Media, corazón medieval de La Latina, y de la ciudad entera. Fue punta comercial, entre los siglos XII y XIV, y luego perdió podio, porque se construyó la plaza del Arrabal, precedente de la Plaza Mayor actual, y hasta ahí se desvió el meneo del mercadeo de aquellos momentos.
Perdía así la plaza de la Paja su monarquía, en lo comercial, pero conservaba un cinturón de palacios que aún hoy se mantienen, una copa concéntrica de casas de linaje, cuyas fachadas aprovechaba anteayer el turisteo para hacerse retratos y los de las series de la tele para ambientar los culebrones de época.
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Hay dos plazas de la Paja, aquella histórica, majestuosa de edificios de las principales familias nobiliarias de Madrid, con mercado, o sin mercado, y luego la plaza de la Paja de hoy, un cruce de fachadas museales y breves restaurantes de cava.
Es un sitio de «obligada visita», que dicen los guías raudos, para quien prefiere los afanes culturales, y también para quien prefiere los azares del Madrid de la juerga, pero juerga de copa a primera hora nocturna, o bien a la hora sin hora de las cañas. Donde «latinear».
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