El toque de queda no frena los atracos y robos pasadas las 22 horas
Los delincuentes aprovechan la falta de testigos para dar palos sin ser detectados

Una mujer camina al filo de la medianoche por la calle de Puentelarra, en el barrio de Santa Eugenia (Villa de Vallecas). Confiada, avanza a paso ligero hasta alcanzar su domicilio. Es su ruta de siempre, pero algo ha cambiado: el toque de ... queda ha dejado la vía pública prácticamente desierta. En el portal, los gritos alertan al vecindario. Un hombre, provisto de una navaja, amenaza a su presa con intención de robarle. El hijo de la víctima es el primero en bajar a su auxilio. Él y otras dos personas salen detrás del delincuente, que huye a la carrera tras apoderarse del teléfono móvil.
Este asalto, ocurrido el pasado jueves, es solo un ejemplo de los últimos atracos ocurridos más allá de las 22 horas. Los maleantes son conscientes de la anómala situación, por lo que no dudan en aprovecharse de ella para abordar a sus víctimas. El hecho de que las personas que transitan por la calle una vez superado el toque de queda lo hagan casi siempre solas -ya sea al salir de trabajar o, simplemente, debido a una urgencia- las convierte en objetivos especialmente vulnerables. Así lo afirman las distintas fuentes policiales consultadas, que ponen el foco en la dificultad de controlar una urbe vacía, en la que muchos de los atracos se producen lejos de testigos que puedan alertar de lo sucedido.
El continuo patrullaje de la Policía Municipal y Nacional, no obstante, ha logrado abortar varias de estas embestidas. Es el caso de un joven al que tres hombres le intimidaron con una pistola a finales de enero en la calle de Boltaña (Canillejas). La providencia quiso que las luces de un vehículo policial hicieran dudar a los delincuentes. Ese "impasse" fue aprovechado por el afectado para echar a correr en dirección los agentes. Sus verdugos, mientras tanto, hicieron lo propio para borrarse del mapa.
Cerca de allí, en el barrio de San Blas, cinco jóvenes fueron también arrestados por asaltar a una pareja con palos y una espada a la altura del número 12 de la calle de Alberique. El hombre, de 30 años, tuvo que ser trasladado al Hospital Gregorio Marañón. Los agresores, de entre 17 y 19 años, están acusados de un delito de robo con violencia, amén de ser propuestos para sanción por saltarse el toque de queda.
Con todo, no es de extrañar que algunos sanitarios, obligados a trabajar de noche, hayan solicitado a la dirección de sus centros que incluyan en sus salvoconductos la posibilidad de un acompañante, alegando motivos de seguridad.
Coches y locales
De igual forma, los robos con fuerza en el interior de vehículos tampoco han cesado pese a la restricción horaria de movilidad. La circunstancia afecta sobremanera al barrio de Los Ángeles (en el distrito de Villaverde), donde la aparición de ventanillas rotas se ha convertido en una constante en calles como Anoeta, Manojo de Rosas o Soto del Parral.
Los establecimientos tampoco escapan al trabajo nocturno de los amigos de lo ajeno. Sin ir más lejos, el último sábado fueron sorprendidos tres individuos en el interior de una cafetería de la calle de Carretas (Centro). Mientras uno de los policías reducía a dos de los implicados, su compañera emprendió la persecución del tercer asaltante. Para ello, no dudó en subirse a un taxi que circulaba por la zona y conseguir darle alcance en la calle de San Bruno.
Ello se suma a la oleada de alunizajes en tiendas de alimentación y restaurantes chinos registrada en el distrito de Latina. Esta modalidad delictiva, empleada habitualmente para desvalijar joyerías y otras tiendas de lujo, se ha trasladado a todo tipo de negocios, asaltados de madrugada por medio de mazas o empotrando directamente un vehículo contra los cierres metálicos.
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