Illa afronta el 12M como un examen final de su estrategia
El líder del PSC, vencedor en 2021, ha sido el socio preferente de Aragonès y el garante de sus políticas nacionalistas
El dilema del exministro es que, aunque vuelva a ganar, no entra en los planes de ERC y Puigdemont pactar con él
Miedo en el PSOE: «Si el PSC no gana, Sánchez tiene un problema»
![Salvador Illa y Pedro Sánchez, en la clausura del XV Congreso del PSC, el 17 de marzo de este año](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/23/image-R0z5wHoSEgldYhwdl3cGOqO-1200x840@diario_abc.png)
Salvador Illa ganó las elecciones al Parlamento de Cataluña en 2021. Pero, como Inés Arrimadas en 2017, no pudo gobernar. El tripartito independentista (ERC, Junts y la CUP) sumó 74 escaños (la mayoría absoluta está en los 68) y, aunque con dificultad, llegaron ... a un acuerdo para que Pere Aragonès, candidato de ERC, la fuerza secesionista más votada, fuera investido presidente de la Generalitat. Si la noche del 12M deja como resultado que los independentistas suman 68 asientos, o más, poco importará volver a ser el más votado.
Lo saben en Pallars (nombre de la calle donde se ubica la sede central del PSC en Barcelona) y todo su esfuerzo, de aquí al domingo de las elecciones, consistirá en conseguir romper este techo (para el constitucionalismo), o suelo (para el independentismo), según se mire, con la intención de que hasta la fecha de la investidura exista, al menos, la posibilidad de que Illa se convierta en el tercer presidente autonómico de los socialistas, tras Pasqual Maragall y José Montilla.
A esta cifra hay que añadir una variable trágica para el candidato del PSC. Ni ERC ni Junts tienen en sus planes hacer presidente de la Generalitat a un líder socialista. La única razón de ser política de los de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, respectivamente, es llegar, controlar y establecerse el mayor tiempo posible en la Generalitat. Toda su estrategia en el Congreso, por ejemplo, se modula en función de los réditos que pueda darle para este objetivo en Barcelona.
Así, no habían pasado ni 48 horas del anuncio de las elecciones para el 12 de mayo cuando Jordi Turull, secretario general de Junts, dejó muy claro que, sobre este asunto, nada había cambiado. «En ningún caso», dijo en Catalunya Ràdio, los diputados autonómicos de Junts investirán a Illa. El propio Puigdemont, desde Elna (Francia), advirtió el jueves de que no solo no tiene ningún idilio con el PSOE sino que su candidatura se basa en ganar a Illa y restituir lo que los socialistas, con el PP, 'le robaron' en 2017. Y también Aragonès quiso zanjar cualquier duda al respecto señalando que, en ERC, no se les pasa por la cabeza dar su apoyo al líder del PSC, en caso de que este presente una propuesta de investidura.
Por lo tanto, el rival a batir es Illa y a este no le sirve solo con ganar. Los socialistas confían en que las encuestas (la última es la de la Generalitat y les augura entre 35 y 42 escaños, entre dos y nueve más de los que tienen actualmente, de un total de 135) se equivoquen a su favor y lleguen a los 50 escaños. Sus cálculos pasan por sumar a los comunes (que los sitúan entre los ocho y los 13 asientos) y aprovechar la esperada subida del PP (entre nueve y 13) para alcanzar la cifra mágica de los 68 votos.
Pero estas cábalas son ciencia ficción. Así lo apuntan fuentes de los populares que no ven margen posible para que los diputados del PP catalán (ahora son tres) den su apoyo a un candidato del PSC. Están escarmentados tras su apoyo a Jaume Collboni en Barcelona y todo lo que sucedió tras las elecciones generales del 23J: los socialistas prefirieron ceder ante los independentistas (amnistía, catalán en el Congreso, condonación de la deuda, Cercanías, mediador internacional...) antes que dejar gobernar a la lista más votada de Alberto Núñez Feijóo (PP).
Sin mucho margen
Por lo tanto, el margen de maniobra que tendrá Illa no será mucho, por no decir ninguno. Su única medalla pasa por ganar sobradamente como para necesitar, únicamente, el apoyo de los de Jéssica Albiach, de En Comú Podem, con el nombre que finalmente presenten para integrar a Sumar. Incluso un buen resultado del PSC, aunque el tripartito no sume 68 escaños, podría suponer una repetición electoral antes que ver a Illa como 'president' con el apoyo de ERC o Junts.
Además, la irrupción de Puigdemont –que aseguró estar dispuesto a volver si es para su investidura– agitará todo el panorama demoscópico, primero, y electoral, después. La encuesta de la Generalitat se hizo antes de conocer la decisión del eurodiputado e, incluso, antes de la convocatoria electoral para el 12M.
A pesar de que uno de los lemas más utilizados por Illa es el de presentarse como el político necesario para «pasar página» del 'procés', lo cierto es que el fugado de la Justicia no hace más que desmentirlo: referéndum y, sí o sí, independencia, aunque sea unilateral.
Paradoja del 'procés'
En 2021, Illa dijo en un acto del PSC que «ni Cataluña será independiente, ni habrá amnistía, ni referéndum de autodeterminación» y un día después del 23J (2023), sin tapujos, aseguró que «la amnistía no es factible desde el punto de vista del Estado de derecho». Está por ver el coste electoral de estos «cambios de opinión», así como de la derivada que le afecte del caso Koldo y, sobre todo, de las políticas nacionalistas avaladas en el Parlament pactadas con ERC y, a veces, con Junts (presupuestos de la Generalitat con gasto identitario, reparto de cargos directivos en TV3, política lingüística con multas, mantenimiento de la inmersión obligatoria en las aulas...).
Curiosamente, sin embargo, la aparición de Puigdemont y que la campaña se centre en el 'procés' puede ser la tabla de salvación para Illa, si los efectos de los casos citados hacen mella en el electorado. El constitucionalismo entendió en 2017 y 2021, según se viene analizando desde entonces, que eran momentos de concentrar el voto. Ante la amenaza real de ruptura social, económica, política y sentimental, entre catalanes, primero, y con el resto de españoles, después, Arrimadas (2017) e Illa (2021) supieron capitalizar el voto anti secesionista.
Ante este panorama, Illa podría presentarse como el único candidato con opciones de ganar al independentismo. Ignacio Garriga (Vox), Carlos Carrizosa (CS) y Alejandro Fernández (PP), según las encuestas, no están en condiciones de disputarle este 'título'. En la ecuación, además, el PSC debería mostrarse como alternativa 'votable' a un elector que, en parámetros de 2021, no está por la labor de aprobar una ley de amnistía, por ejemplo, que deja sin rastro penal los hechos delictivos del 'procés'. Difícil tarea para que, en dos meses, se produzca tal giro.
Illa afronta el 12M como si de un examen final de curso (¿carrera?) se tratara. Una prueba de estrés para la estrategia de tender puentes con el independentismo (aunque este ni lo pide ni lo demuestra), con la excusa de romper los bloques, gestionando a su vez el liderazgo del constitucionalismo. Una táctica contaminada por el PSOE de Pedro Sánchez y sus «cambios de opinión» en relación al independentismo de ERC y Junts, socios en Madrid del socialismo para mantener La Moncloa y rivales en Barcelona.
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