situación del pp catalán
Génova evita el choque y Alejandro Fernández recupera terreno por la falta de alternativa
Feijóo está dispuesto a renunciar a una batalla orgánica en Cataluña que no sabe si podrá ganar en un congreso
Los críticos con el líder popular catalán admiten que «si es capaz de hacer gestos de integración, lo tiene hecho»
Alejandro Fernández: «Voy a dar mi opinión, siempre, es un derecho irrenunciable»
![Alberto Núñez Feijóo y Alejandro Fernández, en un acto del PP en Cerdanyola del Vallés (Barcelona), el verano de 2022](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/08/image-RH0oYehivZLfWrXntPfGkaN-1200x840@abc.png)
Las tornas han cambiado en lo que respecta al PP catalán. La certeza instalada desde hace meses de que Alejandro Fernández dejaría la presidencia de la formación se resquebraja. Hasta el punto de que, en estos momentos, su continuidad es la opción más factible. ... Las señales que emite Génova son de inhibición. No se quiere iniciar una guerra orgánica en Cataluña de resultado incierto.
Desde hace meses la voluntad de la dirección nacional respecto a un relevo era clara. En público, nunca se manifestó en esos términos. Pero no hay dudas en la preferencia por un cambio en el liderazgo popular en Barcelona. En privado, se deslizaban nombres, haciendo especial hincapié en el de Dolors Montserrat, eurodiputada y portavoz del PP español en Bruselas.
En el proceso de confección de listas para el 23 de julio, en Génova empezó a comprenderse que el proceso no iba a ser pacifico. Se tanteó a Fernández por si quería incorporarse a las listas. Pero el líder regional vio ahí la oportunidad de reivindicarse como una figura que no se va de Cataluña, como tantos otros en el abanico constitucionalista, sino que permanece.
La dirección nacional se afanó en explicar después que el ofrecimiento había sido por la lista de Tarragona, y no por Barcelona. Hay quien, a toro pasado, piensa en Génova que si se le hubiese ofrecido el 'número uno' por la circunscripción de Barcelona –que acabó en manos de Nacho Martín Blanco– quizás las cosas habrían sido distintas. En el entorno de Fernández, sin embargo, aseguran que el resultado habría sido exactamente el mismo.
Él quiere seguir al frente del partido en Cataluña y ser el candidato en las próximas elecciones autonómicas, que como tarde han de celebrarse en febrero de 2025, pero que los partidos políticos juegan con la posibilidad de que se adelanten para finales de 2024, aunque Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, defiende e insiste en que la legislatura en el Parlament se desarrollará al completo.
«No tutelamos procesos»
Tras ese planteamiento de retirada, tras el verano y las elecciones generales, Génova tanteó con los críticos de Alejandro Fernández cuáles serían las posibilidades de desbancarlo en un congreso regional. «¿Ganaríais, no?», preguntó un miembro de la cúpula de Alberto Núñez Feijóo a un grupo de dirigentes críticos durante una reunión. La respuesta no fue convincente para Génova. Lo que provocó, incluso, malestar en la dirección nacional por lo que interpretaron como falta de coraje. Algo así como viniendo a decir que «el problema de Urgel –nombre de la calle de la sede del PP catalán en Barcelona–, que lo resuelta Génova».
Nunca ha sido la prioridad de la dirección nacional tener en Cataluña un congreso de enfrentamiento. Y a día de hoy, pese a todo, siguen sin descartarlo por completo asegurando que «lo importante es la unidad tras el congreso». Salvo cambio de guion, en Génova se empieza a consolidar la idea de que no habrá relevo. Las relaciones con Fernández no han sido las mejores, aunque la interlocución existe por diferentes vías. Lo suficiente como para que la convivencia sea posible. Y más en un contexto de recuperación electoral del partido.
Así, en estos momentos, desde Génova ni siquiera establecen un límite para celebrar ese congreso pendiente. «No tenemos plazo fijado para Cataluña», aseguran. Lo que contrasta con los casos recientes donde había urgencia electoral (País Vasco) o el proceso era muy sencillo (Asturias o La Rioja). Y, en cualquier caso, se traslada un mensaje muy distinto al de hace meses: «Génova no va a hacer nada. Respeto a los territorios. No vamos a tutelar procesos. El que gane contará con el respaldo de la dirección».
En la sede nacional parecen tener claro que «un proyecto teledirigido» contra Alejandro Fernández no tendría asegurada la victoria. En realidad, la dirección de Feijóo y Fernández dicen cosas parecidas cuando hablan de la necesidad de autonomía del PP catalán.
Cosa distinta es el aterrizaje de esa cuestión, ya que Fernández rechaza el intento más indisimulado de sus críticos y de la dirección nacional de extender el ámbito de acción del PP en Cataluña hacia sectores que en el pasado se vieron atraídos por la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Esto pasa por una presencia en determinados foros y por una modulación del tono que no es lo que defiende Fernández.
Pero el sentir general en el PP es que conviene no romper las cosas cuando la dinámica del partido es alcista, tras haber bordeado la desaparición. En Génova reivindican que el crecimiento ya se está produciendo. «Hemos empezado a crecer en Cataluña antes de las autonómicas», dicen en referencia al resultado electoral del 23 de julio. El PP catalán pasó de dos a seis escaños en el Congreso de los Diputados. Pero estuvo a punto de que fueran ocho.
Ni quieren, ni convencen
Hace unas semanas se publicaba la encuesta electoral del Centro de Estudios de Opinión (CEO) –el CIS catalán– para unas próximas elecciones autonómicas que situaba al PP entre los 13 y los 17 diputados autonómicos. Ahora tiene tres. La certeza de que el partido mejorará el resultado en paralelo a la tendencia a la baja de Vox y la definitiva desaparición de Ciudadanos. Por eso, precisamente, también hay desincentivos para abrir una crisis interna que además tendría un resultado impredecible.
Además del nombre de Dolors Montserrat, se ha hablado del citado Nacho Martín Blanco (en el Congreso), de Daniel Sirera (líder del PP en el Ayuntamiento de Barcelona) y de Manu Reyes (presidente provincial y alcalde de Castelldefels). Unos, no quieren; otros, no pueden, y alguno no convence. No hay alternativa clara. Entre los muy críticos con Fernández reconocen, incluso, la situación: «Si Alejandro baja el nivel de tensión y es capaz de hacer gestos de integración, lo tiene hecho».
Génova ha detectado ese estado de ánimo y ha decidido inhibirse. «Feijóo no va a buscar un mirlo blanco. Debe ser el territorio quien nos plantee qué quiere hacer», dicen, en línea con el proceso de renovación en el País Vasco. En Vitoria, Génova participó y cerró el proceso de acuerdo con la dirección saliente y con los líderes provinciales. En la dirección nacional la opinión sobre Fernández, para bien y para mal, no ha cambiado. Pero se ve el terreno muy pantanoso como para intervenir desde Madrid.
Las posiciones de Alejandro Fernández se han visto reforzadas por el contexto político. Su oposición frontal y pública a cualquier acercamiento a Junts ha cimentado su discurso. Ver al PNV ir en esa dirección y no en la que anhelaba Feijóo ha sido la puntilla. Fernández y su equipo creen que sus posiciones sobre lo que iba a hacer el separatismo se han cumplido. Y de hecho han reconocido, públicamente y en privado, su satisfacción por el fondo y el tono de los últimos discursos de Feijóo en los cónclaves internos: «Eso ha traído cierta distensión».
Los fieles a Fernández creen que expulsarlo del liderazgo significaría enmendar unas ideas «que tienen mucho más apoyo aquí que las de acercarse a Junts». De hecho, atribuyen el rechazo al actual líder más por rencores internos que por un cambio de estrategia de fondo.
En el PP catalán creen que, en estos momentos, Feijóo «no podría permitirse perder un congreso y ya sabe que entre las alternativas no hay unidad, y por tanto no hay una alternativa clara que pueda atreverse a lanzarse al ruedo con garantías».
Una apuesta moral
Aunque el partido, internamente, no pasa por su mejor momento, situación que no es solo achacable a Fernández, pues heredó la presidencia autonómica de una formación en coma, lo cierto es que, como defienden sus críticos, éste no ha sabido (o no le han dejado) dar aire a una militancia en un territorio que la mayoría de las veces lo que requiere es cariño. Su gestión interna es su talón de Aquiles.
En cualquier caso, lo que sí ha sabido trabajar Fernández, al margen de consolidarse como uno de los mejores parlamentarios catalanes al que todos los diputados escuchan cuando sube a la tribuna de oradores del Palacio de la Ciudadela, es a la sociedad civil catalana constitucionalista, maltratada (o al menos así dice sentirse) durante años por los partidos que, sobre el papel, debían defender sus intereses.
La apuesta del presidente del PP catalán se ha centrado en recuperar la moral de una 'tropa' –independientemente de su militancia– dañada y golpeada desde antes de 2017 por los nacionalistas, primero, los independentistas, luego, y el PSOE y el PP, desde La Moncloa, regularmente.
Así se entienden mejor los choques dialécticos (y digitales, en su mayoría) de Fernández con Feijóo, Elías Bendodo y, por ejemplo, Esteban González Pons, en los últimos meses, cuando éstos han soñado con coquetear con el nacionalismo –y hasta con Junts para una investidura de Feijóo– y su red clientelar que está bien tejida por el 'tercerismo' que encarnan, entre otros, el Círculo de Economía, el grupo empresarial mediático del conde de Godó ('La Vanguardia' y Rac1) y Fomento del Trabajo. Colaboradores necesarios de la situación política actual y que insisten en errar en el diagnóstico.
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