Besteiro fracasa y el socialismo se hunde en Galicia
El candidato del PSOE jugó, sin éxito, la carta de su influencia en el Gobierno para conseguir inversiones
Así han votado los gallegos, calle a calle
Sánchez sufre el primer revés electoral tras la remontada del 23J
Editorial: Sánchez, una nueva derrota
José Ramón Gómez Besteiro era el candidato de Pedro Sánchez para concurrir a las elecciones gallegas. Por eso el presidente del Gobierno se volcó con la campaña gallega, rematándola con un doblete de mítines en La Coruña y en Santiago. El desembarco de ministros en Galicia también ha sido casi diario. Y por eso el fracaso sin paliativos del PSOE gallego, que con solo nueve diputados, y perdiendo cinco respecto a las últimos comicios autonómicos se hunde hasta su mínimo histórico, es sin duda también un fracaso del propio líder nacional del PSOE.
Parecía que aquellos 14 diputados de 2020 era el suelo del PSOE gallego, pero hacía tiempo que en el socialismo se presentía que, con un BNG disparado en las encuestas, todavía podía caer más bajo. Y las urnas lo han confirmado. A los socialistas gallegos, pese a conseguir evitar unas primarias a las puertas de unas elecciones, les faltó tiempo para potenciar al candidato de Sánchez y del aparato del partido, un Besteiro que volvía al ruedo de la política tras ocho años de un calvario judicial al que le sometió la exjueza de Lugo Pilar de Lara. Besteiro no llegó ni a sentarse en el banquillo, porque sus imputaciones fueron cayendo una tras otra. Y Sánchez le devolvió a la primera línea.
El candidato del PSOE apostó por exhibir su sintonía con Sánchez como su principal carta electoral, haciendo promesas electorales que en realidad dependían del Gobierno central, una estrategia que compartió el propio Sánchez diciendo que, si en Galicia y en el Estado se establecía un «hilo directo», la región iba a meter «la directa». Uno y otro insistieron en esa carta del gobierno amigo como su principal baza.
La estrategia, que acentuaba la sensación de que el PSdeG se limitaba a funcionar como una mera sucursal de Ferraz, ha sido un fracaso. Besteiro prometió, por ejemplo, que las principales autopistas gallegas, de gestión estatal, iban a ser gratis. Y también decía que, si él era presidente de la Xunta tras las elecciones de este 18 de febrero, el Gobierno central iba a dar su brazo a torcer y conceder a Galicia las competencias necesarias gestionar su propio litoral. Pero nada de eso ha funcionado a los socialistas gallegos. La promesa de un presidente de la Xunta como un mero 'conseguidor' de inversiones estatales para Galicia no ha cuajado en el electorado de izquierda.
El fracaso del partido
Seguramente el fracaso del PSOE es una responsabilidad compartida. Besteiro no supo levantar un partido que iba en caída libre, pero tampoco tuvo demasiado tiempo para intentarlo. Desde luego, una estrategia errática en campaña, en la que los socialistas no han conseguido acentuar sus virtudes, que las tiene, tiene mucho que ver. Besteiro gana en la distancia corta, pero le falta fuelle en los mítines y discursos, y la formación no ha sido capaz de sacar partido a sus puntos fuertes ni disimular los más débiles.
Los socialistas tenían asumido que, si entraban en la Xunta, iban a ser el vagón de cola de un gobierno con una locomotora pilotada por el BNG. Y muchos electores pensaron que lo más práctico era apostar por el «voto útil» a los nacionalistas. Su candidato tampoco fue capaz de darle la vuelta a esa dinámica. Besteiro renunció a mostrar una imagen presidencial, que en cambio la candidata del BNG, Ana Pontón, se esforzó en potenciar. Besteiro reconoció que ha sido una derrota «sin paliativos». «No obtuvimos los resultados que esperábamos», añadió. Pero prometió que renunciaría a su acta en el Congreso y se quedará en Galicia.
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