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Bajo tierra según los ritos musulmán y judío: «Es un gran paso»

Un decreto de la Xunta permite por fin que las comunidades musulmana y judía puedan enterrar sin ataúd, de acuerdo a sus propias creencias funerarias. El siguiente paso es lograr que se construyan cementerio propios

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Muchos musulmanes gallegos son enterrados en el cementerio musulmán de Madrid (en la imagen) Óscar del Pozo
Ántar Vidal

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Era una reclamación casi histórica de la población musulmana gallega. Pero a partir de ahora, por fin, podrán enterrar a sus muertos de acuerdo a sus propios ritos funerarios. La normativa sanitaria gallega, hasta el mes pasado, no permitía que los entierros fueran directamente en contacto con la tierra, es decir, sin féretro o ataúd, pero a finales de agosto el Consello de la Xunta aprobó el nuevo decreto de sanidad mortuoria que sí lo facilita. «La comunidad musulmana de Galicia está muy contenta y es un gran paso», se alegra Dareme El Mahjoub, presidente de Unión de Comunidades Islámicas de Galicia (UCIDGAL). La norma, según la Xunta, «presta especial atención a las implicaciones que el derecho a la libertad religiosa tiene en esta materia, incluyendo una regulación específica para aquellos entierros que, por motivos confesionales, deban realizarse en contacto con la tierra». Es el caso del Islam y el Judaísmo.

Los trámites se iniciaron allá por el 2017. El Mahjoub recuerda la fecha, la tiene grabada a fuego: el 4 de abril de 2017 se aprobó la Proposición No de Ley del Parlamento sobre esta materia. Y el representante de la comunidad musulmana recuerda «la voluntad del PPdeG», que fue, dice, quien propuso la iniciativa, aunque también «el resto de partidos» se sumaron. La nueva normativa también fue bien recibida por la población judía gallega —mucho menor que la musulmana—, aunque reconocen que lo que sería ideal es un cementerio propio. De todas formas, Fredy Sussman, presidente de la Comunidad Judía de Galicia, sabe que con los apenas 300 judíos que hay en la Comunidad no tienen muchas posibilidades de lograrlo.

«Muy buena noticia»

Hace unos años, la última superviviente en Galicia del Holocausto, Ania Fuchs de Horszowski, falleció y fue enterrada en Caldas de Reis. Recuerda Sussman, presente aquel día, que fue enterrada de la manera más similar al rito judío, con el cuerpo directamente en contacto con la tierra. Era el año 2019, y su cuerpo fue sepultado en el cementerio municipal del concello. A partir de esta normativa, los trámites son más sencillos y esta posibilidad será para todo aquel que lo desee.

Esta «muy buena noticia» va a facilitar los entierros, sobre todo, a la comunidad musulmana. Según las cifras que manejan desde UCIDGAL, actualmente en Galicia hay unos 30.000 musulmanes. Explica el presidente que los musulmanes más mayores —y los que ya han fallecido en territorio gallego— suelen ser población inmigrante, por lo que generalmente se envían sus cuerpos a sus países de origen, en muchos casos Marruecos, con todos los gastos que ello supone. Sin embargo, otras personas prefieren ser enterradas en España, porque incluso han nacido aquí. Pero en Galicia era prácticamente imposible ser enterrado de acuerdo a los ritos que manda el Corán, que además de tener que ser directamente en la tierra, el cuerpo ha de estar apuntando hacia la Meca: «Es muy habitual llevar los cuerpos al cementerio musulmán de Madrid o Burgos», cuenta, con el incremento que supone el transporte funerario hasta allí. En cuanto a lo económico, calcula el presidente de UCIDGAL que los gastos pueden dispararse hasta los más de 8.000 euros. «Las familias sufren mucho» cuando hay que hacer traslados por todo el tiempo que pasa hasta que el cuerpo es sepultado, explica. Ahora «nos va a venir muy bien, menos gastos, menos traslados, menos burocracia», va a ser mucho más llevadero el duelo, asegura El Mahjoub.

Como en el caso de los judíos, aunque respaldados por una población mucho más amplia, lo que faltaría en Galicia es un cementerio propiamente musulmán. Con el nuevo decreto existe la posibilidad de ser enterrados directamente en contacto con la tierra en los cementerios municipales —siempre bajo la aprobación de la entidad propietaria de la necrópolis, se especifica en el decreto—, por ejemplo, pero estarán satisfechos al 100 % cuando se habilite un espacio idóneo. Hay trámites en marcha para construir un makbara en Galicia, pero está todavía lejos de materializarse. Mientras tanto, «podemos enterrar en cementerios cristianos u otros espacios», pero no todos están dispuestos a ello.

Llegar hasta este punto ha sido «un proceso muy lento» iniciado ya hace seis años, cuenta Sussman, pero lo que sería absurdo no celebrar estos avances. Pero todavía queda camino por recorrer para que estos colectivos religiosos puedan gozar de un funeral y entierro acorde completamente a su fe. La normativa aprobada en Galicia es muy similar, cuenta El Mahjoub, con la que está vigente en Valencia. Durante el proceso de redacción —desde UCIDGAL estuvieron en constante contacto con la Administración pública—se estudió cómo es la normativa en otras comunidades que sí permitían este tipo de entierros. Valencia, Andalucía o Madrid son algunos ejemplos.

El decreto que aprobó la Xunta sobre Sanidad Mortuoria incluye otras novedades. Si toda la documentación está en orden, se reduce de 24 a 12 horas el tiempo mínimo de espera para enterrar a un fallecido, lo que también podría aliviar el duelo de los allegados.

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