El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (III): zampanzares por Sevilla
elecciones 21-a
Tercera entrega del diario de comentarios enfrentados de los columnistas de ABC José F. Peláez y Chapu Apaolaza sobre la campaña vasca
El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (II): sacando la gabarra
El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (I): 'Musho Beti Jai'
POR CHAPU APAOLAZA
Zampanzares y campanilleros
Mira, Peláez, cómo van esos zampanzares con sus pieles y sus abarcas, meneando el milenario cencerro por la Avenida de la Constitución (Española, claro) de Sevilla antes del partido del Athletic. Alguien le ha puesto al vídeo la marcha de Semana Santa 'Pasan los campanilleros' ... y forma una superposición perfecta. No sé si España se rompe, pero se dobla muy bien y si juntas un vasco y un andaluz te sale, por ejemplo, la Feria de Sevilla y otras cosas.
Urkullu en la cola para ver a la Esperanza Macarena y los chicos del Athletic bailando sus aurreskus de 'streetdance' frente a la Catedral demuestra una vez más que el nacionalismo es una filfa y se le va la fuerza por la evidencia palmaria de que los vascos y los andaluces nos llevamos tan bien. La victoria vasca en la Copa del Rey va a parar la campaña por lo menos hasta el jueves, cuando salga la Gabarra. Además, y sobre todo, desactiva la idea-núcleo de los discursos nacionalistas de que el resto de España, y sobre todo Andalucía, es un territorio hostil e ignoto del que conviene independizarse cuando se huele, se sabe y se comprueba que somos pueblos distintos pero hermanos, unidos en esta cosa fantástica que se llama España y en la que se pasa tan bien.
A ver cómo vas ahora, Otxandiano, volviendo de Sevilla, con la camiseta 'gorri ta zuria' oliendo a azahar y a adobo de Blanco Cerrillo, a decir que como en Bilbao no se está en ninguna parte y que de España más vale separarse. Ánimo con eso.
POR JOSÉ F. PELÁEZ
El gen recesivo
Aún recuerdo la primera vez que vi a los zampanzares. Fue en San Juan de Luz y me recordaron a los zamarrones de Zamora y a los zarramacos de Molledo. Más que nada porque es lo mismo, una tradición ibera que se repite en muchos pueblos pastores y que no tiene nada de especial, por más que el nacionalismo, en su charca de incultura, se empeñe en dar a entender lo contrario. Yo en todo esto lo que veo es un alto grado de paletismo, una mentalidad aldeana y acomplejada. Esto de llevarse a Sevilla a camareros que hablen euskera, ponerse a bailar aurreskus en la Alameda y sacar de paseo a los zampanzares es tan ridículo como si unos sevillanos se fueran a lo Viejo de Donosti y se llevaran a los Seises, un petrolero lleno de Cruzcampo sin pasteurizar y a los 'armaos' de La Macarena. Qué quieres que te diga, cuando la gente bien formada viaja, intenta dejarse impresionar y aprender: sabe que no tiene nada que temer de su encuentro con el otro.
Pero hasta eso tiene disculpa: hay mucha buena gente entre los catetos. Lo que no la tiene es ver pancartas a favor de los presos de ETA a escasos metros de donde esos mismos asesinaron al matrimonio Jiménez Becerril. Esos ya no son catetos sino psicópatas. Y actúan como si no tuvieran un segundo que perder: sin fanatismo, su identidad se perdería como un gen recesivo. Un gen recesivo: eso es el nacionalismo. Y en su vertiente turística, un gen recesivo que actúa como el dominante. Si les dan diez días más, alguno pide prohibir a 'El Pali'.
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