Fondos europeos, el día que se rompieron los equilibrios en Vox
La portavocía del Congreso, la gran batalla que queda por librar
![Iván Espinosa de los Monteros, en el Congreso de los Diputados](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/10/08/espinosa-RAkbyQvQ6QqmiUl669c2f0I-1240x768@abc.jpg)
Todas las formaciones tienen dos almas. Una más moderada o pragmática y otra más exaltada o radical. Cuando ambas esencias se encuentran en equilibrio, predomina la unidad y la convivencia tranquila. Cuando una de las dos se impone, se abren fracturas y estallan las disensiones ... públicas. El ejemplo más claro de esa dualidad de espíritus lo ilustra el PSOE, con el ala sanchista de un lado y la histórica de otro. Pero aunque no se perciba tan nítidamente, Vox también tiene dos almas. Una liberal y encabezada por el portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. Otra más conservadora y liderada por el hasta el jueves secretario general y ahora nuevo vicepresidente, Javier Ortega Smith.
Ambas esencias estaban en equilibrio desde los inicios de la formación y esa fue una de las circunstancias que permitió a Vox exhibir la solidez y unidad interna de una roca desde que dio el salto a las instituciones. Una robustez no vista de esa forma en ningún otro partido. Pero ese equilibrio interno se rompió. Sucedió el 28 de enero de 2021. Aquella mañana, el Congreso debatía el decreto de los fondos europeos y el Gobierno había dado por seguro que tendría los votos suficientes para sacar adelante un texto fundamental para orquestar el reparto del dinero comunitario. No era así. ERC, PP y Ciudadanos votaron en contra para sorpresa de los socialistas y en una carambola que sorprendió a propios y extraños fue Vox el que, junto a Bildu, salvó la convalidación gracias a una abstención con la que nadie contaba.
El momento débil de Espinosa
Esa posición de facilitar el decreto la había abanderado Espinosa de los Monteros sin saber que la votación dependía de su partido. Y tras ver el resultado, el portavoz parlamentario se apresuró a negar cualquier negociación con los socialistas y a defender que la abstención había sido decidida pensando en lo mejor para las familias, empresas y trabajadores españoles. Pero el PP no dudó en espolear la idea de que Abascal se rebajaba a ser el salvavidas de Sánchez de la mano, nada más y nada menos, que de los herederos del brazo político de ETA. El secretario general de los los populares entonces, Teodoro García Egea, devolvía así el mismo golpe que Vox le había asestado asestado varias veces durante las prórrogas del estado de alarma.
El histórico favor de Abascal a Sánchez fue destacado en todos los medios de comunicación. Dentro de Vox, unos dicen que aquello fue demasiado para el ala ultraconservadora. Otros dicen que solo fue la oportunidad de oro que estaba esperando para ganar peso dentro del partido. De un modo u otro, lo cierto es que este sector no tardó en mover ficha para difundir que Espinosa de los Monteros era el responsable de una votación que consideraba un disparate. Y pronto aparecieron noticias que achacaron la polémica abstención a una cesión del portavoz parlamentario ante la presión de la CEOE y, en concreto, a una llamada de la exministra popular de Trabajo, Fátima Báñez, parte de la dirección de la patronal. Era lo que faltaba para debilitar aún mas la posición interna del liberal.
Más control para los radicales
Con la excusa de lo sucedido, y aprovechando ese momento bajo para Espinosa de los Monteros, el ala más escorada a la derecha eleva su poder dentro del partido desbaratando el equilibrio que existía entre ambas almas. El comité de acción política donde solo tenían asiento Abascal; su gurú, Kiko Méndez-Monasterio, Espinosa de los Monteros, Ortega Smith, y el portavoz, Jorge Buxadé (estos dos últimos del ala ultraconservadora) pasan a controlar la dirección de política de gobierno, y la dirección de política parlamentaria para coordinar las iniciativas en el Congreso, parlamentos autonómicos y europeas. La salida de Macarena Olona fue la primera gran consecuencia de ese desequilibrio interno a favor de los más conservadores. Espinosa de los Monteros fue el encargado de marcar la salida a la que había sido la secretaria general de su grupo parlamentario pero no quiso manifestar discrepancias hacia su discurso sino culpando a los medios de utilizarla para hacer daño al partido.
El desequilibrio interno, por tanto, parece difícil de arreglar con la salida de Ortega Smith de la secretaría general del partido. Su sustituto, Ignacio Garriga, no solo se sitúa en su misma ala ultraconservadora sino que es visto por muchos a nivel interno como un posible hombre de paja de Buxadé, que avanzaría así una nueva posición. Si nada lo remedia, ambas almas de Vox van camino de enfrentarse por el reparto de poder y cargos ante las próximas elecciones, primero las municipales y autonómicas y después las nacionales, con la próxima portavocía del Congreso como la gran pieza a conseguir por unos y otros. El ala más escorada a la derechs la quiere para Buxadé. La liberal está dispuesta a pelearla con uñas y dientes para que Espinossa de los Monteros la preserve. El nombre que la ocupe en la próxima legislatura será el mejor indicativo del estado de los equilibrios o desequilibrios internos de Vox.
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