Los críticos de Junts se preparan para liderar el partido a medio plazo
«Este congreso servirá solo para coronar a Puigdemont, pero fracasará pronto»
Su idea es dar un giro «pragmático» al partido y abandonar el eje independentismo-unionismo para competir entre izquierda y derecha
Junts coincide cada vez más con el PP, pero niega una alianza
Dan por perdida la batalla, pero no la guerra. Los críticos de Junts saben que en el próximo congreso del partido, que ha sido convocado para finales del mes de octubre tienen muy difícil torcer el brazo al actual presidente del partido, el prófugo Carles ... Puigdemont. No obstante, según ha podido testar ABC en fuentes de ese sector del partido que da «por amortizado» al expresidente de la Generalitat, su jugada no es el corto plazo, sino el largo. Mirada al horizonte ante algo que ven como evidente: el 'procés' tal y como lo concibió Puigdemont cuando mandaba en el palacio de la Generalitat es historia. Otra cosa es la Cataluña de 2024 y los argumentos que movilizan al electorado de la derecha catalana nacionalista de toda la vida que se acabó entregando al independentismo.
«Este congreso no servirá más que para coronar a Puigdemont, pero ellos saben que no van a ningún sitio», dicen desde ese sector que piensa que la estrategia de la derecha nacionalista debe girar radicalmente. «Puigdemont está obsesionado con situar a Junts en el liderazgo del espacio independentista, pero esto en la Cataluña de 2024 es no entender dónde están los catalanes», explican.
«Aduladores»
Este sector acudirá al congreso con la convicción de que su papel no es derrotar a Puigdemont y a sus «aduladores», sino empezar a sembrar la semilla de la alternativa. Creen firmemente que el partido vive preso del pasado, que Puigdemont se ha convertido en un problema para el avance, que él representa el pasado e impide pensar en el futuro.
Dicho esto, parten de dos premisas: la primera es que sienten -dicen que «saben»- que son mayoría entre los militantes; la segunda es que saben con certeza que en la ejecutiva del partido son minoría. Por eso la cuestión no está en quién ganara el congreso: será Carles Puigdemont. El análisis que se hace desde el sector crítico trata de ser realista, tanto en lo que tiene que ver con la formación como con la realidad que atraviesa esa Cataluña post 'procés' que observa cómo a finales de septiembre de 2024 Barcelona está gobernada por el socialista Jaume Collboni y la Generalitat por Salvador Illa. Es más, no sólo es que ambos hayan saludado al Rey con normalidad institucional en sus recientes visitas a Cataluña, es que el presidente de la Generalitat acudió la semana pasada al palacio de la Zarzuela a despachar con Felipe VI. Un cambio de época que, sin embargo, Carles Puigdemont no sólo no quiere asumir, sino que quiere poner a su favor. Más tensión.
«Internamente ha conseguido construir un hiperliderazgo que impide cualquier tipo de crítica, nadie se atreve a llevarle la contraria. Y eso es terrible para un partido cualquiera, pero para Junts es demoledor porque Puigdemont es absolutamente imprevisible», aseguran a ABC distintas fuentes críticas que aspiran con dar un giro copernicano al partido. «El problema de Puigdemont es que su objetivo es que quiere poner a Junts como líder de la Cataluña independentista. Quiere comerse a ERC y a la CUP, pero eso hoy es un imposible».
Dicho en términos de teoría política, Puigdemont quiere que Junts sea un «catch-all party», un partido atrapalotodo, un partido político que da poco énfasis a la ideología y que busca atraer a las masas en lugar de a un tipo de votante más ideologizado. Un partido único, con todo lo que eso significa.
«Frente patriótico»
«Ganará el congreso, eso está fuera de debate, pero nosotros estamos trabajando en empezar a crear un marco que nos saque de Puigdemont», explican los críticos, seguros de que Puigdemont no va a conseguir liderar ese «frente patriótico» que tanto anhela. «Nuestra batalla es otra», añaden: ellos quieren aprovechar el congreso para «marcar perfil, aunque sólo sea para ofrecer a los ciudadanos catalanes una alternativa de hacia dónde debe caminar Cataluña».
Hay un hecho, quizá dos, en el que se va a poner mucho hincapié: antes de la selecciones del pasado mes de mayo, Puigdemont se comprometió a retirarse de la política si no conseguía no sólo ganar las elecciones, sino ser reelegido presidente de la Generalitat. A 23 de septiembre de 2024 el líder de la máxima institución del autogobierno catalán es un socialista. «Y él sigue ahí, incumpliendo su palabra. Ese es su punto débil», añaden.
El problema al que se enfrentan estos críticos, a pesar de su convicción de que son mayoría entre los votantes, es que Puigdemont está rodeado de «aduladores», especialmente tres: el primero es el presidente del Parlament, Josep Rull, una pieza clave para el partido porque es la más importante representación institucional del mismo dado que Puigdemont sigue siendo, le guste o no, un prófugo de la Justicia. Él es quien dedica las frases más duras, por ejemplo, al juez Pablo Llarena, como dijo recientemente: «Está prevaricando al no aplicar la ley de amnistía, es un acto de rebeldía».
Junto a Rull, y en Madrid, Miriam Nogueras, la portavoz en el Congreso de los diputados. Ella es igualmente dura que Rull, pero con una ventaja competitiva para Junts: no lo dice en Cataluña, se lo dice a la cara a Pedro Sánchez, a Félix Bolaños o a María Jesús Montero. Ella fue quien provocó que el Gobierno perdiera la semana pasada una nueva votación en el Parlamento, dejando con la misma cara de susto no sólo a la parte socialista del Ejecutivo, sino también a Yolanda Díaz y a la coalición que ella lidera.
Otro «adulador» es Jordi Turull, que como Rull también conoce lo que es estar en prisión y que hoy se ocupa de controlar el partido en su función de secretario general de Junts.
El nuevo curso político se presenta con una novedad frente a los últimos años: la mayoría de los partidos que permitieron la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno en verano de 2023 se enfrentan a procesos de liderazgo interno. Si se observa el bloque independentista, no sólo está Junts, también Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido que aspira a liderar Oriol Junqueras, quien fuera vicepresidente de Carles Puigdemont. Él lleva tiempo tratando de sobreponer a su papel como líder del 'procés' un discurso distinto, más centrado en lo social, Otra cosa es que lo consiga.
Pero fuera del movimiento independentista, también el PNV tiene un debate abierto que deberá culminar un proceso que llega después de que Íñigo Urkullu fuera desbancado de la Lendakaritza por Imanol Pradales. Y, cómo no, Sumar, la coalición de Yolanda Díaz que nunca acabó de fraguar en un partido político y que está amenazada por su ambigüedad y el crecimiento de un Podemos que vive extraordinariamente cómodo en la radicalidad y extramuros del sistema. Como Puigdemont.
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