El coste del terror de ETA: 25.000 millones sólo de impacto directo

Se unen a esto pérdidas «indirectas» provocadas por un clima hostil que derivó en fuga de empresas y de empleos de calidad o la caída del emprendimiento

Entrevista con Luis Ramón Arrieta: «Se mantienen 'tics' del terrorismo contra el mundo de la empresa»

Se da la paradoja de que, si bien normalmente se considera al País Vasco como una de las regiones más ricas y con mayor bienestar de España, al mismo tiempo, el análisis de su cuadro macroeconómico –el conjunto de indicadores que permite prever dinámicas en ... el medio y largo plazo– dibuja una realidad distinta, mucho más negativa, con la región a la cola del emprendimiento en España, con dificultades para atraer la inversión, por debajo del PIB relativo en comparación con otras regiones y con una pérdida paulatina de stock (suma de capital público y privado). Un diagnóstico detrás del cual se esconde, según un estudio impulsado por el exdirectivo e investigador Luis Ramón Arrieta, el impacto de la violencia ejercida y sostenida en el tiempo por ETA.

Uno de tipo directo, que cifra en más de 25.000 millones de euros de pérdida hasta 2020 a nivel nacional aunque con mayor impacto en el País Vasco sobre conceptos como, por ejemplo, gastos de seguridad, sanitarios o indemnizaciones para las víctimas, y también otro indirecto difícil de cuantificar, pero que puede ser «infinitamente superior», de acuerdo con el antiguo directivo del BBVA. En este último grupo enmarca fenómenos como la figura del «transterrado» (personas que huyeron de la región por la violencia y que algunas investigaciones cifran en más de 200.000), la deslocalización de empresas, la salida de depósitos bancarios o la pérdida de empleos de calidad.

Todo ello, provocado por las prácticas de extorsión ejercidas por la banda terrorista para financiarse, camufladas bajo el eufemismo del «impuesto revolucionario». Entre 10.000 y 15.000 empresarios y directivos fueron extorsionados de forma directa por ETA, una tarea de la que normalmente se encargaban los cuadros más bajos de la banda terrorista o simpatizantes, amparados por la violencia brutal ordenada por los mandos. A este dato se suma que, en el tiempo que estuvo activa la banda, las empresas sufrieron un atentado cada tres días, según el 'Informe Foronda' elaborado por la Universidad del País Vasco (UPV).

El clima de violencia creado y la estigmatización del empresario habría ahuyentado las inversiones de capital extranjero (la participación del País Vasco en este apartado dentro de España marcó subidas y bajadas, registrando unos niveles más bajos en 2015 que en 1993, según el Ministerio de Industria) y provocó una pérdida de la vocación empresarial. En ese sentido, el informe sobre emprendimiento del 'Global Entrepreneurship Monitor (GEM)' relega a la comunidad a los últimos puestos a nivel español y europeo. Un daño económico conjunto en parte causado por el terrorismo, pues el País Vasco también ha sufrido el resto de crisis que han afectado al mundo occidental, que se refleja en una pérdida paulatina del stock de capital en la región y del peso relativo del PIBen comparación con otras comunidades autónomas, tractoras para la economía española.

De acuerdo con el estudio promovido por Arrieta, todo éste cóctel se vio amortiguado durante la época de actividad de ETA por el «escudo económico» del concierto vasco y una gestión «prudente» en lo económico por parte de los Gobiernos regionales. Sin embargo, describe la situación actual como el 'síndrome de la rana hervida': «Si pones agua a calentar en una cazuela y metes a una rana está tranquila y a gusto, pero no se da cuenta que está subiendo la temperatura y muere sin darse cuenta».

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