La corriente crítica de Vox exige recuperar ya los equilibrios en el partido
Distintas voces denuncian que los postulados de Jorge Buxadé llevan un año imponiéndose sobre todos los demás
Desde la dirección hablan de una «polémica artificial» alentada «con mentiras» desde fuera de la formación
Santiago Abascal abandona el equipo con el que tuvo sus mejores resultados

La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros ha roto el mito de la unidad indisoluble en Vox. Esta vez, al contrario de lo que sucedió con la salida de Macarena Olona, tras la que la cúpula del partido mantuvo amarrada ... la disciplina interna, hay voces que en público y en privado comienzan a cuestionar una estrategia que consideran errática. Diferentes miembros de la formación denuncian un viraje hacia las posiciones más conservadoras que está rompiendo, dicen, la convivencia entre sensibilidades que coexistían desde su fundación.
Una de las grandes fortalezas de Vox, durante su larga etapa expansiva –que se vio frenada por primera vez en las elecciones andaluzas del año pasado por las expectativas irreales generadas–, ha sido sin duda la total ausencia de contestación interna. Pero tras el resbalón del 23J, con la significativa pérdida de diecinueve escaños y el abandono de más de 600.000 votantes, afloran voces críticas. El adiós de Espinosa de los Monteros, el mayor representante del cada vez más menguante sector liberal de la formación, ha terminado de abrir un boquete.
Por ahora, públicamente solo se han pronunciado miembros de Vox afines a Espinosa de los Monteros, como Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso, que fueron laminados de las listas del 23J sin ninguna explicación oficial. Desde la dirección se relativizó su ausencia de la candidatura y se limitó a una mínima renovación, común y habitual, esgrimían, en todos los partidos políticos. Sánchez del Real era muy cercano a Olona hasta su abrupta salida del partido y también fiel colaborador de Espinosa de los Monteros. Mientras que Manso, que compartía esa visión liberal con él, fue uno de los gurús económicos del partido.
Sánchez del Real, en conversación con ABC, reclama la recuperación de «determinados equilibrios» y de «muchas personas válidas», con vida profesional fuera de la política, para recuperar la senda del crecimiento truncada en las últimas elecciones generales. El exdiputado, que este martes compartió un hilo de la red social X (el antiguo Twitter) crítico con Jorge Buxadé –el señalado como representante del ala más conservadora en Vox–, habla no obstante de «bajada coyuntural» por una «desactivación» y paso a la abstención de «votantes fieles» a la marca.
«Facción muy a la derecha»
«Si se logra sacar conclusiones inteligentes de lo que ha sucedido en el último año, hay enormes posibilidades», insiste, y zanja: «No hay fiebre que no traiga crecimiento». Su moderado optimismo choca con el derrotismo de Manso, que en un artículo publicado este martes en 'Vozpópuli' prácticamente dio sepultura al partido, pese a que lo han votado más de tres millones de españoles hace menos de un mes. El también exdiputado señaló que en Vox no existían dos almas, en referencia a la liberal y la conservadora, sino «un amplio espectro» que daba cabida a diversas sensibilidades.
Fuentes internas señalan a Hoces, diputado tras el 23J, como impulsor de 'nuevas líneas políticas' que escoraron al partido
Sin embargo, según aseguró este miércoles Manso en la Cope, en el último año el núcleo alrededor de Santiago Abascal ha constituido «lo que él nunca quiso»: «Una facción muy a la derecha y menos moderada, que se ha hecho en una noche con el control del partido». Manso puso nombres y apellidos a esa supuesta corriente: Jorge Buxadé, vicepresidente del partido; Ignacio Hoces, que precisamente sustituyó a Sánchez del Real en la lista por Badajoz y será diputado en la XV Legislatura; y Kiko Méndez Monasterio, sin cargo público pero de la máxima confianza de Abascal.
Manso, en la radio, desveló la existencia de «un rumor» interno por el que se pretendía sustituir a Espinosa de los Monteros por Hoces como portavoz en el Congreso, lo que tildó de «barbaridad». Sobre Buxadé, además, apuntó que posee «un componente nacional-católico, intervencionista y muy identitario» que, apostilló, «no tenía el partido» en sus inicios. Desde el relevo de Javier Ortega Smith de la Secretaría General de Vox, provocado por la denuncia de falta de democracia interna que hizo pública Olona, ya fuera de la formación, en las páginas de este periódico, los afines a Buxadé han ganado galones.
Posiciones escoradas
Ignacio Garriga, también del Opus Dei, como Buxadé, heredó el cargo de secretario general y es hoy el número dos del partido. Mientras que Hoces fue cobrando un protagonismo en la sombra que cristalizó durante la campaña de las elecciones generales. Distintas fuentes apuntan que Espinosa de los Monteros había sido desplazado en la toma de decisiones –no formaba parte, por ejemplo, del Comité Ejecutivo Nacional– y veía cómo tenía que asumir las directrices de Hoces, a quien sitúan en el epicentro del terremoto. «El tal Hoces dictaba a gente fundadora del partido 'nuevas líneas políticas' que nacían no se sabe muy bien dónde e iban escorando las posiciones de forma constante y sistemáticamente», comenta a ABC un miembro de Vox que prefiere no ser citado.
Pero la cúpula del partido, que se esforzó en aparentar normalidad en el adiós de Espinosa de los Monteros, sigue negando un problema. Fuentes de la dirección consultadas por este diario garantizan que todo se debe a «la misma polémica absolutamente artificial» que ya saltó a los medios cuando Olona dio el portazo a Vox –y después Vox se lo devolvió– y se empezó a hablar de dos almas en el partido. Esa controversia, inciden estas fuentes, está alimentada «desde fuera, con muchas mentiras». El temporal no escampa, no obstante, y por primera vez hay quienes se atreven a alzar la voz desde dentro, y en público.
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