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Siete ataques con explosivos contra «símbolos del capital» en Barcelona: «Apuntamos a matar»

Entre julio de 2022 y junio de este año, tres individuos detonaron artefactos en seis cajeros. Un séptimo, en un supermercado, falló. Su líder ya ha ingresado en prisión provisional

El posible artefacto explosivo de la Barceloneta resultó ser una tubería metálica

Uno de los artefactos intervenidos en casa del principal investigado por los siete ataques con explosivos en Barcelona MOSSOS
Elena Burés

Elena Burés

Barcelona

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Siete artefactos explosivos. Los seis que detonaron, contra entidades bancarias. Cinco del Banco Sabadell y la restante, del Santander. El último, que falló, lo colocaron en un Mercadona. Ataques que tres individuos de ideología anarquista perpetraron contra «símbolos del capital» en Barcelona, entre julio de 2022 y junio de este año. Dos se turnaban para vigilar o grabar la acción. El cabecilla, que ya ha ingresado en prisión, es un hombre de 35 años cuyo 'modus vivendi' era el trapicheo de drogas. «Obsesionado» con la confección de explosivos, contaba con formación técnica «elevada» en Física y Química y utilizó una cabina telefónica del distrito de Sant Martí -de las pocas que quedan en la ciudad- para realizar una primera prueba con la pólvora de fabricación casera, un mes antes del primer ataque contra un cajero.

«Es donde empieza todo y hace pruebas con los gramos de pólvora y con el tamaño del tubo de PVC», ha detallado este miércoles el sargento del Tedax Carles Mitjà. Tras ello llegó la detonación en un cajero del Sabadell en la calle Gran del barrio de Sant Andreu. Con la explosión, los investigadores descartaron el móvil económico porque nadie intentó llevarse el dinero, y fue entonces cuando entró en escena la Comisaría General de Investigación (CGI) de los Mossos, para determinar si se trataba de un ataque de tipo ideológico. Una sospecha por las inscripciones localizadas en el dispositivo detonado. Desde 'fuck nazis', a 'fuck capitalism' o ACAB -'all cops are bastards', todos los policías son unos bastardos, en inglés-.

El sargento del Tedax muestra una reproducción del artefacto ABC

Por su parte, los artificieros analizaron los artefactos, compuestos por un tubo cilíndrico de PVC, con una parte final metálica y corchos en los extremos. También una funda termoretráctil. «Si la pólvora no está bien prensada, la deflagración falla», ha detallado el tedax. Eso fue lo que ocurrió en el Santander de la calle Gaudí, solo a 30 minutos caminando de la anterior sucursal atacada. Los siete explosivos los diseminaron, de madrugada, entre Sant Martí y el Eixample, «zona conocida» por todos ellos y donde se sentían «seguros». No los activaban con un detonador por control remoto, sino que empleaban una mecha larga. Entre los ataques no había una periodicidad determinada, aunque dejaban transcurrir al menos un mes -en otras fueron hasta tres- hasta el siguiente. Sí seguían «el mismo patrón», ha apuntado el intendente David Sánchez, subjefe de la CGI.

No solo en los objetivos, bancos y un supermercado, «inspirados en el anarquismo violento», sino en la confección de los explosivos, lo que indicó a los investigadores que tras los ataques se encontraba una misma persona. Para llegar hasta él han tenido que visionar más de 1.000 horas de imágenes de cámaras de seguridad, ya que pese a inmortalizar en vídeo sus acciones, éstas eran para consumo interno. Puede que para «perfeccionar su técnica». En todo caso, nunca llegaron a reivindicar sus acciones.

Uno de los explosivos intervenidos en casa del principal investigado MOSSOS

Los análisis de los artificieros determinaron que con el paso del tiempo evolucionaron también los artefactos. «Primero usaba un tubo de plástico, luego metálico. Hubo un avance. En el sexto incidente hizo que el vidrio de una entidad, de gran grosor, cayese al suelo, con proyecciones de hasta a 30 metros», ha precisado Mitjà. El cálculo de los Tedax fue que quien los confeccionaba había empleado unos 100 gramos de pólvora. Al registrar su domicilio, donde hallaron siete artefactos ya preparados, comprobaron que eran 160, lo que supone «50 veces más que un petardo comercial». No hay ningún herido por las explosiones, pero el riesgo existía, certifican los Mossos.

Anarquismo violento

Con las pruebas recabadas, bajo la tutela del Juzgado de Instrucción 29 de Barcelona, fue el pasado 5 de octubre cuando explotaron el caso Phiros. Tres registros en los domicilios de los investigados, que se saldaron con sendas detenciones. En el del principal sospechoso, además de los siete petardos ya preparados -sumaban más de 440 gramos de pólvora -, también localizaron droga y dinero en efectivo, así como precursores de explosivos: desde nitrato potásico, a aluminio y azufre. Elementos de «fácil acceso», como la acetona, cuya compra no tiene por qué levantar sospechas. El primero, por ejemplo, lo puede emplear cualquier agricultor para fumigar sus cultivos.

La conclusión de los investigadores es que los tres implicados no integran un grupo organizado. El cabecilla vivía solo y tenía una relación de amistad y afinidad previa con los otros dos. Tampoco están vinculados a ningún grupo que promulgue el extremismo violento, aunque las acciones estén inspiradas en esta rama del anarquismo. Ninguno de ellos tenía antecedentes. Tampoco se les imputa un delito de terrorismo porque se les investiga por los daños a las entidades bancarias, cercanos a los 80.000 euros. A pesar de ello, uno de los explosivos ya preparados, que el Tedax intervino en casa de quien los fabricaba, rezaba «apuntamos a matar». Las pesquisas siguen en marcha.

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