tribuna abierta
Orriols: Apocalipsis canibal
Este país imaginario, mejor reflejo de una portada de la revista Atalaya que de la Cataluña real, se rompió cuando unos chavales que estudiaban, jugaban y crecían en perfecto catalán del Ripollés, activaron su célula yihadista de la Cataluña profunda
Cataluña, ante el espejo del independentismo ultra
![Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana y alcaldesa de Ripoll](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/05/orriols-RaaysJZWJTYFO3PpPU4MbzO-1200x840@diario_abc.jpg)
La ascidia es un curioso animalejo, oceánico, metamórfico y oportunista, que fagocita su propio sistema nervioso central cuando echa raíces en algún lugar. Más sorprendente es, si cabe, poder observar este peculiar comportamiento autocanibal fuera de la zoología, en pleno corazón del bestiario político catalán.
Pero vayamos por partes. Unos políticos catalanes y mucho catalanes, archivo de astucias y rebeldes sin pausa, tuvieron la ocurrencia, allá por 2012, de enriquecer la definición tradicional de catalán como «quien vive y trabaja en Cataluña», añadiéndole «y no habla español». Nació así el concepto de «Nuevos Catalanes», de la mano de personajes inefables como Àngel Colom y Èric Bertràn, ex-comandante del Ejército del Fénix.
Ambos dirigían al alimón una fundación con la que se fundieron los dineros que les desvió Fèlix Millet, vía Palau de la Música. La idea de Colom y Bertán era básicamente fomentar la inmigración musulmana, para crear una red clientelar de guetos lumplenproletarios que profesasen fe en lo catalán, fuese o no en la intimidad. El ingenioso plan logró la hazaña de convertir a Cataluña en la comunidad autónoma más islamizada de toda España, dotada de una red de asociaciones que promovían un mix posmoderno y multi-culti de actividades independentistas y salafistas.
Este país imaginario, mejor reflejo de una portada de la revista Atalaya que de la Cataluña real, se rompió cuan espejo de bazar chino cuando unos chavales que estudiaban, jugaban y crecían en perfecto catalán del Ripollés, activaron su célula yihadista de la Cataluña profunda para matar infieles en plena Rambla de Barcelona.
El shock fue tan monumental, que la teoría de la evolución cogió un atajo, de modo que una señora de Ripoll, de apellido Orriols, nacionalista, independentista y heredera de Estat Català, decidió adaptarse al nuevo ecosistema emulando a la ascidia, mutando en líder de Aliança Catalana, con una propuesta que, más que un programa electoral, es una enmienda a la totalidad de la ocurrencia convergente de cautivar el voto de catalanes halal. Su intención, por supuesto, no es otra que obtener plaza fija canibalizando al partido de Puigdemont, verdadero sistema nervioso central de la Cataluña rústica.
Huelga decir que las ideas de Orriols son poco novedosas. Ya en 1887, el ínclito Pompeu Gener articuló una teoría racial de la nación catalana. Algo después, el insigne Josep Maria Batista i Roca abajofirmó un manifiesto por la conservación de la raza catalana. Su profiláctico propósito era evitar que la pureza aria de los catalanes se contaminase al mezclarse con las hordas de presuntos españoles dolicocéfalos y un poco moros que llegaban a las fábricas catalanas.
Al final, aquellas alharacas contra murcianos y extremeños se quedaron en jeremiadas fatuas. Sencillamente porque la pujante burguesía catalana de entonces necesitaba del abundante suministro de mano de obra barata procedente de la España más misérrima.
A Sílvia Orriols, incluso si cuenta con el voto de algún que otro simpatizante despistado de Vox, le pasará dos cuartos de lo mismo. Simplemente, porque en el cotarro de la opulenta Cataluña rural no pueden permitirse pagar mejores salarios que los que cobran los africanos que trabajan en sus lucrativas macrogranjas y explotaciones agrarias, de las que son propietarios los independentistas pata negra.
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