shambhala
Ser tonto y perder siempre
Hay una genética política, si es que puede decirse así, más fuerte que la puramente humana, que lleva a ERC siempre a tomar la decisión equivocada en el momento que más importa
Tian (25/20/2023)
Nos recordaste quién eres 819/10/2023)
![Sergi Sabrià, en el Parlament de Cataluña](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/27/DAMBin_20231027124227-R2pKFHqTYe92yNtqUw66HIL-1200x840@abc.jpg)
Mientras Junts intenta buscar los caminos para votar la investidura de Pedro Sánchez y volver a la política, sin perder el apoyo de sus masas más irredentas; mientras Junts intenta centrarse, rehacer los puentes con el Partido Socialista, pero también con el Partido ... Popular, para salir de la cueva a la que nunca perteneció y recuperar el pulso y el protagonismo de la política catalana y la española, Junqueras se ha ido a Irlanda del Norte a ver a Gerry Adams –que por no estar no está ni activo– para repetir frases huecas sobre un referendo de independencia que él mismo vació de contenido con su política después de la absurda y fallida declaración de independencia de 2017. Si sólo fuera este gesto, si sólo fuera está escenificación para hacer ver que es más independentista o que se ha rendido menos que Puigdemont, tendría un pase. Pero el problema de Esquerra no es de decibelios sino de que son tontos y siempre pierden. En los últimos años un ejemplo explica tal vez mejor que cualquier otro estas dos trágicas condiciones.
Sergi Sabrià es el director de la oficina del presidente de la Generalitat. Es un chico de Palafrugell –clara pista de Dios, pero bueno– que siempre ha intentado parecer más listo que los demás sin que la realidad lo haya acompañado. Su última proeza ha sido iniciar una guerra que tiene perdida de entrada contra el Grupo Godó. Fundamentalmente contra 'La Vanguardia' y la emisora radiofónica Rac1. Tal guerra consiste, por un lado, en favorecer con subvenciones y otras prebendas al periódico 'Ara', y por el otro, en unir la venta de publicidad de TV3 y Catalunya Ràdio y ofrecer los anuncios en la radio prácticamente gratis, lo que constituye una flagrante competencia desleal, hecha además a conciencia y con dinero público.
Es absurdo subvencionar un periódico como 'Ara', que duerme en los laureles de su absoluta irrelevancia. 'Ara' es como Ada Colau, que ha dicho que ha decidido no ser ministra. Con el montón de cosas que 'Ara' cada día decide y que a nadie le importan en absoluto se podría hacer descarrilar un tren. Desde su fundación, este periódico sólo ha sido determinante cuando con sus insidias y falsedades mató de un ataque al corazón al director teatral Joan Ollé. En cualquier caso, 'Ara' tiene el dinero del empresario Rodés para subsistir y subvencionarlo sólo tendría sentido para ganar influencia, lo que es estúpido en un medio que no influye. Y luego, hasta tal punto es grosera y torpe la actuación de Sabrià que el mismo periódico renuncia veces a mayores cuantías económicas que el Govern le ofrece por evitarse el caciquismo del director de la oficina del presidente, que pide el cese de periodistas que escriben artículos que no son de su agrado, intenta parar noticias que no le convienen o poner propaganda en ondulación como si se tratara de informaciones.
Vender la publicidad de Catalunya Ràdio, TV3 en un solo paquete puede resultar interesante para la empresa pública y para algunos anunciantes, pero que una emisora pública, con el dinero de los contribuyentes, ofrezca precios de derribo a los anunciantes de la radio pública y obligue a la cadena privada a reventar sus tarifas o directamente a quedarse si anunciantes es claramente un abuso de poder, una discriminación del precio, lo que en inglés se conoce como 'dumping'. Que además Sabrià lo haga con el objetivo de debilitar a su competencia privada, es o tendría que ser considerado prevaricación en tanto que hay un conocimiento previo y malicioso de la felonía que se quiere llevar a cabo. Catalunya Ràdio ha acertado esta temporada fichando al periodista. Ricard Ustrell para presentar y dirigir el programa de la mañana, y la calidad y la competencia profesional no sólo son legítimas, sino que son necesarias desde todos los ámbitos radiofónicos de una comunidad. Por ello es zafio y autodestructivo enturbiar este proyecto periodístico serio, convincente e innovador con una guerra sucia, de dudosa legalidad, sabiendo que además vas a perderla.
Vas a perderla como lo pierde siempre todo Esquerra. No es cierto que los republicanos no hayan tenido posibilidades. No es cierto que exista un azar histórico que les aleje de la responsabilidad o del poder. Hay una genética política, si es que puede decirse así, más fuerte que la puramente humana, que les lleva siempre a tomar la decisión equivocada en el momento que más importa. Cuando por fin Esquerra alcanzó la presidencia de la Generalitat, podía haber intentado demostrar que sabía gobernar y que merecía la confianza de los catalanes para más de cuatro años. Es cierto que hay que agradecerle a Aragonès que haya sido un presidente pequeño, mediocre y gris, y que no nos haya ocasionado los problemas de Mas, Puigdemont o Torra. Pero si luego es tan poco hábil, y tan poco inteligente, de situar como persona de confianza a un patán como Sabrià, entonces su prudencia queda desbordada y no por la audacia, por la valentía o por un intento, aunque sea fracasado, de subvertir la Historia, sino por la arrogancia y la vulgaridad de un tipo que simplemente no entiende sus limitaciones ni mucho menos esa Cataluña a la que tanto dice defender y querer.
Es curiosa la obsesión que ha tenido siempre el nacionalismo con 'La Vanguardia': Pujol y Prenafeta hicieron todo por comprarla y controlarla; Esquerra ha tenido siempre la vocación de destruirla. Es el esquema derecha-izquierda con Dios: la derecha trata de comprar una butaca a su lado en el Cielo y la izquierda trata de sustituirlo por el Estado. De todos modos, hay un pedigrí independentista –yo lo recuerdo de cuando lo fui– que consiste en despreciar a 'La Vanguardia' y a su editor.
Por muy bueno que sea, que lo es, Ricard Ustrell, Catalunya Ràdio nunca va a superar a Rac1, por lo menos mientras Jordi Basté continúe al frente. Por mucho dinero que el empresario Rodés y el Govern quieran tirar a la basura, el 'Ara' nunca va a ser 'La Vanguardia', ni por supuesto va a superarla: ni en calidad, ni en influencia, ni en anunciantes, ni en suscripciones ni en ventas. Ambas cosas son evidentes para todo el mundo en Cataluña y en el resto de España salvo Sergi Sabrià, que como buen soldado de Esquerra se ha equivocado una vez más de estrategia y de mapa. Es absurdo iniciar una guerra contra Javier Godo si por lo menos no crees que puedes ganarla y Sergi Sabrià sabe que no va a ganarla y que le queda a lo sumo 15 meses en su cargo. Es ser un cretino enfrentarse a 'La Vanguardia' y a Rac1 si no tienes una férrea fuerza política a tu alrededor para aguantar una larga temporada de confrontación y desgaste, y Sergi Sabrià no tiene el apoyo de Pere Aragonès para el tipo de guerra abierta y sin cuartel que ha planteado contra el Grupo Godó y lo único que ha conseguido –y conseguirá– es poner al principal grupo de comunicación de Cataluña en una posición de disgusto y hostilidad hacia un gobierno y un presidente que tienen que afrontar una elecciones autonómicas dentro de un año.
A veces imaginamos conspiraciones, conversaciones secretas, operaciones macroeconómicas que pensamos que se tejen lejos de nuestro alcance porque simplemente nos negamos a pensar, por el respeto prudente con que siempre tratamos a nuestros adversarios, que en el mundo haya hombres tan abrumadoramente tontos y oscuramente ligados a su destino de inapelable derrota.
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