el oasis catalán
Alacrán
No se equivoca mucho Emiliano García –Page cuando afirma que «el independentismo es como un alacrán, que puedes pensar que te vas a llevar bien, pero siempre termina picando»
Artículos de Miquel Porta Perales en ABC
Puigdemont, en el Parlamento europeo
No se equivoca mucho Emiliano García –Page cuando afirma que «el independentismo es como un alacrán, que puedes pensar que te vas a llevar bien, pero siempre termina picando». Unas declaraciones que se producen en el marco de las concesiones que Pedro Sánchez –impunidad por ... poder: corrupción política- otorga al independentismo catalán con la ley de amnistía –perdón del delito y extinción de responsabilidades- que debería librar y liberar de sus presuntos delitos a Carles Puigdemont y sus conmilitones. Vale decir que el alacrán, al que alude el presidente de Castilla- La Mancha, posee un aguijón que siempre está en guardia en ámbitos como las manifestaciones, la lengua, la educación, la publicidad, las subvenciones y, en suma, el discurso o relato independentista en sí. Se da el caso –pregúntenselo a los republicanos- que estamos ante un artrópodo que puede, incluso, aguijonear a los suyos.
Pedro Sánchez –para sobrevivir- no debería bajar la guardia. De lo contrario -si se me permite el paralelismo-, podría padecer dolores, inflamación, somnolencia, entumecimiento, sudoración, palidez, hipertensión, fiebre, movimientos torpes, trastornos. Es decir: pasarlo muy mal. Justo lo contrario que necesita un político para mantenerse en el poder. Por su propio bien, el PSOE y sus palmeros deberían saber con quienes se juegan la supervivencia política. No fuera que la impunidad por poder se transformase en impunidad sin poder.
Los consejeros y asesores del ala oeste de la Moncloa, así como Félix Bolaños –un hombre discreto y modesto capaz de felicitarse a sí mismo por los éxitos obtenidos-, deberían diseñar ya un plan para proteger a Pedro Sánchez de la arremetida -previsible y prevenible- del alacrán: vestir ropa gruesa para que el aguijón no penetre en la piel y, si finalmente penetra, hacer un torniquete para frenar y aislar el veneno. En sentido figurado, claro. El problema: el torniquete puede impedir la circulación sanguínea y linfática. La solución: una incisión y la consiguiente extracción del veneno. Nacionalista, evidentemente.
Mucho cuidado con las picaduras, especialmente si se trata de personas que conviven o simpatizan con el alacrán. El desenlace puede ser fatal. Una última recomendación: no hagan caso de la receta del doctor Josep Lluís Cleries i Gonzàlez que tiene consultorio en el Senado, «al que no le guste, que se aguante».