Sorolla, el pintor que 'atrapó' en lienzos la esencia de la imaginería
El Museo Nacional de Escultura, con sede en Valladolid, «explora» el interés del valenciano por este arte durante sus viajes por Burgos, Segovia, León y Ávila
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Uno de los lienzos de Sorolla que se puede ver en la exposición del Museo Nacional de Escultura, en el Palacio de Villena
Después de almorzar pedí un coche y me fui a la Cartuja para pintar otra cosa que me gustaba mucho y que he podido pintar milagrosamente», escribía Joaquín Sorolla a su esposa Clotilde en una carta fechada en Burgos el 1 de abril de ... 1910. En ella, el artista valenciano reflejaba el esfuerzo que le estaba suponiendo trasladar al lienzo uno de los detalles del retablo mayor que Gil de Siloé realizó para la Cartuja de Miraflores; en concreto, la escena en la que aparece Doña Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, acompañada de su patrona Santa Isabel.
Este lienzo es una de las obras «clave» de la exposición 'Viajar para pintar. Sorolla y la escultura pintada', que a través de una cuidada selección de pinturas, esculturas y reproducciones artísticas pertenecientes a las colecciones del Museo Sorolla, la Fundación Museo Sorolla y el Museo Nacional de Escultura «explora el interés que el artista valenciano mostró por la escultura en sus viajes» y a la vez trata de «establecer un diálogo» con obra del espacio museístico vallisoletano, que alberga algunas de las piezas cumbre de la imaginería castellana.
Así lo explican los comisarios de la misma, Fernando Delgado y Elvira Guerra, que enmarcan esta nueva exposición inaugurada el pasado viernes en el Palacio de Villena en el centenario del fallecimiento del pintor. La muestra, que se puede ver hasta el 24 de agosto, se trata del tercer proyecto del ciclo 'Viajar para pintar', que ya mostró en San Sebastián, A Coruña y Toledo algunas de sus otras temáticas recurrentes. «En un principio se pensó destinar a Valladolid las escenas castellanas, pero cuando se propuso el Nacional de Escultura como sede definitiva pensamos que lo mejor era desvelar esas esculturas pintadas de Sorolla, que son lienzos, notas de color, que no han salido prácticamente de los almacenes del Museo Sorolla», expuso al respecto Elvira Guerra.
El recorrido abarca un amplio marco temporal que comprende desde los años de juventud del artista hasta su etapa de madurez, haciendo especial énfasis en una serie de viajes que realizó a las ciudades de León, Segovia, Ávila y Burgos entre los años 1902 y 1910. En ellos, Sorolla pudo contemplar y recoger la riqueza escultórica presente en las catedrales, iglesias y palacios de estas ciudades, en un momento en el que la sociedad española empezaba a tomar conciencia de la necesidad de preservar el patrimonio histórico y cultural. Se trata, además, de lienzos en los que se ve reflejada la peculiar forma de trabajar del valenciano a base de «pinceladas sueltas y vibrantes», reseña la comisaria.
La relación entre Sorolla y la escultura empezaría mucho antes de que realizara aquellos viajes, durante su etapa de formación, primero en Valencia y más tarde en Italia. De ahí que el recorrido de esta exhibición comience con la obra 'Púlpito de la Catedral de Pisa', que se puede ver junto a otro que representa a la Virgen con el Niño y acompañados de una talla anónima de la misma temática perteneciente a principios del siglo XVI. «Sobre todo, lo que se ha buscado es una relación estilística e iconográfica. Tenemos la enorme fortuna de que muchas de las pinturas de Sorolla no sólo representaban fachadas sino también retablos y varias de las tallas que conserva este museo precisamente fueron realizadas para ellos», detalla Fernando Delgado.
Tras esa breve 'pincelada' sobre sus inicios, el 'grueso' de la muestra se detiene en la obra que resultaría de su periplo por Castilla y León. Así, sus estancias en la capital leonesa en 1902 y 1903 le permitirían admirar y reflejar la 'Pulchra Leonina' y la escultura policromada de sus portadas, mientras que en Segovia, en 1906, se detendría en uno de sus enclaves más emblemáticos, como es el Monasterio de El Parral. Allí pintó el 'Sepulcro de Doña Beatriz de Pacheco, condesa de Medellín', obra que curiosamente era conocida hasta hace poco con otro nombre y datación y que «gracias a las redes sociales» se desveló su verdadero origen, detalla Elvira.
En Segovia pudo plasmar igualmente la belleza de los jardines del Real Sitio de La Granja con sus fuentes y conjuntos escultóricos. Las visitas a las ciudades de Ávila y Burgos, donde el artista recogió tanto la recia monumentalidad de la primera como el esplendor arquitectónico de la segunda son las penúltimas paradas de la exposición.
El colofón lo ponen una serie de trabajos vinculados al ámbito doméstico, en el que la escultura está presente tanto en el estudio del pintor como en los jardines de su casa en Madrid, fruto de su afán coleccionista. De hecho, una de las piezas más peculiares del recorrido es una talla anónima de San Juan Evangelista -del siglo XIII- generalmente guardada y que ve la luz por primera vez.