Una de las primeras guardias civiles: «Al principio me miraban como un bicho raro»
Candelas Martín Antolín, que ha pasado a la reserva después de 30 años en la Benemérita, destaca el apoyo que siempre ha tenido de sus compañeros y cree que la extrañeza con la que le miraban al principio «es algo superado»
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![Candelas Martín, una de las primeras mujeres guardias civiles en Castilla y León](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/08/candelas-guardia-civil-R8FzG7xnK7GE5yax1IRm3hP-1200x840@diario_abc.jpg)
La incorporación del que entonces era su novio, y ahora es su marido, a la Guardia Civil le animó a presentarse a las oposiciones. Fue en 1993 cuando entró en un cuerpo en el que había pocas mujeres. En la que era su sexta promoción, se presentarían unas «300 de unas 5.000 personas», calcula Candelas Martín Antolín, quien tras 30 años de servicio ha pasado a la reserva.
El primer destino fue el puesto de Cervera de Pisuerga (Palencia), localidad al norte de la provincia con unos 2.000 habitantes. Era en la calle y no en el cuartel donde sí notaba que le miraban como «un bicho raro». No había costumbre de ver a una mujer uniformada patrullando las calles.
«Ya estáis en todos los sitios», escuchó alguna vez de algún vecino. Pero todo eso es «ya algo superado» en la actualidad, cuando la presencia de féminas en el instituto armado se ve ya «con total normalidad», dice en la fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer.
De allí, pasó por Huerta del Rey y después por otro pequeño pueblo de Burgos. Allí también fue la única mujer. Como al principio y durante mucho tiempo lo fue en el que fue su destino definitivo, la localidad palentina de Barruelo de Santullán, donde compartió destino con su marido. «Él en el Seprona y yo en Seguridad Ciudadana».
Desde el inicio de su carrera estuvo en ese área. «Sí hubo algún mando que cuando se llamaba para intervenir en asuntos, como una pelea, te decía: 'Tú quédate mejor en la oficina», rememora Candelas. «Yo he aprobado una oposición y estoy preparada para esto«, respondía ella y a partir de ahí »no habido algo que hayan hecho mis compañeros que yo no haya podido hacer y ellos me han dicho nada así«, expresa.
Con el tiempo vio incorporarse a más mujeres en puestos de mando. «He conocido casos de tenientes y sargentos, aunque como superior solo he tenido a una«, indica. Lo que sí tuvo fue dos compañeras, en años distintos, en el puesto de Barruelo. »Este es un pueblo pequeño«, en concreto de unos 1.100 censados, por lo que, como ocurre con otros funcionarios y en otros tantos pueblos, pidieron pronto el traslado a núcleos más poblados.
No cree que a la hora de ascender pueda producirse «discriminación» en la la Guardia Civil porque los procesos están «muy tasados» y se accede por oposición. «Yo priorice mi familia», concreta sobre su caso. Dejó los cursos -algunos se hacen durante nueve meses en una academia- o el promocionar en su puesto de lado por mantener unido su núcleo. «Quizá eso es también lo que hacen más mujeres», indica, aunque a los mandos de la Guardia Civil, insiste, se ven ya muchas más voces femeninas.
Fue el pasado mes cuando se despidió de sus compañeros. «El trabajo y el estrés no creo que lo vaya a echar de menos, pero a ellos sí porque aquí hay muy buena gente«, explica.
«Después de tantos servicios, ha vivido momentos de felicidad, y también de tensión, pero en cada uno de ellos ha estado junto a sus compañeros, su segunda familia. ¡Muchas gracias por todo Candelas!«, publicaba el instituto armado en sus redes sociales el día de la la marcha de una de las primeras mujeres en incorporarse al Cuerpo.
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