Por mi vereda

El puzzle climático encaja

Entre tanta propaganda, se cuelan voces díscolas de científicos que, sin ser estrictamente negacionistas, no tragan

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El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Manuel Mora ICAL

A mediados de mayo, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMet) adelantó cómo sería el tiempo durante este verano, gracias al pronóstico estacional elaborado por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), órgano dependiente de la Comisión Europea. Su dictamen vaticina más calor y menos ... lluvias de lo normal para los meses de junio, julio y agosto por toda la geografía española. Hace unos días, en la misma línea, el delegado territorial de la AEMet en Castilla y León, Manuel Mora, anunció que se espera un estío muy cálido y probablemente seco en esta región. Es decir, lo habitual en la Meseta Norte para el solsticio que empieza por San Juan. Ninguna novedad y todo dentro del guion previsto. Habría que preguntarle al señor Mora si empleó el adjetivo 'cálido' como sinónimo de 'caluroso' o si, por el contrario, en la escala de temperaturas altas supone algún grado menos.

Porque esto viene a ser como la gama de colores: los hay cálidos y los hay tórridos. La clave es expresarlo con precisión. También aseguró Mora que la primavera recién terminada ha tenido un carácter cálido, con fuertes oscilaciones térmicas en plan montaña rusa, aunque la percepción mayoritaria del personal es que ha sido más bien fresquita. Muy curioso. Porque ojo con la interpretación de los datos cuando de forma permanente se nos bombardea sin piedad con el mantra de la emergencia climática. Hay indicadores que chirrían. Ahora ya subimos un paso más en el peligro: estamos ante el colapso climático, según Antonio Guterres, secretario general de la ONU, que nos acojona con el apocalipsis que nos aguarda por ser tan malos con el planeta.

De vez en cuando, entre tanta propaganda, se cuelan voces díscolas de científicos que, sin ser estrictamente negacionistas, no tragan. Un total de 1.700 –entre ellos dos premios Nobel estadounidenses, Ivar Giaever y John F. Clauser- firmaron un manifiesto en 2023 para aclarar conceptos: no existe emergencia climática, no hay motivo de pánico, el clima de la Tierra ha variado en fases frías y cálidas, el calentamiento va más lento de lo previsto, siempre hubo fenómenos extremos, la ciencia de clima debería ser menos política... Entre ellos hay un español, el geólogo Luis Pomar, quien reitera que el CO2 es el alimento de la plantas -esencial en el planeta-, y considera probable un enfriamiento en Europa por las alteraciones de las corrientes oceánicas. Contrario a las medidas de cero emisiones para 2050, recalca que, a veces, con mayor presencia de dióxido de carbono la temperatura baja. A su juicio, prima el empeño de prescindir de los hidrocarburos a favor de las renovables. La copla nos suena. Aerogeneradores y placas solares que destrozan los paisajes, reciben la bendición administrativa porque son de interés público y hacen felices a los alcaldes. El puzzle climático encaja.

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