BUENOS DÍAS, VIETNAM
El año que viene más
«Nunca llueve cuando debe», le escuché hace años decir una vez a un pastor. Y desde entonces, cada vez que jarrea, pienso si debía o no debía llover hoy
Estrenar Valladolid
Réquiem por una ferretería
Toda la cofradía formada, la planta dispuesta, esperando a ver si el cielo consiente o naufraga la procesión. Caras largas, de circunstancia, otros que rezan, meteorólogos con más ímpetu que los de la NASA a las puertas, nubes que pasan, otras que se quedan. Castilla ... siempre mirando al cielo, también en Semana Santa. «Nunca llueve cuando debe», le escuché hace años decir una vez a un pastor. Y desde entonces, cada vez que jarrea, pienso si debía o no debía llover hoy.
El caso es que llueve, llueve como si el cielo hubiese decidido vaciarse. Achican agua en lo alto mientras las arquetas no dan abasto aquí abajo. Sale un Cristo a la calle y empieza a llover. Suena una banda y no hay marcha que se toque entera porque antes vuelve a llover. El terciopelo de la túnica de los cofrades no es impermeable, ni mucho menos la madera del siglo XVI. Aquí no se calman las aguas, como en el mar de Galilea, no hay milagro que valga, pero aún así siguen creyendo en Dios.
No hay nadie en los balcones, no hay gente en la calle. La Semana Santa va por dentro. Las tres caídas de Dios, más que por el peso de la Cruz, este año tienen que ver con los charcos. El Gólgota está mojado.
Y en lo mojado, en lo que llueve todo lo que tiene que llover, iba a tener razón Machado: No es mi Jesús el del madero, sino el que anduvo en la mar. Ese en medio de esta tempestad, que va de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección con Valladolid remando. Y las vírgenes se quedan en sus pasos, sobre sus andas que son tierra firme, sin ver este año la ciudad. Y un cofrade le susurra a la de las Angustias -que lo escuché el Miércoles Santo-: «Valladolid sigue igual, Señora… El año que viene más».
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