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buenos días, vietnam

Estrenar Valladolid

Ser cofrade de acera en la mejor Semana Santa del mundo no se hereda, pero es un papel imprescindible para que se obre el milagro de cada primavera

Réquiem por una ferretería

Días de Tahúres

Procesión de Las Palmas en Valladolid ABC
Guillermo Garabito

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Un año entero en silencio. Un silencio sobrio y quieto que ahora se torna en revuelo y en oración de pasos. Un año entero en silencio, con las ganas apretadas. Un año mirando al cielo… El cielo, siempre el cielo en esta tierra. Es Domingo ... de Ramos, sepa el lector, y todavía hay tiempo. Estrene, aunque sea el periódico, estrene la ciudad –que incluso después de diez siglos hoy está para estrenar– y corra a la procesión. Porque todas las cofradías están preparadas, los pasos listos y los cofrades diciendo oraciones calladas. En esta tierra se reza así, con la calle hecha templo entre silencios de eternidad. Sólo falta una cofradía, a eso espera todo hoy. Las demás están todas listas, porque lo suyo es trabajo callado de meses. Hay palmas y ramas de olivo que se agitan como jaculatorias verdes y van alfombrando la ciudad. Sólo falta una cofradía, digo, sólo una más. Una cofradía que tiene su procesión de regla más larga: Siete días, siete noches y su recorrido la ciudad. Falta, tan sólo, que los cofrades de acera ocupen sus puestos cuando la procesión eche a andar. Que las calles se hagan todas templo cuando abran las iglesias sus puertas esta mañana y todo parezca nuevamente igual.

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