Artes&Letras
El 'año Esteban Vicente': nuevas obras y un archivo enriquecido
EXPOSICIONES
A punto de cumplirse el 120 aniversario de su nacimiento y el vigésimo quinto del museo dedicado al artista de Turégano, el centro prepara una exposición que recuperará sus primeras y menos conocidas etapas

El año 2023 brindará en el ámbito del arte de Castilla y León una doble conmemoración relacionada con Esteban Vicente. La primera efeméride llega en solo unos días, el 20 de enero, cuando se cumplen ciento veinte años de su nacimiento en Turégano; ... en abril, el museo segoviano que custodia la más completa representación de su obra alcanzará su vigesimoquinto aniversario.
La celebración se extenderá hasta 2024 con una programación especial, anuncia la directora conservadora del Museo Esteban Vicente, Ana Doldán, y permitirá conocer un archivo inédito que guarda una parte importante de la memoria vital y creativa del autor, adquirido (gracias a una donación económica previa) a una sobrina de María Teresa Babin, segunda mujer del pintor. El contenido da cuenta de las dos primeras etapas artísticas, «las menos conocidas», que permiten «armar el puzle» de su trayectoria. Hasta ahora no se ha podido sacar a la luz, apunta la responsable del centro, por encontrarse en «un estado de conservación delicado». Tras la restauración que se realizará coincidiendo con el aniversario, se expondrá a partir de octubre de 2023.
La intención es que esa exhibición se complemente con una publicación que catalogue el fondo, compuesto de dibujos aislados, cuadernos de dibujo y un álbum que María Teresa Babin confeccionó a partir de la primera exposición de Vicente, en 1928, en el Ateneo de Madrid junto a su amigo Juan Bonafé. «Desde esa fecha hasta 1960, ella fue recopilando fotos que salían en prensa, artículos, folletos... todo lo que acompañaba a lo que llamamos la fortuna crítica del artista», precisa Ana Doldán.
La «joya» del archivo
La «joya» de ese archivo, que también se mostrará, es un cuaderno de 1917, cuando el futuro artista solo tenía catorce años, pero ya dejaba ver a las claras su vocación y aptitudes. Esas páginas contienen dibujos de la Sierra de Madrid y probablemente también algún paisaje segoviano, que rubricaba con los ensayos de su firma. Presumiblemente ese cuaderno fue el que presentó a su preparador para entrar en la Escuela de Bellas Artes, porque en él se ve también el visto bueno del profesor, aclara la directora del museo. Ya en ese Esteban Vicente niño «se ve su inclinación por el dibujo, que para él fue fundamental y subyace en su obra más abstracta».
La exposición mostrará también la biblioteca personal de Esteban Vicente, trasladada a Segovia a la muerte de su tercera mujer, Harriet Godfrey, en 2007. Su contenido, que permitirá recrear el ambiente del artista en su estudio y trazar «un mapa del tiempo de lo que le interesaba», refleja sus gustos artísticos, la música que escuchaba en casetes y su afición por la cocina, los viajes, las culturas orientales, la filosofía, las religiones, la mística, la historia, la tauromaquia...

La efeméride se aprovechará también para mostrar tres obras recién llegadas al museo. Las dos primeras, que serán restauradas antes de su exhibición, proceden de una donación de las sobrinas del artista, Silvia y Marisol Vicente, hijas del también pintor Eduardo Vicente. De principios de los años 30, contribuyen a ilustrar esas primeras etapas del autor y aportan una rareza en su producción: un autorretrato, además de un retrato de mujer, que en su parte posterior esconde un dibujo de su hermano. A ese mismo periodo inicial menos representada en la colección pertenece un dibujo a plumilla de un paisaje, probablemente de Murcia, procedente de la familia Bonafé, con la que pasó muchos veranos.
Estas nuevas incorporaciones reafirman la colección del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente como la más completa del artista en el panorama internacional, pese a que su obra se desarrolló fundamentalmente en Estados Unidos, donde se convirtió en exponente del expresionismo abstracto.
Que Segovia se haya erigido en obligada referencia para conocer al autor tiene mucho de casualidad. En torno al año 95 alguien «cayó en la cuenta de que un artista nacido en Turégano estaba triunfando en Estados Unidos», recuerda Doldán. Una comitiva de galeristas, representantes de la Diputación segoviana y coleccionistas viajó para proponerle la creación de un museo de arte contemporáneo dedicado a su figura. El ya entonces nonagenario Esteban Vicente se entusiasmó con la idea y formalizó la «generosa» donación de ciento cincuenta obras. La restauración de un ruinoso palacio de Enrique IV, propiedad de la Diputación Provincial, rehabilitado con fondos europeos, se convertiría en sede de ese proyecto y en lo que él mismo definiría como su «templo». Asistió a la inauguración en abril 1998 y quiso que sus cenizas y las de Harriet Godfrey reposasen en ese mismo edificio, junto a su legado.
Antes, matiza la directora conservadora del centro, se produjo otro hecho que sirvió para que fuese conocido en España, de donde había salido al estallar la guerra civil y a donde nunca volvió definitivamente en vida y solo de visita después del franquismo. Los historiadores del arte Natacha Seseña y Vicente Todolí le dedicaron una exposición en 1987 en la Fundación Banco Exterior de España. «A partir de ahí se inicia una carrera de reconocimientos, de galardones, de exposiciones»: la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1991), una retrospectiva de sus collages en el IVAM (1995), el Premio Castilla y León de las Artes (1998) y una antológica en el Reina Sofía ese mismo año.
Desde el primer momento, asegura Ana Doldán, rechazó que su museo fuese «un mausoleo» y reclamó un espacio «dinámico», abierto a la sociedad y donde otros artistas pudieran exponer, una actividad que se también entra en los planes de programación para el vigesimoquinto aniversario.
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