Dos oseznos y un mismo destino
Separados de su madre, uno se quemó en un incendio y la otra sufrió una caída. Ahora las dos crías ultiman su aclimatación en León para regresar a su hábitat juntos antes del invierno
¿Cuántos osos hay en la Cordillera Cantábrica?
![El «pequeño» osezno en su traslado a Valsemana](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/21/osezno3-U603097337322u9G-1200x840@diario_abc.jpg)
Con tan sólo unos meses se separó de su madre y sus hermanos. Desorientado e inexperto, tomó un mal camino y se adentró por una zona en la que una línea eléctrica había provocado un incendio. No sabía lo que pisaba hasta que sus patas quedaron abrasadas ... . Herido, buscó comida y resguardo y llegó hasta el pueblo leonés de Barniedo de la Reina, donde un vecino pidió auxilio. Mes y medio después, este osezno ha recuperado la movilidad pero antes de volver a ser libre debe 'desintoxicarse' del contacto humano fruto de esos cuidados que le han alejado de una vida salvaje. Lo hace en una osera de aclimatación resguardada en las montañas donde comparte espacio con Cova, una pequeña plantígrada rescatada en abril en Asturias. El plan es que en unas semanas salgan juntos a recuperar su hábitat antes de que llegue el frío e hibernen en la naturaleza en la que, quién sabe, cuando sean adultos podrían dar nuevos adeptos a una especie que, pese a su evolución favorable, sigue arrastrando el apellido de «en peligro de extinción».
En 2019 comenzaron a funcionar en Valsemana (La Ercina, León) estas instalaciones para osos que se habían visto apartados de su hábitat. Su finalidad es que se habitúen a la libertad, ganen fuerza y peso y se compruebe si son capaces de sobrevivir por su cuenta. Sólo se les alimenta, pero 'de extranjis', y su vigilancia es a través de cámaras. Gestionadas por la Junta de Castilla y León, reciben a todos aquellos ejemplares en apuros en la Cordillera Cantábrica, en la que viven en torno a 370 plantígrados. En un lustro han pasado por allí tres crías que volvieron con éxito 'a casa' y ahora acogen a Cova y al otro osezno –el primero al que no le han puesto nombre para evitar vínculos, aunque le conocen como «el pequeño»–.
![Imagen principal - Dos celadores forestales les llevan comida que les lanzan desde el otro lado del muro. También les ponen agua. En la última imagen, Cova dentro del habitáculo en el que está el depósito](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/21/ivantome1-U32768482100cRi-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Dos celadores forestales les llevan comida que les lanzan desde el otro lado del muro. También les ponen agua. En la última imagen, Cova dentro del habitáculo en el que está el depósito](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/21/ivantome2-U05005316610rMy-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Dos celadores forestales les llevan comida que les lanzan desde el otro lado del muro. También les ponen agua. En la última imagen, Cova dentro del habitáculo en el que está el depósito](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/21/cova2-U21002608204TDR-278x329@diario_abc.jpeg)
Han llegado allí después de un largo camino. La hembra apareció sola en Cubia-Proaza. Hay una cueva en una peña que ha sido en varias ocasiones una trampa para las crías. En este caso fue hallada en perfecto estado, siendo «la principal hipótesis una caída accidental». Pesaba sólo 1,9 kilos y se la trasladó primero al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre de Villaescusa (Cantabria) hasta alcanzar los 20. El macho ha pasado cinco semanas en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Valladolid curándose de unas heridas que se le habrían infectado y convertido en nido de insectos.
Casa compartida
Ahora, los dos comparten una hectárea dividida por una alambrada. El primer paso es que se vean, sepan que el otro está allí y lo acepten. Su comportamiento es muy distinto. La hembra corretea sin cesar, es más robusta y ése es su hogar desde julio. Está acostumbrada al espacio y le lleva ventaja. Al macho, en cambio, le cuesta más. Es esquivo. Llegó este septiembre y suele resguardarse en una cueva o subirse a los árboles. Ni siquiera se asoma cuando los celadores forestales acuden a llevarles comida cada tres días.
No pueden interiorizar que sea el humano el que les alimenta o cuando salgan irán a un pueblo a pedir un plato en la mesa. Por eso se les lanza la comida desde el otro lado del muro, sin contacto visual. Los plantígrados tampoco lo buscan. Cova oye el coche y se aleja, mientras los celadores van al recinto en el que le echan agua. Comprueban tres veces que no está dentro. Pesa más de 30 kilos. Cierran su trampilla y llenan el depósito. Después empiezan el 'reparto' de tres cubos de fruta y carne. Nada se hace al azar. Todo responde a una estrategia: a la osezna le cambian la ubicación cada vez para que no se habitúe. Al macho, se la tiran hacia la zona en la que podría ver a su coinquilina. Suele acomodarse en el otro extremo de la finca.
![El osezno en el interior de la finca de aclimatación y un detalle de las quemaduras en sus patas](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/21/osezno2-U58052164587itN-760x427@diario_abc.jpg)
De momento, todo va a favor, han recuperado agilidad y corpulencia –en esta fase de su crecimiento lo hacen a pasos agigantados–. Así, la hoja de ruta marca que en cuestión de días se llegue al segundo paso: la convivencia. Se retirará esa barrera que los separa y compartirán físicamente espacio. Cuando eso ocurra un equipo estará en el exterior preparado por si hiciera falta intervenir. Desde la Consejería de Medio Ambiente explican que no se espera que sea necesario, ya que lo más «probable» es que si se enzarzaran, el ruido de un motor les haría dispersarse.
Tampoco se espera hostilidad. Los osos pueden protagonizar brutales enfrentamientos, pero suelen ser en épocas de celo, cuando hay machos que atacan a crías para poder tener a su madre disponible. Queda en el recuerdo la lucha que se vivió en 2022 en un risco en la montaña palentina. Las cámaras grabaron a un ejemplar de 200 kilos intentando atacar a un osezno. La hembra salió en su defensa. El adulto acabó despeñado. No hubo final feliz para la familia. Se resguardaron en una cueva con la mala suerte de que en su interior se cayeron por una sima de 30 metros.
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De esta forma, y bebiendo de experiencias positivas en otros países, se pretende que en octubre las dos crías salgan de allí juntas. Será la primera vez que se hace en España, ya nunca antes habían coincidido varios casos a la vez. Con ello se refuerza su posición en un entorno en el que, de no haberlo abandonado de forma abrupta, seguirían acompañados de sus madres, con las que permanecen hasta el año y medio o dos de vida. Después, son animales solitarios, salvo en la época de celo, pero al menos ahora, mientras son crías, se tendrán el uno al otro. El sueño invernal hará en ellos un 'reset' y despertarán de su letargo alejados ya de traumas y en su verdadero hogar.
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