via pulcritudinis
Feliz Navidad
El 25 de diciembre se aproxima y sólo dentro de dos días un niño pobre y desvalido volverá a nacer en el pesebre para, como Andrea, cabalgar por el mundo con una espléndida sonrisa nacida de la entrega a los demás
Castilla tiene mar
Y Franco resucitó
Se llama Andrea y no tiene más de cinco años. Es menuda, chiquitita y va a bordo de una destartalada silla de ruedas que su padre empuja no sin cierta desgana. Digo que va a bordo porque la parálisis no impide a Andrea surfear las ... calles con un rostro entusiasmado y una sonrisa esplendorosa de las que dan envidia. El viento, a veces, remueve su melena como si Andrea fuera en la proa del Titanic haciendo frente a los elementos.
Andrea no para, sigue su camino sin reparar en su incierto destino pero vibrante con su pobre silla y una hermosura arrolladora. La pequeña no sabe que ya no podrá ir a las bodas de sus tíos o sus hermanos mayores, ahora la moda dicta que los niños tienen prohibida la entrada en esos eventos. Sí, niegan el acceso a los niños al acto de constitución de una pretendida nueva familia. Si supieran que Andrea, además de niña, es pobre y va en silla de ruedas. No saben lo que se pierden.
Familias sin niños, sin pobres, sin emigrantes. Que la realidad y el ser humano no nos enturbien las fotos en el móvil, el glamour en el trabajo, ni la hermosura del sacrificio de vivir mirando a los demás sin importar cuál sea su condición.
El 25 de diciembre se aproxima y sólo dentro de dos días un niño pobre y desvalido volverá a nacer en el pesebre para, como Andrea, cabalgar por el mundo con una espléndida sonrisa nacida de la entrega a los demás. Sin miedo al qué dirán, excluido de las bodas de moda y postín y de las experiencias vacacionales para adultos pero triunfando para el mundo desde el regazo de una madre capaz de dar la vida por su hijo. Dos mil veinticuatro años de historia demuestran que hay modas que pasan mientras otras, por anacrónicas que parezcan, se mantienen imperturbables pese a nuestra manía de embadurnarlas con espumillón y amigos invisibles. No hay que preocuparse porque, como dice Santa Teresa: «Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta».
El martes es Nochebuena y todos, absolutamente todos, estamos invitados a una fiesta sin etiqueta en la que siempre somos bienvenidos. La moda de no invitar a los niños a las bodas seguro que pasará pero nunca, nunca jamás el mundo podrá borrar la sonrisa de Andrea en su silla de ruedas ni la esperanza de aquellos corazones que continúan recibiendo a un Dios pobre y desvalido como el que el martes nace otra vez en Belén y en cada una de las casas de los hombres de buena voluntad. Feliz Navidad.