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'Curas' del obispo excomulgado dicen que «ya atienden espiritualmente» a las clarisas de Burgos

Piden al arzobispo Mario Iceta «que se informe mejor, en vez de decir barbaridades» de las religiosas que han dejado la Iglesia y reniegan del Papa

Los motivos tras la ruptura con la Iglesia de 16 clarisas de Burgos que se unen a un obispo excomulgado

Don José sale del convento de las clarisas de Belorado. IVÁN TOMÉ
Isabel Jimeno

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Con paso lento, «don José», como así se hace llamar, sale del convento de las clarisas de Belorado, donde hace horas que llegó, dice, para «atender espiritualmente» a las hermanas que el lunes dieron a conocer en un llamativo documento que renunciaban a la Iglesia, renegaban del Papa y se sumaban a lo que consideran la verdadera línea católica, la corriente que encabeza el excomulgado José Rojas. Y don José, junto a otros 'curas', porque asegura que son varios, pero no cifra cuántos, acompaña a las monjas en su clausura, tras los centenarios muros en los que el sosiego se ha roto con los últimos acontecimientos.

«Yo atiendo espiritualmente a las hermanas con otros curas y su ilustrísima», subraya el sacerdote, quien con desdén responde a las declaraciones del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, a quien primero ni reconoce. «Que se informe un poquito mejor, en vez de decir barbaridades», sostiene a raíz de las declaraciones de monseñor cuestionando la misa anunciada para este lunes a las seis de la tarde y que no fue oficiada por el capellán que habitualmente atiende al cenobio.

Y no menos desdén al ser preguntado por el Papa, a quien considera un «seglar más».

Don José descarta pronunciarse sobre la propiedad del convento que las clarisas querían vender y que parece el origen del cisma, pero sí carga contra el Arzobispado y también contra el Ayuntamiento de Belorado, a los que acusa de «hacer la vida imposible» a las monjas. «Ellas han dado un paso y yo y algunos más les atendemos», incide José, quien reconoce que ya han oficiado 'misa' en el convento y asevera que «una de las más mayores se puso a llorar».

«Todas están contentísimas. Si no, no lo hubieran hecho», afirma sobre unas religiosas que «quieren vivir como siempre», en su clausura y mantener su obrador de chocolate en funcionamiento.

Los padres de alguna de las clarisas salen a ofrecer trufas a los periodistas congregados. Iván Tomé

Este martes, entre el ajetreo, los padres de alguna que no detallan, ayudan en su interior y salen a ofrecer unas de sus trufas a los periodistas congregados a las puertas de una verja que sí abre de vez en cuando para que entre y salga gente sin decir más.

«Las hermanas están tranquilas y contentas», pero «preocupadas» ante lo que hay fuera y porque «se están distorsionado algunas cosas de la verdad».

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