El 'covid de las vacas' vuelve al calor del verano
Un año después de entrar en Castilla y León, la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) vuelve a extenderse entre la cabaña ganadera, sobre todo en las zonas menos afectadas en 2023
La «angustia» de las secuelas de la enfermedad
![Rambo, uno de los animales que no ha superado la enfermedad](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/25/Imagenrambo-RTDs26SP66XMvpSw5TTwv2H-1200x840@diario_abc.jpg)
Su caminar «lento» y signos de «agotamiento» indicaron a Estefanía Muro que algo no iba bien. Había un comportamiento raro en Rambo, uno de los uros de Paleolítico Vivo, la reserva vinculada a un proyecto de reintroducción de bisontes y caballos en peligro de ... extinción en el entorno de Atapuerca (Burgos). Y al día siguiente, otro ejemplar comenzó con salivación «muy pastosa». Sabiendo que la Enfermedad Hemorrágica (EHE) estaba cerca, pronto ataron cabos. Esta infección no contagiosa que ataca sobre todo a la fauna silvestre, en especial a los cérvidos, pero también al vacuno ya estaba dentro. «Era obvio que era el virus», señala esta bióloga que lo primero que hizo fue preguntar cómo evitar contagios y comunicar a sus vecinos ganaderos que el conocido como «covid de las vacas» estaba allí después de haberse librado el pasado verano: «A mí me ha llegado. ¡No os despistéis!»
Justo los dos «machos más fuertes» han sido con los que más se ha ensañado la enfermedad, que también ha afectado a otros dos ejemplares –un macho y una hembra–, aunque de forma más leve. Antibióticos, antiinflamatorios, vitaminas, sal y vinagre para ver si ayudan a curar las llagas de la boca.... Pero «el lunes lo perdimos». «No ha podido ser», lamenta Estefanía sobre Rambo, el que era uno de los ejemplares más veteranos de Paleolítico Vivo. Había nacido allí hace diez años. «El palo es muy gordo», lamenta de la muerte de su 'amadrinado'. Y, sobre todo, recalca, «lo duro es ver a los animales sufrir». «Rambo se ha portado muy bien» en este proceso, recuerda de ese uro «muy especial», el «descarado del grupo, muy sociable, con un carácter excepcional», al que incluso, pese a ser un animal salvaje, le llegó a dar «chusquillos de pan».
El otro ejemplar, gracias el tratamiento, «está fuera de peligro», pero ahora el día a día de esta bióloga transcurre con una mochila a la espalda cargada con el insecticida para fumigar. Cada cinco días, pasa por todos los animales de la reserva, en la que conviven un centenar de caballos y unos 70 bóvidos. Con la «complicación» añadida, señala, de que están en semilibertad y son ejemplares salvajes de grandes dimensiones a los que no es fácil 'capturar', sobre todo los bisontes. Este año, como todos, ya había echado el producto para mantener a raya a mosquitos, moscas, garrapatas..., pero el 'culicoides' llegó e hizo diana.
La falta de información sobre la enfermedad y cómo tratarla es lo que más echa en falta Estefanía, quien sí agradece la rápida respuesta de los servicios veterinarios de la Junta cuando comunicó que la EHE había entrado en Paleolítico Vivo.
Y como en esta reserva, la mayor parte de los ganaderos de esta zona de Burgos ya están tocados por la enfermedad infecciosa que justo se está ensañando más en aquellos puntos que se libraron el año pasado, cuando explotó también en España esta patología hasta entonces desconocida y entonces sin vacuna. En Castilla y León, el primero se detectó en la semana del 7 de agosto de 2023 en la comarca de Ledesma (Salamanca). De ahí, su propagación. Este año, el mapa de contagios del Ministerio de Agricultura tiene menos puntos, pero van al alza desde que a finales de julio en la comarca de Ciudad Rodrigo, también en Salamanca, confirmaban el primero, a los que se han sumado más positivos. En la de Ponferrada, que libró entonces, ya ha entrado también. Son las provincias de Burgos, Soria, León, Salamanca y Zamora las que tienen casos confirmados, según los últimos datos oficiales.
Aunque Noe, ganadero de vacuno de Muelas de los Caballeros (Zamora) se queja de lo que tardan en dar los resultados. «Toco madera», dice conteniendo la respiración para que su cabaña continúe a salvo de la temida EHE. «Un caso y ya está. No más positivos» es lo que acumula este verano en el historial veterinario. El estío pasado libró y éste está intentado poner a raya la enfermedad, que ya se extiende por «casi toda la zona de la Carballeda y Sanabria» en la que se enclavan sus reses. «Gracias al veterinario» actuó con «rapidez». «No tengo duda, lo mejor es vacunar», sostiene. «Si tiene efectos secundarios, ya se verá...», apostilla. Y es que, si se muere un ejemplar, «son pérdidas», sentencia, pues tiene muy claro que en explotaciones como la suya la rentabilidad «es muy ajustada» y cualquier baja se nota en el resultado final. «Este año que venía un poco bien, viene esto...», señala a la vez que apunta todos los elementos con los que tiene que bregar: el forraje, el lobo, la lengua azul.
«Nos hemos gastado todo lo que teníamos al alcance», señala, sin querer hacer cálculos exactos de lo que supondrá entre las dosis para su medio centenar de reses, el veterinario, insecticidas... Y el trabajo que requiere mover y encerrar a unas vacas en extensivo en el monte. «Siempre nos toca a los mismos», lamenta, a la vez que se queja de que «nadie se preocupa». A sus 37 años, hace tres que volvió al pueblo y se incorporó a la ganadería. «Empezar es difícil», y esto lo complica aún más, apunta, a la vez que defiende que en su zona si este sector «falla, aquí no va quedar nadie». Por eso pide «ayuda».
También desde la organización agraria La Alianza UPA-COAG reclaman apoyo de las administraciones y censuran que ni Ministerio de Agricultura ni Junta de Castilla y León «han hecho nada» y eso que ya se preveía que podía volver a ocurrir lo de 2023, recrimina Aurelio González, pesimista con que este escollo «puede ser la puntilla» para las incorporaciones a la ganadería.
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