300 años de La Granja: el Versalles español muestra sus 'joyas' escondidas
Las buhardillas del palacio, la Torre del Reloj y la red de tuberías que surten de agua sus fuentes son algunos de los nuevos espacios que abre desde mayo al público el Real Sitio para celebrar su aniversario
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![Una de las fuentes de los jardines de La Granja. Al fondo, el palacio](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/05/palacio-la-granja-tanarro-06-RUCfaYtp9fqdnnUSnYINH0O-1200x840@diario_abc.jpg)
Un durísimo golpe cambiaría para siempre el destino del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso a principios del siglo XX. Fue el 2 de enero de 1918. Hacía muchísimo frío y un espeso manto blanco de nieve cubría el Real Sitio y las ... montañas del Sistema Central, lo que impedía cualquier tipo de comunicación por los puertos de Navacerrada y Guadarrama. Fue precisamente la dificultad de llegar hasta el enclave, unido a la propia construcción del inmueble, entonces con muchas cubiertas de madera, lo que propinó la propagación de las llamas con extraordinaria rapidez. El fuego, presente durante dos días y dos noches, según recuerdan las crónicas del momento, consumió prácticamente todo el palacio, «excepto el área suroeste», precisa Alberto Fernández, arquitecto técnico de Patrimonio Nacional.
Es este ala suroeste del Palacio, y en concreto, sus buhardillas, que se conservan prácticamente en su estado original, una de las 'joyas' que el Real Sitio quiere descubrir al público estos próximos meses con motivo del 300 aniversario del considerado como Versalles español, por sus similitudes a la construcción francesa.
La historia de este enclave, situado a 15 kilómetros de Segovia y a 80 de Madrid, se remonta a Felipe V, quien quiso levantar a los pies de la Sierra de Guadarrama -entonces ocupado por una granja utilizada por los Jerónimos del Parral- un palacio para disfrutar de los días de retiro tras su abdicación. Fue en 1724 cuando, tras la muerte de su hijo, el sucesor de la Corona española, el monarca decidió instalarse y llevar la Corte real a la provincia de Segovia, abandonando la ciudad de Madrid.
![Imagen principal - Sobre esta líneas, las tuberías que surten las fuentes. Una de las habitaciones de las buhardillas y uno de los paños que se muestran de la colección 'El Apocalipsis' en el Museo de Tapices](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/05/palacio-la-granja-tanarro-38-U73276805206YaF-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Sobre esta líneas, las tuberías que surten las fuentes. Una de las habitaciones de las buhardillas y uno de los paños que se muestran de la colección 'El Apocalipsis' en el Museo de Tapices](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/05/palacio-la-granja-tanarro-32-U45605433480KjS-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Sobre esta líneas, las tuberías que surten las fuentes. Una de las habitaciones de las buhardillas y uno de los paños que se muestran de la colección 'El Apocalipsis' en el Museo de Tapices](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/05/palacio-la-granja-tanarro-15-U56750153417HaA-278x329@diario_abc.jpg)
Al ser concebido previamente como un lugar de retiro, el rey planteó una construcción «mucho más pequeña». Según detalla Virginia Albarrán, conservadora de Patrimonio Nacional, «lo que verdaderamente importaba» a Felipe V «era el jardín», cuyo trazado encomendó al arquitecto René Carlier, mientras que el español Teodoro de Ardemans se ocupó del diseño del inmueble, un palacete cuadrado «con cuatro torres cubiertas con chapiteles de pizarra y siguiendo la tradición arquitectónica española». «Una de las muchas peculiaridades de este palacio es que aunque tiene varios niveles, hay un juego de fachada en el que parece que todo está al mismo nivel», apunta Alberto Fernández.
Es una de las peculiaridades del Real Sitio que llama la atención al acceder a la citada ala suroeste. En ella, además, se puede observar cómo cuanto más alto es el nivel del palacio, menos nobles los materiales que utilizaron en su construcción y «también el personal que lo habitaba», recuerda el arquitecto. Cocineros, limpiadoras, lavanderas, mozos de retretes... eran los habituales moradores de estas pequeñas 'viviendas' que albergaban las buhardillas y sobrebuhardillas, unas estancias muy humildes, la mayoría sin cocina -sólo una dispone de ella-, sin un lugar específico para el aseo y donde el espacio destinado al dormitorio, «en el que tiraban un jergón de lana sobre paja», era separado por lienzos para tener una cierta intimidad. «Esta es la única zona del palacio que conserva su cubierta original», puntualiza Alberto Fernández, durante la visita organizada para los medios días antes de que diera comienzo el programa diseñado con motivo del tercer centenario del Real Sitio, que se prolongará hasta octubre.
La Torre del Reloj
Antes de llegar a estas buhardillas sorprende al visitante otro 'tesoro': son los dibujos de Felipe V y su propio retrato pintado por Isabel de Farnesio, nunca antes mostrados. A pocos metros, una empinada escalera conduce a la Torre del Reloj, una zona que luce rehabilitada desde 2015 y donde se puede ver la pieza de relojería original, aunque «ya parte de la maquinaria es nueva». Aún así, subraya el arquitecto técnico, «tanto los contrapesos como las ruedas dentadas se han estado utilizando hasta hace relativamente poco tiempo».
No es la única pieza de estas características que llama la atención en los largos pasillos y grandes salones. Los palacios reales de La Granja y Riofrío custodian entre sus paredes, en suma, más de 80 relojes adquiridos por los diferentes reyes, entre ellos el 'Reloj organizado turco', un inmenso mueble de dos metros de altura y cerca de 2.000 kilos de peso que ha vuelto recientemente al Real Sitio tras su restauración. Sin embargo, los lujosos no son los instrumentos que más curiosidad despiertan, sostiene Alberto Fernández, sino los dos relojes de sol ubicados en los balcones del edificio palaciego, uno de ellos a la izquierda del gran medidor del tiempo alojado en la torre. Se trata de una esfera de bronce del siglo XVIII, que además de las horas, marca las direcciones, estaciones, días y meses.
![Uno de los relojes de sol que se pueden ver en el palacio](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/05/palacio-la-granja-tanarro-13.jpg)
El programa conmemorativo permite al visitante asomarse a otro balcón aún más especial que donde se alojan los relojes solares: el ubicado en el dormitorio principal, desde el cual uno se percata de las privilegiadas vistas que tenía el monarca a la fuente de La Cascada, cuyo chorro puede superar los 30 metros de altura, y al Cenador de Mármol, que la Corte destinaba a la audición de música.
Museo de Tapices
No solo los jardines y las habitaciones revelarán detalles de la historia del Real Sitio. También su Museo de Tapices, que alberga «una de las colecciones más importantes de España y, sin duda, de Europa», resalta Roberto Muñoz, conservador especializado en estos paños de Patrimonio Nacional, que ha aprovechado la memorable cita para mostrar algunas de estas piezas que hasta ahora habían sido expuestas en contadas ocasiones. Es el caso de la colección 'El Apocalipsis', tejida antes de 1561 para Felipe II: «Fue en sus viajes por Flandes donde él ve estas manifestaciones artísticas», detalla el experto. Cuenta que 'embelesado' por estos paños, el monarca encargó a los mejores maestros tejedores del momento ocho modelos que narrasen el último pasaje de la biblia. A España, sin embargo, solo llegaron dos, pues naufragó en Laredo (Cantabria) el barco que los traía. «El rey, enfadado porque había perdido esta valiosa colección, vuelve a hacer el pedido, esta vez a otro tejedor, William Pannemaker, y para que no ocurriera lo mismo exigió que los trajeran en carretas», cuenta como anécdota Roberto Muñoz sobre unos tapices que resaltan por su tamaño: ocho metros de largo por seis de alto.
«Son interesantes también porque utilizan como modelo grabados de Alberto Durero, uno de los artistas más importantes del Renacimiento alemán. Los hacen casi calcándolos». Además, en su elaboración «utilizaron seda, lana e hilos entorchados de plata sobre dorado que hacen que el efecto de majestuosidad sea mayor», añade el conservador, recordando que estas piezas «estuvieron en los lugares más importantes de la monarquía española».
Aunque lejos de la suntuosidad de estos tapices, la visita más peculiar que recoge el programa conmemorativo transcurre en los jardines; en concreto, en la parte trasera de la fuente Baños de Diana, desde la cual se puede acceder al «mejor sistema hidráulico del siglo XVIII», adentrándose en un túnel lleno de cañerías por las que circula el agua que luego dibujará los chorros de 'cristal'. «El duque de Saint Simon solía decir al rey que las fuentes de Versalles echaban chocolate mientras que las de La Granja echaban cristal», explica Luis Vallejo, encargado general de Patrimonio Nacional. Entrar en estos túneles permite vislumbrar hasta 14 kilómetros de tubería conservados desde entonces. «En tres siglos no se nos ha roto una tubería», presume Vallejo, que explica que el 'secreto' está en el material, ya que estos 'caños' «indestructibles» están hechos en Liérganes con la misma aleación que se utilizaba para «hacer los feos cañones». El rey aprovechaba periodos de paz para encargar su construcción. «Ahí está el por qué de que nuestras tuberías estén funcionando tres siglos y las de Versalles se encuentren ya en los museos», sostiene orgulloso este experto.
El Real Sitio ha programado estas visitas guiadas durante mayo, mientras que de junio a septiembre serán sustituidas por un recorrido por la piscifactoría, la primera construida en España. «Los tres siglos del palacio era el momento más idóneo para abrirlo aún más», defendía hace unas semanas la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva.
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