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La primera guardia del juzgado escaparate: «Detenidos esposados por la calle y funcionarios para arriba y para abajo»

Inaugurado el 1 de abril, no tiene calabozos ni sala de vistas, y su sótano está clausurado por humedades y hongos. «Los detenidos, aunque sean malos, tienen derechos», apuntan con ironía

Los dos ventanales del juzgado, tapados con vinilo este lunes elisabeth bustos
Manuel Moreno

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En el flamante juzgado escaparate de Illescas, el número 8, han cambiado el papel de estraza por vinilo pegado en los dos ventanales de un local que fue una sucursal bancaria. De esta manera, los funcionarios mantienen la intimidad que no tuvieron para desarrollar su trabajo desde su inauguración, el 1 de abril, hasta primeros de mayo; y después de que ABC denunciara las detestables condiciones en las que abrió: ni calabozos, ni sala de vistas ni privacidad, además de tener el sótano clausurado por humedades y hongos. Por todo ello, han tenido que usar las instalaciones de otro juzgado, el número 4, para su primera guardia en este municipio toledano con más de 31.000 habitantes.

Después de retrasarla por motivos de operatividad, el 23 de mayo comenzó esa guardia, que se prolongó hasta el pasado jueves. «Funcionarios para arriba y para abajo, declaraciones en salas prestadas, detenidos esposados por la calle... Una vergüenza, un desastre. Y así cada ocho semanas, cuando entre de guardia». Así describen a ABC el trasiego entre los juzgados 4 y 8, separados por unos 400 metros.

«Los detenidos, aunque sean malos, tienen derechos», apuntan con ironía, «y el ministerio tiene que cuidar los derechos del detenido». También están los derechos de las víctimas, «que van de aquí para allá», y los derechos de los trabajadores del juzgado, «riesgos laborales incluidos». «De un juzgado a otro, un coche los puede atropellar por la calle Real», ponen como ejemplo.

En esta arteria principal de Illescas se encuentra el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 8. El abogado José Antonio Martín Hernández ha sido el primero en llevar un procedimiento en la primera guardia de este juzgado. Fue un juicio rápido por violencia de género, el sábado 25, que se prolongó desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde.

«Antes pregunté dónde íbamos a ir y me dijeron que a la sala de audiencias de los juzgados 4 y 5, que la comparten porque están en el mismo edificio. Allí se trasladó la juez, la secretaria y los cuatro funcionarios. En total, todo el personal del juzgado, y fue algo que me extrañó porque normalmente no van todos», relata el letrado a ABC.

También tuvo que trasladarse el vigilante jurado, que cerró la puerta del 8 y abrió la del 4 para llevar a cabo el juicio. «Cuando yo llegué al 4, todos ya estaban allí», recuerda José Antonio Martín.

Al abogado le habían informado por teléfono desde el juzgado que, si no había detenido, no se moverían del 8. Pero que con una persona arrestada, y como no hay calabozo ni sala de vistas, pues irían al juzgado que les dejaban de prestado, en este caso el 4, que comparte calabozo con el 5.

«Esto te ocurre con todos los juzgados funcionando y tienen un problema: les tienen que dejar una sala para que tomen declaración al detenido», reflexiona el letrado.

Precisamente el número 8 se encargará de la instrucción del crimen ocurrido en Chozas de Canales el pasado miércoles, ya que estaba de guardia cuando se desencadenaron los hechos. Sin embargo, fue el número 1 de Illescas el que envió el domingo a prisión a Ángel, 'el Gorrilla', acusado del homicidio de Aitor Peláez Gutiérrez.

A la dispersión de los ocho juzgados en Illescas, uno de los municipios donde se tramitan más procedimientos judiciales en España, se une el lamentable estado de algunos edificios. Por ejemplo, los juzgados 2 y 3, «los de toda la vida», sólo tienen una sala de audiencias y están obligados a usar también la del 4 y 5 cuando la necesitan.

Ahora, los funcionarios del 2 y del 3 se van a mudar a un edificio en la calle de la Fuente, pero no así los del 8, que se quedan donde están porque no caben en el nuevo inmueble. Y, seguramente, sus funcionarios no serán muy optimistas sobre un posible cambio de local en los próximos meses. «En el despacho de la Fiscalía y en el de los forenses de los juzgados 4 y 5, que dan a un patio por donde pasa gente, llevan años esperando que les pongan unas cortinas en las ventanas», ilustran. Por eso, hasta que lleguen los visillos, usan un biombo para su privacidad y la de las víctimas.

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